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Columnista - 12 abril, 2014

La Profecía (segunda parte)

Dolorosa advertencia y acertado vaticinio convertido magistralmente en paseo vallenato, por el prolífico compositor guajiro Julio Oñate Martínez, quien en su condición de hijo de esta tierra, es fiel testigo de la tragedia ambiental de la región y del campo que el tanto ama, (es además Ingeniero Agrónomo). El folclorista supo plasmar y convertir con […]

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Dolorosa advertencia y acertado vaticinio convertido magistralmente en paseo vallenato, por el prolífico compositor guajiro Julio Oñate Martínez, quien en su condición de hijo de esta tierra, es fiel testigo de la tragedia ambiental de la región y del campo que el tanto ama, (es además Ingeniero Agrónomo). El folclorista supo plasmar y convertir con su musa un lamento en canción, narrando toda esa amarga epopeya vivida por nuestra flora y fauna, a causa de nuestra mano avasalladora y destructora, lo sorprendente es que en esta obra ganadora del concurso Canción Inédita del Festival de la Leyenda Vallenata en el año de 1976, pronosticó en gran parte y con muchos años de anticipación lo que está ocurriendo casi cuatro décadas después en nuestro territorio.

Según estudios del IDEAM y en una publicación hecha varios lustros atrás, se afirma que desde 1930 se viene presentando una continua anomalía de calentamiento y disminución de los glaciares en toda la tierra, y nuestra Sierra Nevada la cual es la formación montañosa litoral más alta del planeta y el sistema glaciar más cercano al mar en el mundo: No es la excepción. Para el año de 1950, la superficie total cubierta de nieve de la Sierra medida en hectáreas era de 22.312, ahora en los albores del siglo XXI solo quedan 7.140 hectáreas, es decir, indudablemente suscitada por agentes antrópicos como cultivos ilegales, empleo de agroquímicos, quemas, tala indiscriminada, consumo de productos químicos que liberan fluorocarbonos y gases de invernadero produciendo así el calentamiento global y destrucción de la capa de ozono, minería, uso irracional de los recursos, entre otros muchos factores; se depredaron en total 15.172 hectáreas de nieve en 64 años y se provocó en promedio el deshielo de aproximadamente 237 hectáreas anuales, una devastación acelerada y lastimosamente irreversible. Por eso además de las campañas a nivel personal, que debemos hacer la comunidad en general, los entes gubernamentales, las ONG, la empresa privada y pública, e incluso la academia, deben mirar la posibilidad urgente de adelantar una cruzada que permita prorrogar la tragedia que se aproxima y comprometerse en hacerlo pronto, antes de que sea demasiado tarde.

¿Qué hacer? Pues primeramente entre otras gestiones, tratar de recuperar las cuencas de todos los ríos que nacen en la Sierra Nevada, como lo son el Cesar, Ranchería, Palomino, Don Diego, Guatapurí, Fundación, Aracataca, reforestando sus riberas, lo que además de retardar y hasta quizás evitar la muerte total de la nevada, causaría un significativo incremento de la flora y fauna, aumento del caudal hídrico, permitiendo la reactivación de la agricultura, el otro punto a seguir es la construcción urgente de una represa que garantice el abastecimiento de agua para la inevitable escasez que se acerca.

Por mi parte doy mi primer paso con esta columna, haciendo un llamado a la sociedad desde esta tribuna, exhortándolos a no quedarse con los brazos cruzados en torno a esta grave problemática que a todos nos afecta. Como un pequeño aporte para tratar de salvar un legado, que hoy día muere y que sin duda, inocentemente o no, también ayude a destruir.

Columnista
12 abril, 2014

La Profecía (segunda parte)

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Julio Mario Celedon

Dolorosa advertencia y acertado vaticinio convertido magistralmente en paseo vallenato, por el prolífico compositor guajiro Julio Oñate Martínez, quien en su condición de hijo de esta tierra, es fiel testigo de la tragedia ambiental de la región y del campo que el tanto ama, (es además Ingeniero Agrónomo). El folclorista supo plasmar y convertir con […]


Dolorosa advertencia y acertado vaticinio convertido magistralmente en paseo vallenato, por el prolífico compositor guajiro Julio Oñate Martínez, quien en su condición de hijo de esta tierra, es fiel testigo de la tragedia ambiental de la región y del campo que el tanto ama, (es además Ingeniero Agrónomo). El folclorista supo plasmar y convertir con su musa un lamento en canción, narrando toda esa amarga epopeya vivida por nuestra flora y fauna, a causa de nuestra mano avasalladora y destructora, lo sorprendente es que en esta obra ganadora del concurso Canción Inédita del Festival de la Leyenda Vallenata en el año de 1976, pronosticó en gran parte y con muchos años de anticipación lo que está ocurriendo casi cuatro décadas después en nuestro territorio.

Según estudios del IDEAM y en una publicación hecha varios lustros atrás, se afirma que desde 1930 se viene presentando una continua anomalía de calentamiento y disminución de los glaciares en toda la tierra, y nuestra Sierra Nevada la cual es la formación montañosa litoral más alta del planeta y el sistema glaciar más cercano al mar en el mundo: No es la excepción. Para el año de 1950, la superficie total cubierta de nieve de la Sierra medida en hectáreas era de 22.312, ahora en los albores del siglo XXI solo quedan 7.140 hectáreas, es decir, indudablemente suscitada por agentes antrópicos como cultivos ilegales, empleo de agroquímicos, quemas, tala indiscriminada, consumo de productos químicos que liberan fluorocarbonos y gases de invernadero produciendo así el calentamiento global y destrucción de la capa de ozono, minería, uso irracional de los recursos, entre otros muchos factores; se depredaron en total 15.172 hectáreas de nieve en 64 años y se provocó en promedio el deshielo de aproximadamente 237 hectáreas anuales, una devastación acelerada y lastimosamente irreversible. Por eso además de las campañas a nivel personal, que debemos hacer la comunidad en general, los entes gubernamentales, las ONG, la empresa privada y pública, e incluso la academia, deben mirar la posibilidad urgente de adelantar una cruzada que permita prorrogar la tragedia que se aproxima y comprometerse en hacerlo pronto, antes de que sea demasiado tarde.

¿Qué hacer? Pues primeramente entre otras gestiones, tratar de recuperar las cuencas de todos los ríos que nacen en la Sierra Nevada, como lo son el Cesar, Ranchería, Palomino, Don Diego, Guatapurí, Fundación, Aracataca, reforestando sus riberas, lo que además de retardar y hasta quizás evitar la muerte total de la nevada, causaría un significativo incremento de la flora y fauna, aumento del caudal hídrico, permitiendo la reactivación de la agricultura, el otro punto a seguir es la construcción urgente de una represa que garantice el abastecimiento de agua para la inevitable escasez que se acerca.

Por mi parte doy mi primer paso con esta columna, haciendo un llamado a la sociedad desde esta tribuna, exhortándolos a no quedarse con los brazos cruzados en torno a esta grave problemática que a todos nos afecta. Como un pequeño aporte para tratar de salvar un legado, que hoy día muere y que sin duda, inocentemente o no, también ayude a destruir.