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Columnista - 10 mayo, 2013

Las peripecias para asistir a la final

Solo pude asistir el último día del Festival Vallenato y miren lo que me pasó: Llego a Valledupar a eso de las 11 a.m.; me dirijo a la plaza Alfonso López donde se realiza el concurso que más me gusta, las canciones inéditas; un trancón me retrasa un poco y cuando llego ya se presentaba la última de las quince canciones semifinalistas. Luego me voy al coliseo de ferias y allí presencié a algunos semifinalistas de los acordeoneros categoría Profesional.

Por: Jorge Naín Ruíz

Solo pude asistir el último día del Festival Vallenato y miren lo que me pasó: Llego a Valledupar a eso de las 11 a.m.; me dirijo a la plaza Alfonso López donde se realiza el concurso  que más me gusta, las canciones inéditas; un trancón me retrasa un poco y cuando llego ya se presentaba la última de las quince canciones semifinalistas. Luego me voy al coliseo de ferias y allí presencié a algunos semifinalistas de los acordeoneros categoría Profesional.

A eso de las 8 pm me dispongo a acudir al parque de la Leyenda  y viene el principal complique: ¿Cómo me transporto? Trato de tomar un taxi y absolutamente nadie se le mide a meterse en el ya consuetudinario trancón en las vías que conducen al parque, hubo algunos que jocosamente me decían: ni si me das un millón.

Al fin encontré un taxista  que me dijo: te llevo pero solo hasta donde inicia el trancón; en efecto me dejó donde se encontraba el último vehículo de una cola impresionante; con resignación y algo de consuelo me dije: -Bueno, esto hasta me sirve para mejorar mi estado físico. En el trayecto de unas catorce o quince cuadras, inicié un regateo con los revendedores de boletas.

-Tengo VIP a precio de gallina flaca-  decía un morenito de sombrero;  una señora  vociferaba: compro y vendo, compro y vendo-; cuando por fin llegué a la primera puerta del parque, tercer anillo de seguridad, negocié la boleta de preferencia con prueba de autenticidad  incluida.

Habían transcurrido ya más de dos horas desde que salí rumbo al parque y por fin estaba en la última cola ya para ingresar; luego de buscar la puerta correspondiente, a un grupo de diez personas se nos acerca un señor con aspecto de directivo y radioteléfono en mano y nos dice: -los tengo que acomodar en VIP porque ya no tengo entrada para preferencia, síganme; nos lleva a otra puerta; allá discute con los porteros y luego se disculpa y nos dice que no se puede, que nos toca entrar por la puerta en que nos encontrábamos antes; nos regresamos ya con algo de impaciencia y por fin ingresé. Gracias, Dios mío, ya estoy en la final.

Ahora a buscar donde sentarme, miro la boleta y me doy cuenta de que no tiene silletería numerada y todo está full; una señora me ofrece sentarme en una caja de cerveza con el compromiso de que le compre el producto; ni modo: tocó aceptar el trato; el presentador anuncia que es el penúltimo concursante de la categoría acordeoneros profesionales; ya me había perdido del concurso de la Canción Inédita, los Acordeoneros Aficionados y  los Profesionales, solo quedaban las presentaciones de Ricardo Arjona y de Silvestre Dangond y a eso no fue precisamente a lo que yo viajé.

 

Columnista
10 mayo, 2013

Las peripecias para asistir a la final

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jorge Nain

Solo pude asistir el último día del Festival Vallenato y miren lo que me pasó: Llego a Valledupar a eso de las 11 a.m.; me dirijo a la plaza Alfonso López donde se realiza el concurso que más me gusta, las canciones inéditas; un trancón me retrasa un poco y cuando llego ya se presentaba la última de las quince canciones semifinalistas. Luego me voy al coliseo de ferias y allí presencié a algunos semifinalistas de los acordeoneros categoría Profesional.


Por: Jorge Naín Ruíz

Solo pude asistir el último día del Festival Vallenato y miren lo que me pasó: Llego a Valledupar a eso de las 11 a.m.; me dirijo a la plaza Alfonso López donde se realiza el concurso  que más me gusta, las canciones inéditas; un trancón me retrasa un poco y cuando llego ya se presentaba la última de las quince canciones semifinalistas. Luego me voy al coliseo de ferias y allí presencié a algunos semifinalistas de los acordeoneros categoría Profesional.

A eso de las 8 pm me dispongo a acudir al parque de la Leyenda  y viene el principal complique: ¿Cómo me transporto? Trato de tomar un taxi y absolutamente nadie se le mide a meterse en el ya consuetudinario trancón en las vías que conducen al parque, hubo algunos que jocosamente me decían: ni si me das un millón.

Al fin encontré un taxista  que me dijo: te llevo pero solo hasta donde inicia el trancón; en efecto me dejó donde se encontraba el último vehículo de una cola impresionante; con resignación y algo de consuelo me dije: -Bueno, esto hasta me sirve para mejorar mi estado físico. En el trayecto de unas catorce o quince cuadras, inicié un regateo con los revendedores de boletas.

-Tengo VIP a precio de gallina flaca-  decía un morenito de sombrero;  una señora  vociferaba: compro y vendo, compro y vendo-; cuando por fin llegué a la primera puerta del parque, tercer anillo de seguridad, negocié la boleta de preferencia con prueba de autenticidad  incluida.

Habían transcurrido ya más de dos horas desde que salí rumbo al parque y por fin estaba en la última cola ya para ingresar; luego de buscar la puerta correspondiente, a un grupo de diez personas se nos acerca un señor con aspecto de directivo y radioteléfono en mano y nos dice: -los tengo que acomodar en VIP porque ya no tengo entrada para preferencia, síganme; nos lleva a otra puerta; allá discute con los porteros y luego se disculpa y nos dice que no se puede, que nos toca entrar por la puerta en que nos encontrábamos antes; nos regresamos ya con algo de impaciencia y por fin ingresé. Gracias, Dios mío, ya estoy en la final.

Ahora a buscar donde sentarme, miro la boleta y me doy cuenta de que no tiene silletería numerada y todo está full; una señora me ofrece sentarme en una caja de cerveza con el compromiso de que le compre el producto; ni modo: tocó aceptar el trato; el presentador anuncia que es el penúltimo concursante de la categoría acordeoneros profesionales; ya me había perdido del concurso de la Canción Inédita, los Acordeoneros Aficionados y  los Profesionales, solo quedaban las presentaciones de Ricardo Arjona y de Silvestre Dangond y a eso no fue precisamente a lo que yo viajé.