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Editorial - 14 julio, 2021

La visión de reforestar para superar la violencia

Por esas cosas de que la violencia es una partera de la historia  nos encontramos en la región de Valencia de Jesús con los primeros pasos   que dio hace tres décadas  Paulina Mejía de Castro, viuda del famoso Pedro Castro Monsalvo, con su marcado interés de sembrar árboles; había plantado decenas del nativo corazón fino […]

Por esas cosas de que la violencia es una partera de la historia  nos encontramos en la región de Valencia de Jesús con los primeros pasos   que dio hace tres décadas  Paulina Mejía de Castro, viuda del famoso Pedro Castro Monsalvo, con su marcado interés de sembrar árboles; había plantado decenas del nativo corazón fino y entregado en comodato al Inderena,  la vieja entidad de bosques del Estado, un espacio para que estableciera un vivero para la zona, con especies propias.

Pero un tiempo después,  debido a la situación de orden público, en dos ocasiones la guerrilla sustrajo buena parte del ganado, doña Paulina  decidió cambiar la orientación productiva, pasando de ganadería  a buscar apoyo en la industria de la  madera. En una encrucijada difícil, Alfonso López Michelsen le dio aliento. Octogenaria, decidió junto a sus 3 hijas irse por el negocio de más largo plazo en la región, cuando no podía visualizar los frutos que hoy evidenciamos.

En alianza con Pizano, una firma nacional que luego se liquidó, comenzó la reforestación. Actualmente, la sociedad  Pameca S.A, con las iniciales de su nombre,  es independiente y continúa reforestando, en cabeza de María Victoria Saade, otra enamorada de la naturaleza.

La reforestación con fines comerciales tiene aportes interesantes al medio ambiente y al entorno  paisajístico. De una parte provee la madera necesaria para la región y la industria, y frena la tala de bosque nativo. Esas plantaciones comúnmente se establecen en suelos pobres que han sido degradados por la  ganadería tradicional, de  tal suerte que ayuda a recuperar el suelo, a restablecer la cobertura vegetal, a proteger las cuencas,  a mejorar el régimen de lluvias, como en general el bosque contribuye a regular el ciclo hidrológico. Restaura el ecosistema y captura el CO2, dióxido de carbono, para  lograr salir al mercado mundial  de bonos ambientales.  

Los animales -felinos, zainos, venados, primates, aves- han vuelto a las plantaciones de la especie comercial Melina, cuya apetecida madera  es aserrada en el lugar, cuando no es exportada en bruto.

La empresa no ha desestimado los inconvenientes que presentan los cultivos con ‘especies únicas’ por lo que, al establecer estos árboles comerciales, deja corredores ecológicos de bosques que son de importancia para el ecosistema y el control fitosanitario.

En ese orden, son llamativas  las  400 hectáreas de bosque primario, entre ellas 200 del paisaje del cerro El Tunal, a las que solo le hace falta el trámite ante la autoridad ambiental para declararlas parque o ‘Reserva Natural de la Sociedad Civil’.

Como ese es un territorio del árbol se ha plantado desde hace 25 años un bosque de 40 hectáreas de variedades nativas de tolúa, ceiba y roble. Ahora que plantar árboles es un propósito universal -la Gobernación se propuso sembrar dos millones en el cuatrienio-  resaltamos la visión de la primera empresa reforestadora del departamento,  que pronto completará el millón y medio de árboles en el Zanjón, cruce a Pueblo Bello.

Editorial
14 julio, 2021

La visión de reforestar para superar la violencia

Por esas cosas de que la violencia es una partera de la historia  nos encontramos en la región de Valencia de Jesús con los primeros pasos   que dio hace tres décadas  Paulina Mejía de Castro, viuda del famoso Pedro Castro Monsalvo, con su marcado interés de sembrar árboles; había plantado decenas del nativo corazón fino […]


Por esas cosas de que la violencia es una partera de la historia  nos encontramos en la región de Valencia de Jesús con los primeros pasos   que dio hace tres décadas  Paulina Mejía de Castro, viuda del famoso Pedro Castro Monsalvo, con su marcado interés de sembrar árboles; había plantado decenas del nativo corazón fino y entregado en comodato al Inderena,  la vieja entidad de bosques del Estado, un espacio para que estableciera un vivero para la zona, con especies propias.

Pero un tiempo después,  debido a la situación de orden público, en dos ocasiones la guerrilla sustrajo buena parte del ganado, doña Paulina  decidió cambiar la orientación productiva, pasando de ganadería  a buscar apoyo en la industria de la  madera. En una encrucijada difícil, Alfonso López Michelsen le dio aliento. Octogenaria, decidió junto a sus 3 hijas irse por el negocio de más largo plazo en la región, cuando no podía visualizar los frutos que hoy evidenciamos.

En alianza con Pizano, una firma nacional que luego se liquidó, comenzó la reforestación. Actualmente, la sociedad  Pameca S.A, con las iniciales de su nombre,  es independiente y continúa reforestando, en cabeza de María Victoria Saade, otra enamorada de la naturaleza.

La reforestación con fines comerciales tiene aportes interesantes al medio ambiente y al entorno  paisajístico. De una parte provee la madera necesaria para la región y la industria, y frena la tala de bosque nativo. Esas plantaciones comúnmente se establecen en suelos pobres que han sido degradados por la  ganadería tradicional, de  tal suerte que ayuda a recuperar el suelo, a restablecer la cobertura vegetal, a proteger las cuencas,  a mejorar el régimen de lluvias, como en general el bosque contribuye a regular el ciclo hidrológico. Restaura el ecosistema y captura el CO2, dióxido de carbono, para  lograr salir al mercado mundial  de bonos ambientales.  

Los animales -felinos, zainos, venados, primates, aves- han vuelto a las plantaciones de la especie comercial Melina, cuya apetecida madera  es aserrada en el lugar, cuando no es exportada en bruto.

La empresa no ha desestimado los inconvenientes que presentan los cultivos con ‘especies únicas’ por lo que, al establecer estos árboles comerciales, deja corredores ecológicos de bosques que son de importancia para el ecosistema y el control fitosanitario.

En ese orden, son llamativas  las  400 hectáreas de bosque primario, entre ellas 200 del paisaje del cerro El Tunal, a las que solo le hace falta el trámite ante la autoridad ambiental para declararlas parque o ‘Reserva Natural de la Sociedad Civil’.

Como ese es un territorio del árbol se ha plantado desde hace 25 años un bosque de 40 hectáreas de variedades nativas de tolúa, ceiba y roble. Ahora que plantar árboles es un propósito universal -la Gobernación se propuso sembrar dos millones en el cuatrienio-  resaltamos la visión de la primera empresa reforestadora del departamento,  que pronto completará el millón y medio de árboles en el Zanjón, cruce a Pueblo Bello.