Publicidad
Categorías
Categorías
Editorial - 16 marzo, 2023

La Sierra Nevada también es de Valledupar

Se conoce como decisión democrática aquella, que sustancial, tiene el concurso o ha sido dada a conocer previamente a personas, grupo social o estamento, que se se afectarían con la determinación del Estado.

Se conoce como decisión democrática aquella, que sustancial, tiene el concurso o ha sido dada a conocer previamente a personas, grupo social o estamento, que se se afectarían con la determinación del Estado. En la de ampliar el Parque Nacional Sierra Nevada en más de 170.000 hectáreas no se tuvo en cuenta el interés del municipio de Valledupar, de su alcalde y concejo, ni del departamental, ni de la comunidad vallenata y regional.

Se partió de la base de que era suficiente con la opinión de los pueblos indígenas asentados en la Sierra, pero no la del pueblo vallenato y sus representantes. Es sorprendente que ante el fin plausible de prevenir la depredación, la deforestación y la actividad minera en áreas por proteger se haya dirigido la ampliación a cercenar el derecho de una población que en dos décadas alcanzará el millón de habitantes, a tener un almacenamiento de agua, como lo tienen casi todas las ciudades capitales de Colombia al lado de un río y una alta montaña, para ser usada en las épocas del verano, regulando los caudales del río Guatapurí, y, al tiempo, aprovechándolos en un proyecto multi – propósito de generación de energía eléctrica limpia y renovable, de fuente para cultivar la tierra seca mediante un distrito de riego y producir alimentos; para desarrollar, en el cuerpo de agua, proyectos productivos como el turismo, la piscicultura y generar empleos e ingresos para la población del entorno, sean indígenas, campesinos afrodescendientes, todos ciudadanos con derechos (y deberes ) a la existencia y al goce en paz.

Si observamos atrás con detenimiento todos esos beneficios, desde los ambientales de regulación y de generación de energía, hasta los más productivos, coinciden con los propósitos del presidente Petro. De modo que desde estas páginas siempre apoyamos el proyecto (que no es una represa sino un embalse lateral) bajo los criterios de que pudiese ser el fruto de un acuerdo entre los pueblos de la Sierra y el pueblo de Valledupar.

Después de la frustración en el pasado gobierno, en que se impidió alcanzar el diseño definitivo de ingeniería, porque los consultores técnicos no pudieron entrar al terreno a hacer pruebas y mediciones por oposición de algunos sectores indígenas, guardamos la esperanza de que el actual gobierno, en aras del diálogo eficaz, pudiera sacar adelante el proyecto. Hasta se recomendó designarle una gerencia que pronto, en ejercicio del llamado al diálogo de sectores contrapuestos por parte del presente gobierno, llegase a acuerdos con los indígenas, ya que sus condiciones debían ser atendidas especialmente.

Pero cuando, ilusionados con Petro, se tenía la oportunidad de darle, con un solo disparo, a varios blancos a la vez (a los ejes de transformación de su gobierno), se prefirió botar la pistola. Pierde Valledupar , afectándose su crecimiento y su seguridad alimentaria, el Cesar, y pierde el Gobierno nacional. ¿Qué obra dejará realizada el presente gobierno en el Cesar?

La aspiración colectiva del embalse tiene más de 60 años. Fue propuesto para el riego agrícola; luego como fuente del acueducto. Inspiró a los dirigentes fundadores del departamento, a los gremios, a la Cámara de Comercio, a los líderes sociales y cívicos, a gobernadores y alcaldes. Hay profusos documentos y análisis que lo respaldan, emanados de aquellos, de expertos y de técnicos de Planeación Nacional. Además, como lo recogió el análisis de expertos convocados por el Observatorio del Caribe Colombiano, al celebrarse en el 2000 los 450 a

ños de Valledupar, el proyecto debía ejecutarse, sin dejar de hacer agresivamente las tareas de la preservación de la cuenca del río.

La activa ministra del medio ambiente, Susana Muhamad, había paradójicamente declarado “después de la Niña viene el Niño, esas son las paradojas del clima (…) cómo hacemos para recoger agua en los momentos donde hay exceso y tenerla para después” (El Tiempo, 4 de septiembre de 2022).

Si los centralistas halagos políticos y electorales del gobierno Duque, como dicen los sectores enfrentados, habría dado al traste con el liderazgo arhuaco, hoy en infernal disputa, nos tememos que las huellas de este centralismo ambiental, con moderna inspiración, vayan a generar una irreconciliable fractura histórica entre la comunidad indígena de La Sierra y el pueblo y la dirigencia de Valledupar. Con respeto, es desilusionante, señor presidente de La República.

