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Columnista - 12 agosto, 2022

Libardo Cuello Monsalvo

Se nos fue un buen hombre, un vallenato raizal, un buen familiar y un gran amigo, que nos hará mucha falta, especialmente a sus vecinos del barrio Villalba

Qué dice el “Guibis”, le decía cuando nos encontrábamos y nos dábamos un fuerte abrazo y siempre jovial y sonriente me contestaba “qué hubo Máster o Masterillo” como nos llamábamos desde hace 68 años en las aulas del Loperena al lado de su hermano Armando y de Orlando Torres, Víctor Medina Morón, Venancio Araos, Ramiro ‘El Mirra’ Guerra, Franco ‘El Canco’ Suárez, Armando Fuentes, Jorge Campo Ballesteros, Gumercindo Peñaloza, Fabio Dangond y Alberto Orozco y una docena más de muchachos, casi todos internos en el mejor colegio público de la región que aún conserva ese honroso y meritorio título.

Llegué al Loperena de 14 años, a pesar de mi corta edad ya llevaba en la sangre la impronta de ser conservador y rápidamente me di cuenta que los hermanos Cuello Monsalvo también lo eran y me acerqué a ellos y encontré una gran empatía, más con Libardo que con Armando y así nació una gran amistad truncada solo por la parca, primero hace ya bastante con Armando y ayer de manera sorpresiva con Libardo, mi querido “Guibis”; visité su casa, cosa no muy común en los vallenatos, conocí a don Óscar y a ‘Yoyi’ y me hice amigo de Elba, Matilde, Doris ‘La Ña’, Julieta y ‘Alvarito’, sus hermanos y gocé de sus atenciones, pues fueron muchas las veces que mitigué “el hambre del Loperena” en la mesa de su residencia.

Después nos encontramos en Bogotá y continuó inalterable el aprecio mutuo y cuando me vine a trabajar al Valle, el primero que llegó a mi oficina a ponerse a la orden e invitarme unos tragos bien acompañado fue él, de ahí en adelante fortalecimos más nuestra fraternal amistad y no había reunión o fiesta a la que no me invitara, me presentó en sociedad y también a una cantidad de personas principalmente muchachas bien bonitas, porque “de aquí no te vai soltero, aquí tenei que casate”. Y pegó, pero por donde nunca se lo imaginó, pues finalmente caí en manos de ‘Merci’, que en un principio no sabía que era su prima hermana, pero cuando se dio cuenta fue motivo de mucha satisfacción para él. 

Alternamos como miembro de la junta del Carnaval por más de 20 años, fue concejal en llave con Darío Pavajeau, otro buen amigo y también conservador; fue secretario de hacienda municipal y desempeñó el cargo con altura y una honradez a toda prueba, pues ese era su talante y manera de ser; era un hombre sociable y como tal miembro por varias veces de la junta directiva del Club Valledupar, diestro jugador de dominó y fueron muchas las cruces y partidos memorables que con él jugué al lado de Hermes Cuello, su primo querido, Carlos Echeverri, su cuñado, Orlando Torres y ‘Toño’ Maya; también fue miembro del famoso Tamarindo en donde alternó en la mesa de arrancón con Rafael Martínez, ‘Peyeye’, ‘El Secre’, Manuel Gutiérrez y otros amigos, en donde jamás tuvo una diferencia con ellos.

Colaboré a que se consiguiera a Carmen, una bella y escultural mujer con quien se casó y conformó un hogar ejemplar, dejando 4 hijos que siguiendo su trayectoria hoy brillan en este cielo vallenato. Para ellos, Pilar, Erika, Óscar y Libardo, nietos y con Carmen a la cabeza, hoy les reitero lo que personalmente les dije en la funeraria: “se fue ‘Guibis’, pero eso no obsta para que cuenten conmigo en lo que se les antoje y sea necesario, como si él estuviera vivo, porque estoy seguro de haber sido lo contrario, que él les hubiera dicho lo mismo a su prima ‘Merci’ y a nuestros hijos: José Manuel, María Mercedes, Hernando José y Carlos José”.

Se nos fue un buen hombre, un vallenato raizal, un buen familiar y un gran amigo, que nos hará mucha falta, especialmente a sus vecinos del barrio Villalba, donde residió los últimos años. Hasta luego ‘Guibis’, más tarde que temprano o viceversa nos vemos. Saludos te mandan los Alfredos Cuello y Martínez.

