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Editorial - 12 enero, 2019

La plaza de Patillal

“Alumbra y no deja ver las estrellas”, “eso era una sabana donde se sentaban en taburetes en las tardes con guitarras y acordeones a componer y esos se murieron o casi ya no vienen por aquí”, “gracias a Tuto, ya viene con el megacolegio”. “A la gallera de Juan Daza tocará arreglarle el frente feo”, […]

“Alumbra y no deja ver las estrellas”, “eso era una sabana donde se sentaban en taburetes en las tardes con guitarras y acordeones a componer y esos se murieron o casi ya no vienen por aquí”, “gracias a Tuto, ya viene con el megacolegio”. “A la gallera de Juan Daza tocará arreglarle el frente feo”, “Falta hacer todas las calles en adoquines calados pa que salga el pastico”, “esta plaza no la tiene el valle” y rematan los turistas: “Que haga piscinas públicas, con entrada a mil, que la gente se refresque y venga en la noche a gozar el parque”, “de donde va a salir gente pa llenar esto si no viene de afuera”; cierra el joven que funge de poeta, se acerca y dice: “Y entonces…esto da pa un foro de EL PILÓN”.

Este tipo de conversaciones vespertinas y al calor de la luna fueron escuchadas en Patillal por nuestros reporteros en la época de vacaciones con ocasión de la trascendental y bonita obra que puso en servicio la Alcaldía con la cual se presentó un hito principal del recorrido turístico de la denominada “Ruta de Escalona”. Por su impacto ni el secretario de Obras quiso quedar fuera de la placa.

Una obra de esa magnitud en medio de pocas casas, la gran mayoría con agradables patios campesinos, genera desafío en la pequeña comunidad. ¿Se adecuará el entorno a ese estilo moderno de plaza de gran ciudad?  ¿Se generará una gran valorización de predios?  ¿Se abrirán restaurantes, hostales, cafés? ¿Estos serán el complemento necesario de balnearios como el de La Mina? Serán sostenibles esos negocios dada la estacionalidad del turismo? ¿Se ordenará siguiendo lo indicado en el POT, en cuyo último proyecto se abordó la planeación de los corregimientos?  Se mantendrá la afluencia de gente como masiva fue en esta época? ¿Dejarán algunas familias patillaleras ese lugar para mantener sus casas de visita de fin de semana? ¿Se convertirá Patillal en una población dormitorio de Valledupar?

¿Dejará ver la plaza a la propia y entrañable Patillal? Es evidente la satisfacción de los residentes. Lo cual muestra que las obras no por ser de cemento imponen una visión errada de la gestión de gobierno. En este caso se trata de un parque contemplativo y al tiempo recreacional, – un acierto del diseño de la Universidad Nacional- en el que en las tardes el pueblo encuentra en el deporte una actividad saludable y reconfortante y digna para el bienestar.  

Es imperioso hacer  mantenimiento de la obra, que usa materiales finos y de exigente preservación, de integrar y adecuar el parque de las monedas, obra que hizo hace 9 años la administración, y en fin darle sostenibilidad turística y cultural a un sitio para que el alcalde siga cantando “como un buen hijo cuando pise tierra patillalera”.

Editorial
12 enero, 2019

La plaza de Patillal

“Alumbra y no deja ver las estrellas”, “eso era una sabana donde se sentaban en taburetes en las tardes con guitarras y acordeones a componer y esos se murieron o casi ya no vienen por aquí”, “gracias a Tuto, ya viene con el megacolegio”. “A la gallera de Juan Daza tocará arreglarle el frente feo”, […]


“Alumbra y no deja ver las estrellas”, “eso era una sabana donde se sentaban en taburetes en las tardes con guitarras y acordeones a componer y esos se murieron o casi ya no vienen por aquí”, “gracias a Tuto, ya viene con el megacolegio”. “A la gallera de Juan Daza tocará arreglarle el frente feo”, “Falta hacer todas las calles en adoquines calados pa que salga el pastico”, “esta plaza no la tiene el valle” y rematan los turistas: “Que haga piscinas públicas, con entrada a mil, que la gente se refresque y venga en la noche a gozar el parque”, “de donde va a salir gente pa llenar esto si no viene de afuera”; cierra el joven que funge de poeta, se acerca y dice: “Y entonces…esto da pa un foro de EL PILÓN”.

Este tipo de conversaciones vespertinas y al calor de la luna fueron escuchadas en Patillal por nuestros reporteros en la época de vacaciones con ocasión de la trascendental y bonita obra que puso en servicio la Alcaldía con la cual se presentó un hito principal del recorrido turístico de la denominada “Ruta de Escalona”. Por su impacto ni el secretario de Obras quiso quedar fuera de la placa.

Una obra de esa magnitud en medio de pocas casas, la gran mayoría con agradables patios campesinos, genera desafío en la pequeña comunidad. ¿Se adecuará el entorno a ese estilo moderno de plaza de gran ciudad?  ¿Se generará una gran valorización de predios?  ¿Se abrirán restaurantes, hostales, cafés? ¿Estos serán el complemento necesario de balnearios como el de La Mina? Serán sostenibles esos negocios dada la estacionalidad del turismo? ¿Se ordenará siguiendo lo indicado en el POT, en cuyo último proyecto se abordó la planeación de los corregimientos?  Se mantendrá la afluencia de gente como masiva fue en esta época? ¿Dejarán algunas familias patillaleras ese lugar para mantener sus casas de visita de fin de semana? ¿Se convertirá Patillal en una población dormitorio de Valledupar?

¿Dejará ver la plaza a la propia y entrañable Patillal? Es evidente la satisfacción de los residentes. Lo cual muestra que las obras no por ser de cemento imponen una visión errada de la gestión de gobierno. En este caso se trata de un parque contemplativo y al tiempo recreacional, – un acierto del diseño de la Universidad Nacional- en el que en las tardes el pueblo encuentra en el deporte una actividad saludable y reconfortante y digna para el bienestar.  

Es imperioso hacer  mantenimiento de la obra, que usa materiales finos y de exigente preservación, de integrar y adecuar el parque de las monedas, obra que hizo hace 9 años la administración, y en fin darle sostenibilidad turística y cultural a un sitio para que el alcalde siga cantando “como un buen hijo cuando pise tierra patillalera”.