Enfrentar la emergencia social que ha producido la incesante propagación del virus COVID – 19 a nivel nacional e internacional no ha sido para nada fácil. Esta pandemia ha golpeado a la humanidad de forma estrepitosa, sin compasión alguna. No es necesario que en esta columna se referencie el número de infectados y fallecidos por […]
Enfrentar la emergencia social que ha producido la incesante propagación del virus COVID – 19 a nivel nacional e internacional no ha sido para nada fácil. Esta pandemia ha golpeado a la humanidad de forma estrepitosa, sin compasión alguna.
No es necesario que en esta columna se referencie el número de infectados y fallecidos por causa del virus, lo que sí hay que decir es que la enfermedad puso en jaque, de un momento a otro, ciertos componentes de vital importancia para la vida humana, lo cual ha provocado el inicio de un cambio transversal en la forma en que los seres humanos apreciamos y vivimos la vida. Se ha dicho mucho por estos días, como que después de toda esta recesión el mundo no volverá a ser el mismo, claro que no volverá a ser el mismo, las condiciones sociales, económicas, culturales, administrativas y ambientales que hasta hace pocos meses caracterizaban nuestra sociedad, han cambiado para siempre, basta ver lo que ha generado el Covid – 19 en el funcionamiento de los sistemas de salud, la dinámica de los mercados, el comportamiento del medio ambiente y las actuales prioridades de la gestión pública.
Teniendo en cuenta el título de esta columna, debo hacer claridad en que no busco hacer las veces de gurú, influencer o dueño de la verdad, los principios liberales que marcan la pauta en mi forma de llevar la vida son totalmente incompatibles con ese tipo de intenciones sintéticas. Intento con este escrito, como un ciudadano más, identificar algunas de las lecciones que, a mi juicio, ya están puestas sobre la mesa.
Valorar. Esta ha sido quizás una de las enseñanzas más importantes que ha dejado todo este problema de salud pública. El confinamiento nos ha puesto en una situación de reflexión permanente, de entender lo verdaderamente valioso en nuestras vidas, desde luego, de manera diferenciada en cada uno de nosotros. De seguro una de las constantes será reconsiderar la subvaloración de lo inmaterial.
Responsabilidad social. Al ser el Covid – 19 un virus que se propaga a través del contacto con personas y objetos, no sólo debemos cuidarnos individualmente, sino también a los demás, respetando las medidas preventivas y restrictivas adoptadas por el Gobierno nacional y las entidades territoriales. Ha tomado fuerza el fortalecer el valor de la solidaridad y el sentido de pertenencia. Un acto u omisión imprudente puede poner en peligro a todo nuestro entorno y la cadena ha de crecer sin vacilar.
Priorizar. Antes y durante la emergencia, la priorización ha sido un gran reto, también una deuda, que en múltiples ocasiones no ha sido afrontado desde los sectores de la sociedad, especialmente desde lo público, sin duda lo seguirá siendo una vez superada la recesión. Para la administración pública la lección es tajante, veremos si en adelante, por ejemplo, el gasto social (salud, educación, agua potable y saneamiento básico) estará o no en la primera línea de las agendas territoriales.
Espero superemos todo esto pronto. Mientras, tomemos apuntes de las lecciones tempranas del Covid – 19. Que estos tiempos de complejidad sirvan para repensar.
Enfrentar la emergencia social que ha producido la incesante propagación del virus COVID – 19 a nivel nacional e internacional no ha sido para nada fácil. Esta pandemia ha golpeado a la humanidad de forma estrepitosa, sin compasión alguna. No es necesario que en esta columna se referencie el número de infectados y fallecidos por […]
Enfrentar la emergencia social que ha producido la incesante propagación del virus COVID – 19 a nivel nacional e internacional no ha sido para nada fácil. Esta pandemia ha golpeado a la humanidad de forma estrepitosa, sin compasión alguna.
No es necesario que en esta columna se referencie el número de infectados y fallecidos por causa del virus, lo que sí hay que decir es que la enfermedad puso en jaque, de un momento a otro, ciertos componentes de vital importancia para la vida humana, lo cual ha provocado el inicio de un cambio transversal en la forma en que los seres humanos apreciamos y vivimos la vida. Se ha dicho mucho por estos días, como que después de toda esta recesión el mundo no volverá a ser el mismo, claro que no volverá a ser el mismo, las condiciones sociales, económicas, culturales, administrativas y ambientales que hasta hace pocos meses caracterizaban nuestra sociedad, han cambiado para siempre, basta ver lo que ha generado el Covid – 19 en el funcionamiento de los sistemas de salud, la dinámica de los mercados, el comportamiento del medio ambiente y las actuales prioridades de la gestión pública.
Teniendo en cuenta el título de esta columna, debo hacer claridad en que no busco hacer las veces de gurú, influencer o dueño de la verdad, los principios liberales que marcan la pauta en mi forma de llevar la vida son totalmente incompatibles con ese tipo de intenciones sintéticas. Intento con este escrito, como un ciudadano más, identificar algunas de las lecciones que, a mi juicio, ya están puestas sobre la mesa.
Valorar. Esta ha sido quizás una de las enseñanzas más importantes que ha dejado todo este problema de salud pública. El confinamiento nos ha puesto en una situación de reflexión permanente, de entender lo verdaderamente valioso en nuestras vidas, desde luego, de manera diferenciada en cada uno de nosotros. De seguro una de las constantes será reconsiderar la subvaloración de lo inmaterial.
Responsabilidad social. Al ser el Covid – 19 un virus que se propaga a través del contacto con personas y objetos, no sólo debemos cuidarnos individualmente, sino también a los demás, respetando las medidas preventivas y restrictivas adoptadas por el Gobierno nacional y las entidades territoriales. Ha tomado fuerza el fortalecer el valor de la solidaridad y el sentido de pertenencia. Un acto u omisión imprudente puede poner en peligro a todo nuestro entorno y la cadena ha de crecer sin vacilar.
Priorizar. Antes y durante la emergencia, la priorización ha sido un gran reto, también una deuda, que en múltiples ocasiones no ha sido afrontado desde los sectores de la sociedad, especialmente desde lo público, sin duda lo seguirá siendo una vez superada la recesión. Para la administración pública la lección es tajante, veremos si en adelante, por ejemplo, el gasto social (salud, educación, agua potable y saneamiento básico) estará o no en la primera línea de las agendas territoriales.
Espero superemos todo esto pronto. Mientras, tomemos apuntes de las lecciones tempranas del Covid – 19. Que estos tiempos de complejidad sirvan para repensar.