Columnista
12 agosto, 2022

Libardo Cuello Monsalvo

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José M. Aponte Martínez

Se nos fue un buen hombre, un vallenato raizal, un buen familiar y un gran amigo, que nos hará mucha falta, especialmente a sus vecinos del barrio Villalba


Qué dice el “Guibis”, le decía cuando nos encontrábamos y nos dábamos un fuerte abrazo y siempre jovial y sonriente me contestaba “qué hubo Máster o Masterillo” como nos llamábamos desde hace 68 años en las aulas del Loperena al lado de su hermano Armando y de Orlando Torres, Víctor Medina Morón, Venancio Araos, Ramiro ‘El Mirra’ Guerra, Franco ‘El Canco’ Suárez, Armando Fuentes, Jorge Campo Ballesteros, Gumercindo Peñaloza, Fabio Dangond y Alberto Orozco y una docena más de muchachos, casi todos internos en el mejor colegio público de la región que aún conserva ese honroso y meritorio título.

Llegué al Loperena de 14 años, a pesar de mi corta edad ya llevaba en la sangre la impronta de ser conservador y rápidamente me di cuenta que los hermanos Cuello Monsalvo también lo eran y me acerqué a ellos y encontré una gran empatía, más con Libardo que con Armando y así nació una gran amistad truncada solo por la parca, primero hace ya bastante con Armando y ayer de manera sorpresiva con Libardo, mi querido “Guibis”; visité su casa, cosa no muy común en los vallenatos, conocí a don Óscar y a ‘Yoyi’ y me hice amigo de Elba, Matilde, Doris ‘La Ña’, Julieta y ‘Alvarito’, sus hermanos y gocé de sus atenciones, pues fueron muchas las veces que mitigué “el hambre del Loperena” en la mesa de su residencia.

Después nos encontramos en Bogotá y continuó inalterable el aprecio mutuo y cuando me vine a trabajar al Valle, el primero que llegó a mi oficina a ponerse a la orden e invitarme unos tragos bien acompañado fue él, de ahí en adelante fortalecimos más nuestra fraternal amistad y no había reunión o fiesta a la que no me invitara, me presentó en sociedad y también a una cantidad de personas principalmente muchachas bien bonitas, porque “de aquí no te vai soltero, aquí tenei que casate”. Y pegó, pero por donde nunca se lo imaginó, pues finalmente caí en manos de ‘Merci’, que en un principio no sabía que era su prima hermana, pero cuando se dio cuenta fue motivo de mucha satisfacción para él. 

Alternamos como miembro de la junta del Carnaval por más de 20 años, fue concejal en llave con Darío Pavajeau, otro buen amigo y también conservador; fue secretario de hacienda municipal y desempeñó el cargo con altura y una honradez a toda prueba, pues ese era su talante y manera de ser; era un hombre sociable y como tal miembro por varias veces de la junta directiva del Club Valledupar, diestro jugador de dominó y fueron muchas las cruces y partidos memorables que con él jugué al lado de Hermes Cuello, su primo querido, Carlos Echeverri, su cuñado, Orlando Torres y ‘Toño’ Maya; también fue miembro del famoso Tamarindo en donde alternó en la mesa de arrancón con Rafael Martínez, ‘Peyeye’, ‘El Secre’, Manuel Gutiérrez y otros amigos, en donde jamás tuvo una diferencia con ellos.

Colaboré a que se consiguiera a Carmen, una bella y escultural mujer con quien se casó y conformó un hogar ejemplar, dejando 4 hijos que siguiendo su trayectoria hoy brillan en este cielo vallenato. Para ellos, Pilar, Erika, Óscar y Libardo, nietos y con Carmen a la cabeza, hoy les reitero lo que personalmente les dije en la funeraria: “se fue ‘Guibis’, pero eso no obsta para que cuenten conmigo en lo que se les antoje y sea necesario, como si él estuviera vivo, porque estoy seguro de haber sido lo contrario, que él les hubiera dicho lo mismo a su prima ‘Merci’ y a nuestros hijos: José Manuel, María Mercedes, Hernando José y Carlos José”.

Se nos fue un buen hombre, un vallenato raizal, un buen familiar y un gran amigo, que nos hará mucha falta, especialmente a sus vecinos del barrio Villalba, donde residió los últimos años. Hasta luego ‘Guibis’, más tarde que temprano o viceversa nos vemos. Saludos te mandan los Alfredos Cuello y Martínez.