Editorial
16 marzo, 2023

La Sierra Nevada también es de Valledupar

Se conoce como decisión democrática aquella, que sustancial, tiene el concurso o ha sido dada a conocer previamente a personas, grupo social o estamento, que se se afectarían con la determinación del Estado.


Se conoce como decisión democrática aquella, que sustancial, tiene el concurso o ha sido dada a conocer previamente a personas, grupo social o estamento, que se se afectarían con la determinación del Estado. En la de ampliar el Parque Nacional Sierra Nevada en más de 170.000 hectáreas no se tuvo en cuenta el interés del municipio de Valledupar, de su alcalde y concejo, ni del departamental, ni de la comunidad vallenata y regional.

Se partió de la base de que era suficiente con la opinión de los pueblos indígenas asentados en la Sierra, pero no la del pueblo vallenato y sus representantes. Es sorprendente que ante el fin plausible de prevenir la depredación, la deforestación y la actividad minera en áreas por proteger se haya dirigido la ampliación a cercenar el derecho de una población que en dos décadas alcanzará el millón de habitantes, a tener un almacenamiento de agua, como lo tienen casi todas las ciudades capitales de Colombia al lado de un río y una alta montaña, para ser usada en las épocas del verano, regulando los caudales del río Guatapurí, y, al tiempo, aprovechándolos en un proyecto multi – propósito de generación de energía eléctrica limpia y renovable, de fuente para cultivar la tierra seca mediante un distrito de riego y producir alimentos; para desarrollar, en el cuerpo de agua, proyectos productivos como el turismo, la piscicultura y generar empleos e ingresos para la población del entorno, sean indígenas, campesinos afrodescendientes, todos ciudadanos con derechos (y deberes ) a la existencia y al goce en paz.

Si observamos atrás con detenimiento todos esos beneficios, desde los ambientales de regulación y de generación de energía, hasta los más productivos, coinciden con los propósitos del presidente Petro. De modo que desde estas páginas siempre apoyamos el proyecto (que no es una represa sino un embalse lateral) bajo los criterios de que pudiese ser el fruto de un acuerdo entre los pueblos de la Sierra y el pueblo de Valledupar.

Después de la frustración en el pasado gobierno, en que se impidió alcanzar el diseño definitivo de ingeniería, porque los consultores técnicos no pudieron entrar al terreno a hacer pruebas y mediciones por oposición de algunos sectores indígenas, guardamos la esperanza de que el actual gobierno, en aras del diálogo eficaz, pudiera sacar adelante el proyecto. Hasta se recomendó designarle una gerencia que pronto, en ejercicio del llamado al diálogo de sectores contrapuestos por parte del presente gobierno, llegase a acuerdos con los indígenas, ya que sus condiciones debían ser atendidas especialmente.

Pero cuando, ilusionados con Petro, se tenía la oportunidad de darle, con un solo disparo, a varios blancos a la vez (a los ejes de transformación de su gobierno), se prefirió botar la pistola. Pierde Valledupar , afectándose su crecimiento y su seguridad alimentaria, el Cesar, y pierde el Gobierno nacional. ¿Qué obra dejará realizada el presente gobierno en el Cesar?

La aspiración colectiva del embalse tiene más de 60 años. Fue propuesto para el riego agrícola; luego como fuente del acueducto. Inspiró a los dirigentes fundadores del departamento, a los gremios, a la Cámara de Comercio, a los líderes sociales y cívicos, a gobernadores y alcaldes. Hay profusos documentos y análisis que lo respaldan, emanados de aquellos, de expertos y de técnicos de Planeación Nacional. Además, como lo recogió el análisis de expertos convocados por el Observatorio del Caribe Colombiano, al celebrarse en el 2000 los 450 a

ños de Valledupar, el proyecto debía ejecutarse, sin dejar de hacer agresivamente las tareas de la preservación de la cuenca del río.

La activa ministra del medio ambiente, Susana Muhamad, había paradójicamente declarado “después de la Niña viene el Niño, esas son las paradojas del clima (…) cómo hacemos para recoger agua en los momentos donde hay exceso y tenerla para después” (El Tiempo, 4 de septiembre de 2022).

Si los centralistas halagos políticos y electorales del gobierno Duque, como dicen los sectores enfrentados, habría dado al traste con el liderazgo arhuaco, hoy en infernal disputa, nos tememos que las huellas de este centralismo ambiental, con moderna inspiración, vayan a generar una irreconciliable fractura histórica entre la comunidad indígena de La Sierra y el pueblo y la dirigencia de Valledupar. Con respeto, es desilusionante, señor presidente de La República.