En un caso crónico de inseguridad se convirtió el diario vivir de los habitantes del barrio Pontevedra, ubicado en el norte de Valledupar. Los hurtos, atracos y raponazos ocurren regularmente, como suceden en otros barrios de la ciudad, solo que aquí la diferencia la marca la voz de la comunidad que no se queda callada cuando ocurre un hecho delictivo.
La iglesia Espíritu Santo y sus feligreses se convirtieron en unas de las víctimas, debido a que mientras asisten a la santa misa, los delincuentes saquean sus vehículos estacionados en los alrededores. Lo mismo ha ocurrido con otros vecinos que han sido víctimas del robo de sus carros estacionados en las puertas de sus casas y en el peor de los casos de los asaltos por parte de apartamenteros que aprovechan para llevarse lo que encuentran a su paso.
El padre Yamit Martínez, párroco del Espíritu Santo, ha tomado la vocería de la situación y ha puesto el ‘grito en el cielo’, cada vez que ocurre un hecho y debe ser que por eso que las autoridades en pleno acudieron a escuchar a esta comunidad que logró que en menos de dos meses que les instalaran dos alarmas comunitarias, aumentaran el cuadrante y crearan el frente de seguridad para que se de una reacción inmediata por parte de la comunidad y las autoridades ante cualquier emergencia en el sector.
Curiosamente al día siguiente de la instalación de las alarmas comunitarias (el pasado jueves seis de abril), los ladrones entraron a una vivienda vecina de la iglesia Espíritu Santo y robaron elementos de valor y dinero en efectivo.
El caso de Pontevedra que se extiende a los barrios vecinos San Carlos, Los Ángeles, San Joaquín, Ciudad Jardín y Serranilla, es un buen reto para las autoridades para disminuir la inseguridad en este sector. Es clave la colaboración de la ciudadanía para alertar ante la presencia de personas sospechosas, pero también es clave la reacción oportuna de las autoridades y la presencia de la Policía, que no puede llegar solo cuando sucede un nuevo hecho delictivo.
La seguridad de Pontevedra es el florero de Llorente para que se piense en grande y se aborde la seguridad de los vallenatos de otra manera, con mayor compromiso y dinamismo (aún siguen las quejas de la población porque no siempre tienen eco las llamadas al 123).
Algo está pasando y es bueno que revisen qué es. La seguridad atañe a todos, es una tarea de la Policía Nacional, del alcalde Augusto Ramírez Uhía, de los líderes comunitarios y de la población en general.