Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 13 diciembre, 2018

La triada del poder

El poder total consta de tres elementos: el poder económico, el imperial y el religioso. El primero en aparecer fue el económico, siendo el comercio una de sus primeras actividades, prehistóricas, podríamos decir; los primeros intercambios comerciales se hacían en especies pero con el crecimiento de estos surgió la idea de monetizarlos. La acumulación de […]

El poder total consta de tres elementos: el poder económico, el imperial y el religioso. El primero en aparecer fue el económico, siendo el comercio una de sus primeras actividades, prehistóricas, podríamos decir; los primeros intercambios comerciales se hacían en especies pero con el crecimiento de estos surgió la idea de monetizarlos. La acumulación de la prosperidad económica en manos de unos pocos comerciantes hizo pensar en algún tipo de organización política que les garantizara sus actividades y fue ahí cuando surgió el imperio de la ley a través de un Estado ejecutor y protector. Pero la dependencia atávica de la humanidad de las fuerzas del más allá, una especie de degradación que hoy se conoce como emanación, permitió que las religiones hicieran parte activa de todas las actividades; sin el poder divino les era difícil gobernar; el argumento es que todo poder viene de Dios en nombre del cual se instalaron las monarquías y los imperios se consolidaron. Desde épocas inmemoriales, los sacerdotes hacían parte de los gobiernos, en Grecia los hierofantes gozaban de mucho prestigio, igual que en el antiguo Egipto. Hipócrates, p.ej., era un sacerdote del dios Asclepio, el dios griego de la medicina; la casta sacerdotal egipcia seguía las enseñanzas de la diosa Isis; Hammurabi hizo el primer código por orden de Marduk, dios babilónico, 1776 años a. C; Jeremías, hizo el primer texto bíblico, por orden de Josías, rey de Judá, unos 600 años a. C.; los persas escribieron el Zend Avesta y los hindúes el Mahabarata; los cristianos, con la complicidad del imperio romano, completaron la Biblia al finalizar el siglo IV. Poco después, Mahoma inventó su propio dios a quien llamó Alá, para aglutinar a los musulmanes alrededor de la guerra y así conquistó la Meca. Todas las corrientes religiosas tuvieron un marco teórico. Así se completó la triada o trinidad del poder que gobierna gran parte del mundo con un solo Dios, en especial a los países tercermundistas. En Colombia esta situación es crítica; en la era del dominio conservador, el poder religioso fue patético, diluido un poco con la república liberal. Creíamos que con la constitución de 1991 seríamos un país laico, pero no ha sido así; las iglesias llamadas cristianas han fortalecido su poder político, por encima, incluso, de la iglesia católica pues están inclinando la balanza en favor de regímenes oscurantistas como los vividos en épocas de monseñor Builes; ahora no se incita a matar liberales porque ya no existen, pero sí matar líderes sociales y perseguir personas que propongan nuevos paradigmas socio-económicos para los cuales se busca la muerte política; esta es una política oficial. Cuando se nombra a diplomáticos de la más alta categoría a personajes como Alejandro Ordóñez, del nicho del Opus Dei, a Pacho Santos, el mentor del frente capital de las AUC, y a Vivian Morales, la líder “cristiana” del NO a la paz, el mensaje es que Colombia es un reducto del confesionalismo dogmático y guerrerista que actúa contra los nuevos herejes.

Esa es la imagen del país en el exterior. Colombia requiere un Estado 100% laico, la religiosidad le quita capacidad crítica al ciudadano sin fortalecer sus espíritus. Las iglesias post constitución del 91 son centros de acumulación de dinero. A mis lectores les recomiendo, con mucho respeto, leer por YouTube un documental titulado “Los magnates de Dios, de aquí y ahora”.

Luis Napoleón de Armas P.

Columnista
13 diciembre, 2018

La triada del poder

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Napoleón de Armas P.

El poder total consta de tres elementos: el poder económico, el imperial y el religioso. El primero en aparecer fue el económico, siendo el comercio una de sus primeras actividades, prehistóricas, podríamos decir; los primeros intercambios comerciales se hacían en especies pero con el crecimiento de estos surgió la idea de monetizarlos. La acumulación de […]


El poder total consta de tres elementos: el poder económico, el imperial y el religioso. El primero en aparecer fue el económico, siendo el comercio una de sus primeras actividades, prehistóricas, podríamos decir; los primeros intercambios comerciales se hacían en especies pero con el crecimiento de estos surgió la idea de monetizarlos. La acumulación de la prosperidad económica en manos de unos pocos comerciantes hizo pensar en algún tipo de organización política que les garantizara sus actividades y fue ahí cuando surgió el imperio de la ley a través de un Estado ejecutor y protector. Pero la dependencia atávica de la humanidad de las fuerzas del más allá, una especie de degradación que hoy se conoce como emanación, permitió que las religiones hicieran parte activa de todas las actividades; sin el poder divino les era difícil gobernar; el argumento es que todo poder viene de Dios en nombre del cual se instalaron las monarquías y los imperios se consolidaron. Desde épocas inmemoriales, los sacerdotes hacían parte de los gobiernos, en Grecia los hierofantes gozaban de mucho prestigio, igual que en el antiguo Egipto. Hipócrates, p.ej., era un sacerdote del dios Asclepio, el dios griego de la medicina; la casta sacerdotal egipcia seguía las enseñanzas de la diosa Isis; Hammurabi hizo el primer código por orden de Marduk, dios babilónico, 1776 años a. C; Jeremías, hizo el primer texto bíblico, por orden de Josías, rey de Judá, unos 600 años a. C.; los persas escribieron el Zend Avesta y los hindúes el Mahabarata; los cristianos, con la complicidad del imperio romano, completaron la Biblia al finalizar el siglo IV. Poco después, Mahoma inventó su propio dios a quien llamó Alá, para aglutinar a los musulmanes alrededor de la guerra y así conquistó la Meca. Todas las corrientes religiosas tuvieron un marco teórico. Así se completó la triada o trinidad del poder que gobierna gran parte del mundo con un solo Dios, en especial a los países tercermundistas. En Colombia esta situación es crítica; en la era del dominio conservador, el poder religioso fue patético, diluido un poco con la república liberal. Creíamos que con la constitución de 1991 seríamos un país laico, pero no ha sido así; las iglesias llamadas cristianas han fortalecido su poder político, por encima, incluso, de la iglesia católica pues están inclinando la balanza en favor de regímenes oscurantistas como los vividos en épocas de monseñor Builes; ahora no se incita a matar liberales porque ya no existen, pero sí matar líderes sociales y perseguir personas que propongan nuevos paradigmas socio-económicos para los cuales se busca la muerte política; esta es una política oficial. Cuando se nombra a diplomáticos de la más alta categoría a personajes como Alejandro Ordóñez, del nicho del Opus Dei, a Pacho Santos, el mentor del frente capital de las AUC, y a Vivian Morales, la líder “cristiana” del NO a la paz, el mensaje es que Colombia es un reducto del confesionalismo dogmático y guerrerista que actúa contra los nuevos herejes.

Esa es la imagen del país en el exterior. Colombia requiere un Estado 100% laico, la religiosidad le quita capacidad crítica al ciudadano sin fortalecer sus espíritus. Las iglesias post constitución del 91 son centros de acumulación de dinero. A mis lectores les recomiendo, con mucho respeto, leer por YouTube un documental titulado “Los magnates de Dios, de aquí y ahora”.

Luis Napoleón de Armas P.