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Editorial - 18 junio, 2018

La posición poselectoral

Con 10 millones 369 mil votos, la votación más alta en la historia del país, Iván Duque Márquez es el nuevo presidente de Colombia, de quien esperamos que en sus tareas de gobierno priorice curar las heridas de la polarización de la intensa campaña electoral que terminó ayer. Duque debe empezar a simbolizar la unidad nacional […]

Con 10 millones 369 mil votos, la votación más alta en la historia del país, Iván Duque Márquez es el nuevo presidente de Colombia, de quien esperamos que en sus tareas de gobierno priorice curar las heridas de la polarización de la intensa campaña electoral que terminó ayer.

Duque debe empezar a simbolizar la unidad nacional y debe garantizar los derechos y libertades de todos los colombianos. Esperamos que cumpla con lo que dijo ayer en su discurso como presidente electo: “No más divisiones, pensemos en un país de todos y para todos”.

Pero la tarea no solo es de un mandatario, es de sus seguidores y contradictores para que surjan verdaderos compromisos donde las partes cedan y comprendan que el país va primero, que la política no debe ser excluyente.
Con el ejercicio democrático de ayer queda demostrado que Colombia ha cambiado, que en la política han cesado las balas, pero lamentablemente se mantienen los odios plasmados en campañas sucias, llenas de señalamientos descarnados e inescrupulosos. En el periodo poselectoral deben cesar los ataques, la distorsión de la realidad.

Sin embargo, es evidente que se puede hacer política con polos opuestos, que la izquierda también tiene posibilidades de tomar las riendas de este país. Los ocho millones de votos de Petro y los más de 800 mil en blanco deben comprometer a Duque a hacer un buen gobierno, lejos de la politiquería, de la corrupción que ha llevado a los electores a desprenderse de las maquinarias. De no hacer bien la tarea en su periodo de gobierno, Duque abriría la puerta para que la izquierda repunte en las próximas elecciones.

Consideramos que Petro no es un perdedor, por el contrario es el líder de una fuerza política que ayudará a equilibrar la balanza en la política del país, con la curul que se le otorgará en el Senado de la República será el líder de la oposición. En este punto reiteramos, que no concebimos que al opositor político se le estigmatice como el enemigo al que hay que aniquilar, argumentando que es una amenaza para la estabilidad del país; debemos iniciar un proceso de reconciliación y de escuchar a la diferencia.

Petro también debe entender que su manera de ver y hacer política no es aceptada por el país, debe entender mejor el clamor del pueblo, sin incentivar el odio en sus discursos y así la mayoría lo acoja.

Tenemos que seguir encontrando maneras de convivir a pesar de nuestras diferencias, buscar formas para que la violencia no sea la solución a las divisiones profundas. El problema no es la diferencia de opiniones, sino la manera de tratar esas diferencias.

Para concluir, felicitamos a la Fuerza Pública por el acompañamiento a los electores, a la Registraduría por la celeridad y transparencia con que se desarrolló el conteo de votos, que en menos de una hora les permitieron a los colombianos saber quién será su presidente a partir del próximo 7 de agosto.

Editorial
18 junio, 2018

La posición poselectoral

Con 10 millones 369 mil votos, la votación más alta en la historia del país, Iván Duque Márquez es el nuevo presidente de Colombia, de quien esperamos que en sus tareas de gobierno priorice curar las heridas de la polarización de la intensa campaña electoral que terminó ayer. Duque debe empezar a simbolizar la unidad nacional […]


Con 10 millones 369 mil votos, la votación más alta en la historia del país, Iván Duque Márquez es el nuevo presidente de Colombia, de quien esperamos que en sus tareas de gobierno priorice curar las heridas de la polarización de la intensa campaña electoral que terminó ayer.

Duque debe empezar a simbolizar la unidad nacional y debe garantizar los derechos y libertades de todos los colombianos. Esperamos que cumpla con lo que dijo ayer en su discurso como presidente electo: “No más divisiones, pensemos en un país de todos y para todos”.

Pero la tarea no solo es de un mandatario, es de sus seguidores y contradictores para que surjan verdaderos compromisos donde las partes cedan y comprendan que el país va primero, que la política no debe ser excluyente.
Con el ejercicio democrático de ayer queda demostrado que Colombia ha cambiado, que en la política han cesado las balas, pero lamentablemente se mantienen los odios plasmados en campañas sucias, llenas de señalamientos descarnados e inescrupulosos. En el periodo poselectoral deben cesar los ataques, la distorsión de la realidad.

Sin embargo, es evidente que se puede hacer política con polos opuestos, que la izquierda también tiene posibilidades de tomar las riendas de este país. Los ocho millones de votos de Petro y los más de 800 mil en blanco deben comprometer a Duque a hacer un buen gobierno, lejos de la politiquería, de la corrupción que ha llevado a los electores a desprenderse de las maquinarias. De no hacer bien la tarea en su periodo de gobierno, Duque abriría la puerta para que la izquierda repunte en las próximas elecciones.

Consideramos que Petro no es un perdedor, por el contrario es el líder de una fuerza política que ayudará a equilibrar la balanza en la política del país, con la curul que se le otorgará en el Senado de la República será el líder de la oposición. En este punto reiteramos, que no concebimos que al opositor político se le estigmatice como el enemigo al que hay que aniquilar, argumentando que es una amenaza para la estabilidad del país; debemos iniciar un proceso de reconciliación y de escuchar a la diferencia.

Petro también debe entender que su manera de ver y hacer política no es aceptada por el país, debe entender mejor el clamor del pueblo, sin incentivar el odio en sus discursos y así la mayoría lo acoja.

Tenemos que seguir encontrando maneras de convivir a pesar de nuestras diferencias, buscar formas para que la violencia no sea la solución a las divisiones profundas. El problema no es la diferencia de opiniones, sino la manera de tratar esas diferencias.

Para concluir, felicitamos a la Fuerza Pública por el acompañamiento a los electores, a la Registraduría por la celeridad y transparencia con que se desarrolló el conteo de votos, que en menos de una hora les permitieron a los colombianos saber quién será su presidente a partir del próximo 7 de agosto.