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Columnista - 2 agosto, 2016

Las guerras terminan

  Sí, las guerras terminan, no son eternas. Acaban, concluyen. Unas con acuerdos entre los contendores otras por rendición de una de las partes. Pero cesan, finalizan. No son indefinidas. Los enemigos se reconcilian. Antiguos contendientes acérrimos suelen construir confianza, hacer negocios y acuerdos políticos. Francia y Alemania libraron dos guerras mundiales y hoy son […]

 

Sí, las guerras terminan, no son eternas. Acaban, concluyen. Unas con acuerdos entre los contendores otras por rendición de una de las partes. Pero cesan, finalizan. No son indefinidas. Los enemigos se reconcilian.

Antiguos contendientes acérrimos suelen construir confianza, hacer negocios y acuerdos políticos. Francia y Alemania libraron dos guerras mundiales y hoy son aliadas a pesar del uso de armas químicas, bombardeos inmisericordes y crímenes atroces que sazonaron sus batallas.

En casi 15 años de guerra cayeron sobre territorio vietnamita más bombas que las lanzadas en la segunda guerra mundial. No obstante, Estados Unidos y Vietnam comparten embajadas e inversiones, intentan una relación pacífica.

Aunque en 1945 Japón no representaba ningún peligro militar para los Aliados, los gringos le tiraron no una sino dos bombas atómicas. Después firmaron la paz y hoy son socios confiables.

Mandela fue catalogado como terrorista y encarcelado 28 años. Su pueblo padeció el apartheid. Esto no impidió que blancos y negros se reconciliaran. El IRA firmó la paz con Inglaterra. Hoy sus líderes hacen parte del gobierno de Irlanda del Norte y son invitados a Buckingham Palace por la reina.

Incluso en Colombia las guerras civiles terminaron en la mesa de negociación. La última, después de 300 mil muertos, cortes de franela, violaciones y machetazos terminó con un acuerdo: El Frente Nacional y desde entonces godos y liberales comen mermelada en paz.

Nuestras confrontaciones armadas han culminado con altos grados de impunidad. ¿Cuántos años de cárcel pagó Uribe Uribe y los generales conservadores? ¿Cuántos Laureano y su hijo Álvaro Gómez, López Pumarejo y Carlos Lleras, instigadores y promotores de “La Violencia”? Ni un solo día.

No nos dividen conflictos religiosos, étnicos, raciales o separatistas. Y, es claro que las causas que originaron el conflicto armado hubieran podido superarse con voluntad reformista sin necesidad de que corriera tanta sangre entre hermanos durante seis largas décadas.

Todos tenemos un motivo para cobrar una cuenta pendiente en esta larga guerra, pero hay que renunciar a ello. Abrámosle un espacio a la paz. Hagamos un segundo tiempo con juego limpio. ¿Sin conflictos? No. Con conflictos, pero solucionándolos de manera pacífica, civilizada.

En 1820, Morillo se reunió con Bolívar en Santa Ana de Trujillo, Venezuela. No importó que el criollo les hubiera declarado la guerra a muerte y el otro fuera el asesino de la intelectualidad granadina y del sitio de Cartagena. Hablaron, se pusieron de acuerdo y firmaron un armisticio y la regularización de la guerra.

Aquí Uribe y Santos no pueden reunirse porque sus mezquinos intereses están por encima del interés nacional. Y, cuando en Valledupar familiares de Simón trinidad y Jorge 40 toman distancia de su hermano y padre, no faltan quienes minimicen el acto simbólico. Que pequeñez. Que mezquindad. Ya dijo Gaitán: el pueblo es superior a sus dirigentes.

[email protected]

Columnista
2 agosto, 2016

Las guerras terminan

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Rodolfo Quintero Romero

  Sí, las guerras terminan, no son eternas. Acaban, concluyen. Unas con acuerdos entre los contendores otras por rendición de una de las partes. Pero cesan, finalizan. No son indefinidas. Los enemigos se reconcilian. Antiguos contendientes acérrimos suelen construir confianza, hacer negocios y acuerdos políticos. Francia y Alemania libraron dos guerras mundiales y hoy son […]


 

Sí, las guerras terminan, no son eternas. Acaban, concluyen. Unas con acuerdos entre los contendores otras por rendición de una de las partes. Pero cesan, finalizan. No son indefinidas. Los enemigos se reconcilian.

Antiguos contendientes acérrimos suelen construir confianza, hacer negocios y acuerdos políticos. Francia y Alemania libraron dos guerras mundiales y hoy son aliadas a pesar del uso de armas químicas, bombardeos inmisericordes y crímenes atroces que sazonaron sus batallas.

En casi 15 años de guerra cayeron sobre territorio vietnamita más bombas que las lanzadas en la segunda guerra mundial. No obstante, Estados Unidos y Vietnam comparten embajadas e inversiones, intentan una relación pacífica.

Aunque en 1945 Japón no representaba ningún peligro militar para los Aliados, los gringos le tiraron no una sino dos bombas atómicas. Después firmaron la paz y hoy son socios confiables.

Mandela fue catalogado como terrorista y encarcelado 28 años. Su pueblo padeció el apartheid. Esto no impidió que blancos y negros se reconciliaran. El IRA firmó la paz con Inglaterra. Hoy sus líderes hacen parte del gobierno de Irlanda del Norte y son invitados a Buckingham Palace por la reina.

Incluso en Colombia las guerras civiles terminaron en la mesa de negociación. La última, después de 300 mil muertos, cortes de franela, violaciones y machetazos terminó con un acuerdo: El Frente Nacional y desde entonces godos y liberales comen mermelada en paz.

Nuestras confrontaciones armadas han culminado con altos grados de impunidad. ¿Cuántos años de cárcel pagó Uribe Uribe y los generales conservadores? ¿Cuántos Laureano y su hijo Álvaro Gómez, López Pumarejo y Carlos Lleras, instigadores y promotores de “La Violencia”? Ni un solo día.

No nos dividen conflictos religiosos, étnicos, raciales o separatistas. Y, es claro que las causas que originaron el conflicto armado hubieran podido superarse con voluntad reformista sin necesidad de que corriera tanta sangre entre hermanos durante seis largas décadas.

Todos tenemos un motivo para cobrar una cuenta pendiente en esta larga guerra, pero hay que renunciar a ello. Abrámosle un espacio a la paz. Hagamos un segundo tiempo con juego limpio. ¿Sin conflictos? No. Con conflictos, pero solucionándolos de manera pacífica, civilizada.

En 1820, Morillo se reunió con Bolívar en Santa Ana de Trujillo, Venezuela. No importó que el criollo les hubiera declarado la guerra a muerte y el otro fuera el asesino de la intelectualidad granadina y del sitio de Cartagena. Hablaron, se pusieron de acuerdo y firmaron un armisticio y la regularización de la guerra.

Aquí Uribe y Santos no pueden reunirse porque sus mezquinos intereses están por encima del interés nacional. Y, cuando en Valledupar familiares de Simón trinidad y Jorge 40 toman distancia de su hermano y padre, no faltan quienes minimicen el acto simbólico. Que pequeñez. Que mezquindad. Ya dijo Gaitán: el pueblo es superior a sus dirigentes.

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