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Las esclavas, hoy hermanas de Jesús de Nazareno

Procesión Miércoles Santo, la esclavas del Señor y/o nazarenas cargan la imagen de “La Dolorosa”. Cortesía / Jhonnys Vega.

En Valledupar encontramos significativo desempeño de las mujeres en la ancestral celebración de la Semana Santa, que intenta preservar la relación especial con la misión que desempeñaron las mujeres que acompañaron a Jesús, el sacrificio y la entrega de la Virgen María. Por eso ellas cargan especialmente la imagen de la Dolorosa en la procesión del Miércoles Santo.

La tradición de las esclavas del Señor era hereditaria. Antes se disputaban además de asistir y participar de las ceremonias religiosas, tienen otras tareas como lavar y arreglar los manteles, los purificadores, los mantos, revestir los monumentos, hacer los arreglos florales, velar por la limpieza del templo. Ahora está encargada de las tres primeras labores, la señora Astrid González una hermana viuda, quien fuera esposa de Benito Galindo, varias veces presidente y capitán de la congregación.

En realidad, al presente hay muy pocas esclavas. A partir de la liberación femenina, la igualdad de derechos, hizo que las esclavas asumieran como Hermanas de Jesús de Nazareno, perdiéndose así muchos de los servicios que prestaban a la iglesia.

Varias de ellas afirman que ingresaron a la Hermandad, por ofrecimiento de sus padres o por sumisión religiosa. Cuando es por sumisión se someten a tres años de prueba como parte de los reglamentos internos, para observar cuál es su comportamiento, la conducta que observa en la hermandad. Si es positivo hace el juramento ante el Obispo, en este caso Monseñor Óscar José Vélez, acto que queda asentado en los libros de la comunidad. De esta manera pueden participar en todos los eventos religiosos de la iglesia y adquieren además derechos para ser invitados a seminarios, algunos recursos, gastos funerarios.

Petronila de la Cruz Alvárez Díaz, cuenta que sus padres vivían cerca al Callejón de la Estrella. “A la edad de dos años, sufrí una enfermedad y me ofrecieron a mi padre Jesús de Nazareno, mientras estuviera bajo la tutela de ellos y si era mi voluntad podía continuar. Yo vi que fue un milagro poder caminar. He quedado tan agradecida con mi padre Jesús de Nazareno que tengo más de sesenta años de estar consagrada a él. Crecí en la fe a tal grado que cuatro nietas, ya una está casada, han seguido con la misma misión detrás de Jesús. Ellas son Carmen Alicia, Kelly Johana y Olga Patricia Calderón”.

Agregó que “uno de mis hijos, bastante incrédulo, padre de tres niños, tuvo al niño menor enfermo, grave hospitalizado con macrocefalia. Al verlo tan mal, cayó de rodillas en el hospital y clamaba a Dios diciendo: Jesús de Nazareno “Yo nunca he andado revestido, como dice mi madre. Sana a mi hijo que yo te lo ofrezco”. Después de este ofrecimiento, tanto él como el médico quedaron admirados de la mejoría. Mi nieto fue revestido a los siete años y comenzó a caminar tras Jesús de Nazareno, a los siete años.

Revestirse es para nosotros una ceremonia muy especial, los hombres con la túnica morada y nosotras las mujeres de blanco, antes decimos nuestra oración de consagración a Jesús de Nazareno, que es una oración personal, secreta. La conocemos solo los que nos consagramos. Me la enseñó Eduardo Jiménez Reales. Él tenía más de 65 años en esos momentos y era mi mejor amigo en la congregación.

Rita Arias, una de las destacadas líderes de la Hermandad, relató que su padre Víctor Segundo Arias, quien también fue Capitán de los Hermanos Nazarenos, por una enfermedad que ella sufrió, la ofreció y a los nueve años fue revestida y allí continúa, porque su vida la considera un milagro de Dios.

Las aguateras van en las distintas procesiones con una tinaja de barro en la cabeza para la distribución del agua a los Hermanos. Dice Graciela Navas Arias, “conmigo van dos compañeras que caminan al lado mío, con un termo con hielo y los vasos, yo llevo un jarrito para poder sacar el agua de la tinaja y darla al sediento”.

Casi todas las esclavas, hoy Hermanas de Jesús Nazareno, provenían de familias campesinas asentadas en los barrios La Garita, El Cerezo y Cañaguate o de los corregimientos vecinos. En el momento hay más de 80 mujeres adultas mayores, adultas, jóvenes y niñas, que velan por la preservación de los ritos y la religiosidad de la Semana Santa, apoyando además la Semana Santa para los niños que inició el Padre Enrique Iceda en la Catedral del Rosario y le ha dado continuidad su actual Párroco, el Padre Morón.

Por Giomar Lucía Guerra / ESPECIAL EL PILÓN

Categories: Cultura
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