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Columnista - 26 marzo, 2020

Las guerras bacteriológicas

Las bacterias y los virus son los mayores asesinos de la historia, después les sigue el sapiens pero cuando este se vale de ellos, les supera en letalidad. Son muchas las pandemias que la humanidad ha padecido ya por reacción de la naturaleza, ya por excesos y ambiciones de aquella. A muchas de ellas se […]

Las bacterias y los virus son los mayores asesinos de la historia, después les sigue el sapiens pero cuando este se vale de ellos, les supera en letalidad. Son muchas las pandemias que la humanidad ha padecido ya por reacción de la naturaleza, ya por excesos y ambiciones de aquella. A muchas de ellas se les ha querido coincidir con las profecías de Malaquías, de Nostradamus o con el Apocalipsis de Juan, pero no hay tal.

La primera peste de la cual tengamos noticia ocurrió en el antiguo Egipto como un castigo a los faraones. La National Geographic determinó que una explosión del volcán Santorini, situado en el mar Egeo, al verter sus excretas sobre el Nilo, produjo reacciones químicas generando las plagas referidas en los textos bíblicos. Después, muchas han tenido lugar como la peste bubónica que mató a 1 de 3 y la gripe española a 1 de cada 20 habitantes; fueron millones de muertes que el actual coronavirus no provocaría cuyas causas aún no están determinadas.

Versiones nos indican que es un fenómeno natural derivado de costumbres alimentarias de los chinos; otras dicen que el COVID-19 es una versión del SARS modificada en laboratorios. Ya se insinúa que en un laboratorio norteamericano pudo originarse  la molécula; y, en una conferencia que dictó Bill Gates en 2015 en los EE.UU, este insinuaba acerca de la tragedia que le vendría a la humanidad con un coronavirus con las características del actual.

Es curioso adelantarse con tanta claridad sobre un evento como este, Bill lo hizo. Incluso ya se dan nombres de los padres de tan infernal criatura pero son especulaciones. La maldad del hombre no tiene límites; en la guerra de EE.UU contra Vietnam se utilizó la viruela negra, el Napalm y el Agente Naranja cuando las armas convencionales no pudieron domeñar a los vietnamitas. Al leer las afirmaciones de la exdirectora del FMI, en el sentido de que los viejos son una carga para el mercado global, uno podría pensar que alguna estrategia maltusiana está en camino; esto lo ratifica el vice gobernador de California.

Algo raro hay en el asunto o no nos han dicho la verdad. El COVID-19 es un arma letal aunque hasta el momento no se conoce exactamente el tamaño de su letalidad, habría que esperar que termine su ciclo para comparar. Pero, ya especialistas en el tema estiman que será inferior al 1.4% de los contaminados lo que indicaría que estaría muy por debajo del Ébola, del SARS, del MERS y del N1H1. Si esto es así, ¿por qué aquellos no tuvieron el registro que el actual ha tenido? Para entonces ya las redes sociales funcionaban. ¿Cuáles son los criterios sanitarios para declarar una pandemia? ¿Número de países contaminados? ¿Porcentaje de muertes? Por algún lado leí que se requería un 12%.

Bueno, ahora la lógica insinúa que debemos acuartelarnos hasta nueva orden, no sabemos cuándo. Al menos, después de un aguacero sabemos que ya podemos salir pero aquí no vemos ni sentimos a nadie. Aún es tarde para medir las consecuencias de esta tragedia además de los miles de víctimas humanas.

Una consecuencia que ya se puede ver es la económica en todo el mundo. Las acciones en la bolsa mundial han caído; el Estado chino compró muchas acciones de empresas gringas y europeas a precio de vaca flaca. Si no sabes tirar el bumerang, no lo hagas.

Columnista
26 marzo, 2020

Las guerras bacteriológicas

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Napoleón de Armas P.

Las bacterias y los virus son los mayores asesinos de la historia, después les sigue el sapiens pero cuando este se vale de ellos, les supera en letalidad. Son muchas las pandemias que la humanidad ha padecido ya por reacción de la naturaleza, ya por excesos y ambiciones de aquella. A muchas de ellas se […]


Las bacterias y los virus son los mayores asesinos de la historia, después les sigue el sapiens pero cuando este se vale de ellos, les supera en letalidad. Son muchas las pandemias que la humanidad ha padecido ya por reacción de la naturaleza, ya por excesos y ambiciones de aquella. A muchas de ellas se les ha querido coincidir con las profecías de Malaquías, de Nostradamus o con el Apocalipsis de Juan, pero no hay tal.

La primera peste de la cual tengamos noticia ocurrió en el antiguo Egipto como un castigo a los faraones. La National Geographic determinó que una explosión del volcán Santorini, situado en el mar Egeo, al verter sus excretas sobre el Nilo, produjo reacciones químicas generando las plagas referidas en los textos bíblicos. Después, muchas han tenido lugar como la peste bubónica que mató a 1 de 3 y la gripe española a 1 de cada 20 habitantes; fueron millones de muertes que el actual coronavirus no provocaría cuyas causas aún no están determinadas.

Versiones nos indican que es un fenómeno natural derivado de costumbres alimentarias de los chinos; otras dicen que el COVID-19 es una versión del SARS modificada en laboratorios. Ya se insinúa que en un laboratorio norteamericano pudo originarse  la molécula; y, en una conferencia que dictó Bill Gates en 2015 en los EE.UU, este insinuaba acerca de la tragedia que le vendría a la humanidad con un coronavirus con las características del actual.

Es curioso adelantarse con tanta claridad sobre un evento como este, Bill lo hizo. Incluso ya se dan nombres de los padres de tan infernal criatura pero son especulaciones. La maldad del hombre no tiene límites; en la guerra de EE.UU contra Vietnam se utilizó la viruela negra, el Napalm y el Agente Naranja cuando las armas convencionales no pudieron domeñar a los vietnamitas. Al leer las afirmaciones de la exdirectora del FMI, en el sentido de que los viejos son una carga para el mercado global, uno podría pensar que alguna estrategia maltusiana está en camino; esto lo ratifica el vice gobernador de California.

Algo raro hay en el asunto o no nos han dicho la verdad. El COVID-19 es un arma letal aunque hasta el momento no se conoce exactamente el tamaño de su letalidad, habría que esperar que termine su ciclo para comparar. Pero, ya especialistas en el tema estiman que será inferior al 1.4% de los contaminados lo que indicaría que estaría muy por debajo del Ébola, del SARS, del MERS y del N1H1. Si esto es así, ¿por qué aquellos no tuvieron el registro que el actual ha tenido? Para entonces ya las redes sociales funcionaban. ¿Cuáles son los criterios sanitarios para declarar una pandemia? ¿Número de países contaminados? ¿Porcentaje de muertes? Por algún lado leí que se requería un 12%.

Bueno, ahora la lógica insinúa que debemos acuartelarnos hasta nueva orden, no sabemos cuándo. Al menos, después de un aguacero sabemos que ya podemos salir pero aquí no vemos ni sentimos a nadie. Aún es tarde para medir las consecuencias de esta tragedia además de los miles de víctimas humanas.

Una consecuencia que ya se puede ver es la económica en todo el mundo. Las acciones en la bolsa mundial han caído; el Estado chino compró muchas acciones de empresas gringas y europeas a precio de vaca flaca. Si no sabes tirar el bumerang, no lo hagas.