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Columnista - 31 mayo, 2012

La reforma tributaria y las mipymes

Por: Andrés Quintero Olmos Una correcta reforma tributaria puede dar tres tipos de oportunidades: igualar las desigualdades existentes, financiar el presupuesto estatal inherentemente deficitario y formalizar el perentorio empleo informal. Comencemos con este último tema. En el 2011, el recaudo tributario sólo representó el 13.4% del PIB (a sabiendas que éste aumentó sustancialmente en los […]

Por: Andrés Quintero Olmos

Una correcta reforma tributaria puede dar tres tipos de oportunidades: igualar las desigualdades existentes, financiar el presupuesto estatal inherentemente deficitario y formalizar el perentorio empleo informal. Comencemos con este último tema.

En el 2011, el recaudo tributario sólo representó el 13.4% del PIB (a sabiendas que éste aumentó sustancialmente en los últimos años). Pero si lo comparamos con otros países cercanos a nosotros, como Chile y Brasil, observamos que los recaudos de éstos duplican el nuestro. Una de las grandes causas de este pobre recaudo fiscal es la abismal informalidad existente en este país: la proporción de ocupados informales es de 50.8%.

La pregunta del millón es la siguiente: ¿cómo aumentar el recaudo nacional sin que exista repercusiones negativas en la informalidad subyacente del país?
La futura reforma tributaria que prepara el gobierno parece haber entendido que gran parte de las empresas en Colombia no pagan impuesto: 72% de las empresas que declararon renta el año pasado no pagaron nada al fisco. Sin embargo, el riesgo es que la reforma aumente directa o indirectamente el tributo de las micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes), que representan 95% de los establecimientos privados y 80% de los empleos existentes en este país.

Algunos especialistas han afirmados que para reducir la informalidad en Colombia se necesitaría bajar sustancialmente los costos laborales, es decir, principalmente el salario mínimo y todos los parafiscales. Esta idea descansa sobre el supuesto siguiente: al reducir el costo laboral se crean mayores incentivos económicos para la formalización de negocios o empleos informales, y de esta manera se agranda el recaudo nacional.

La idea es osada y políticamente irrealizable pero muestra el verdadero costo de oportunidad existente en torno a la informalidad en el mercado laboral. Si en Colombia la mayoría de la población activa es informal no es más porque el costo de oportunidad de ser formal es demasiado alto (y esto sin tener en cuenta las economías ilegales paralelas). Además de esto existen desincentivos determinantes para la formalización, como por ejemplo el hecho que 84.6% de los informales en el país gocen de seguridad social: los informales no perciben claramente cuales serían los beneficios tras la formalización de sus actividades.

De esta manera, ante la importante informalidad existente, pareciera que desde ya los costos laborales y tributarios para las Mipymes están suficientemente altos como para añadirles un aumento fiscal.

La lógica es la siguiente: mientras el costo de formalización siga alto y los beneficios directos de la formalización no sean explícitos, la informalidad en este país no bajará de manera sustancial y no permitirá que el recaudo nacional crezca sustancialmente.

Por consiguiente, la reforma tributaria deberá cuidarse de promover cualquier aumento tributario con impacto en las Mipymes puesto que podría crear más incentivos perversos para la tan deseada formalización de la economía. El riesgo es que debido al querer de la reforma se amplíe aún más la informalidad y, por tanto, el recaudo nacional disminuya, cuando el objetivo ab initio era aumentarlo. Llamémoslo círculo vicioso tributario.

Twitter: @QuinteroOlmos

Columnista
31 mayo, 2012

La reforma tributaria y las mipymes

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Andrés E. Quintero Olmos

Por: Andrés Quintero Olmos Una correcta reforma tributaria puede dar tres tipos de oportunidades: igualar las desigualdades existentes, financiar el presupuesto estatal inherentemente deficitario y formalizar el perentorio empleo informal. Comencemos con este último tema. En el 2011, el recaudo tributario sólo representó el 13.4% del PIB (a sabiendas que éste aumentó sustancialmente en los […]


Por: Andrés Quintero Olmos

Una correcta reforma tributaria puede dar tres tipos de oportunidades: igualar las desigualdades existentes, financiar el presupuesto estatal inherentemente deficitario y formalizar el perentorio empleo informal. Comencemos con este último tema.

En el 2011, el recaudo tributario sólo representó el 13.4% del PIB (a sabiendas que éste aumentó sustancialmente en los últimos años). Pero si lo comparamos con otros países cercanos a nosotros, como Chile y Brasil, observamos que los recaudos de éstos duplican el nuestro. Una de las grandes causas de este pobre recaudo fiscal es la abismal informalidad existente en este país: la proporción de ocupados informales es de 50.8%.

La pregunta del millón es la siguiente: ¿cómo aumentar el recaudo nacional sin que exista repercusiones negativas en la informalidad subyacente del país?
La futura reforma tributaria que prepara el gobierno parece haber entendido que gran parte de las empresas en Colombia no pagan impuesto: 72% de las empresas que declararon renta el año pasado no pagaron nada al fisco. Sin embargo, el riesgo es que la reforma aumente directa o indirectamente el tributo de las micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes), que representan 95% de los establecimientos privados y 80% de los empleos existentes en este país.

Algunos especialistas han afirmados que para reducir la informalidad en Colombia se necesitaría bajar sustancialmente los costos laborales, es decir, principalmente el salario mínimo y todos los parafiscales. Esta idea descansa sobre el supuesto siguiente: al reducir el costo laboral se crean mayores incentivos económicos para la formalización de negocios o empleos informales, y de esta manera se agranda el recaudo nacional.

La idea es osada y políticamente irrealizable pero muestra el verdadero costo de oportunidad existente en torno a la informalidad en el mercado laboral. Si en Colombia la mayoría de la población activa es informal no es más porque el costo de oportunidad de ser formal es demasiado alto (y esto sin tener en cuenta las economías ilegales paralelas). Además de esto existen desincentivos determinantes para la formalización, como por ejemplo el hecho que 84.6% de los informales en el país gocen de seguridad social: los informales no perciben claramente cuales serían los beneficios tras la formalización de sus actividades.

De esta manera, ante la importante informalidad existente, pareciera que desde ya los costos laborales y tributarios para las Mipymes están suficientemente altos como para añadirles un aumento fiscal.

La lógica es la siguiente: mientras el costo de formalización siga alto y los beneficios directos de la formalización no sean explícitos, la informalidad en este país no bajará de manera sustancial y no permitirá que el recaudo nacional crezca sustancialmente.

Por consiguiente, la reforma tributaria deberá cuidarse de promover cualquier aumento tributario con impacto en las Mipymes puesto que podría crear más incentivos perversos para la tan deseada formalización de la economía. El riesgo es que debido al querer de la reforma se amplíe aún más la informalidad y, por tanto, el recaudo nacional disminuya, cuando el objetivo ab initio era aumentarlo. Llamémoslo círculo vicioso tributario.

Twitter: @QuinteroOlmos