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Columnista - 3 octubre, 2014

La paz sí es rentable

Sorprende que en Colombia después que el grupo influyente de los “cacaos”, el presidente Santos, el 80% del congreso, el fiscal, el contralor, los medios masivos de comunicación, la academia, y lo más importante, la población civil de manera mayoritaria, coinciden en que lo mejor para el país es poner término al conflicto interno a […]

Sorprende que en Colombia después que el grupo influyente de los “cacaos”, el presidente Santos, el 80% del congreso, el fiscal, el contralor, los medios masivos de comunicación, la academia, y lo más importante, la población civil de manera mayoritaria, coinciden en que lo mejor para el país es poner término al conflicto interno a través de la negociación política, aún subsistan sectores que defiendan la continuidad de la guerra como fórmula para lograr el mismo fin. Esa es una de las conclusiones que un grupo de investigadores de la Universidad de los Andes encabezado por la decana de la Facultad de Economía, doctora Ana María Ibañez, resalta en el libro de reciente publicación titulado “Costos económicos y sociales del conflicto en Colombia ¿Cómo construir un posconflicto sostenible?” El propósito es precisar los beneficios económicos y sociales que traería para el país el fin del conflicto. Aunque se reconoce las altas inversiones que se requerirán para alcanzar un posconflicto sostenible, también se consideran los beneficios de largo plazo que recibirían los colombianos en un país en paz. Demuestran la doctora Ibañez y colaboradores que la violencia y la incertidumbre que genera el conflicto armado reducen la producción económica. Las firmas y los productores agropecuarios producen menos por los mayores costos que implica producir en medio de la guerra; evitan dedicarse a actividades rentables, pero de alto riesgo, debido a la percepción de vivir en un horizonte de tiempo más corto; reducen sus inversiones y las concentran en activos fáciles de monetizar; y en casos extremos prefieren mantener su capital líquido para poder disponer de él en alguna emergencia. Los efectos de esto no son despreciables. Un estudio de Edgar Villa, Manuel Moscoso y Jorge Restrepo muestra que hoy debido al conflicto el PIB departamental en Colombia demora 18.5 años en duplicarse. Sin el conflicto, demoraría 8.5 años, es decir se ahorrarían 10 años. Felipe Pinilla estima que el conflicto causa una reducción anual en el PIB agropecuario del 3.1%; PIB cuyo crecimiento promedio desde 2001 ha sido 2.4%. Ambas cifras son elocuentes y no necesitan mucha explicación. Note el lector que estos análisis no son de un centro, ni de un medio de comunicación “servil” del terrorismo, como es la expresión de moda de la ultraderecha para descalificar; son científicos de la Universidad de los Andes, considerada una de las consentidas del empresariado colombiano. De manera pues que a estas alturas, el proceso de paz se torna irreversible y lo que falta es la necesaria dosis de paciencia, persistencia y grandeza histórica para entender que el legado de Caín y Abel hay que sepultarlo en un arca de infinitas claves donde sus infinitas llaves sean sepultadas y oxidadas por las aguas de nuestro Caribe inmenso. [email protected]

Columnista
3 octubre, 2014

La paz sí es rentable

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Raúl Bermúdez Márquez

Sorprende que en Colombia después que el grupo influyente de los “cacaos”, el presidente Santos, el 80% del congreso, el fiscal, el contralor, los medios masivos de comunicación, la academia, y lo más importante, la población civil de manera mayoritaria, coinciden en que lo mejor para el país es poner término al conflicto interno a […]


Sorprende que en Colombia después que el grupo influyente de los “cacaos”, el presidente Santos, el 80% del congreso, el fiscal, el contralor, los medios masivos de comunicación, la academia, y lo más importante, la población civil de manera mayoritaria, coinciden en que lo mejor para el país es poner término al conflicto interno a través de la negociación política, aún subsistan sectores que defiendan la continuidad de la guerra como fórmula para lograr el mismo fin. Esa es una de las conclusiones que un grupo de investigadores de la Universidad de los Andes encabezado por la decana de la Facultad de Economía, doctora Ana María Ibañez, resalta en el libro de reciente publicación titulado “Costos económicos y sociales del conflicto en Colombia ¿Cómo construir un posconflicto sostenible?” El propósito es precisar los beneficios económicos y sociales que traería para el país el fin del conflicto. Aunque se reconoce las altas inversiones que se requerirán para alcanzar un posconflicto sostenible, también se consideran los beneficios de largo plazo que recibirían los colombianos en un país en paz. Demuestran la doctora Ibañez y colaboradores que la violencia y la incertidumbre que genera el conflicto armado reducen la producción económica. Las firmas y los productores agropecuarios producen menos por los mayores costos que implica producir en medio de la guerra; evitan dedicarse a actividades rentables, pero de alto riesgo, debido a la percepción de vivir en un horizonte de tiempo más corto; reducen sus inversiones y las concentran en activos fáciles de monetizar; y en casos extremos prefieren mantener su capital líquido para poder disponer de él en alguna emergencia. Los efectos de esto no son despreciables. Un estudio de Edgar Villa, Manuel Moscoso y Jorge Restrepo muestra que hoy debido al conflicto el PIB departamental en Colombia demora 18.5 años en duplicarse. Sin el conflicto, demoraría 8.5 años, es decir se ahorrarían 10 años. Felipe Pinilla estima que el conflicto causa una reducción anual en el PIB agropecuario del 3.1%; PIB cuyo crecimiento promedio desde 2001 ha sido 2.4%. Ambas cifras son elocuentes y no necesitan mucha explicación. Note el lector que estos análisis no son de un centro, ni de un medio de comunicación “servil” del terrorismo, como es la expresión de moda de la ultraderecha para descalificar; son científicos de la Universidad de los Andes, considerada una de las consentidas del empresariado colombiano. De manera pues que a estas alturas, el proceso de paz se torna irreversible y lo que falta es la necesaria dosis de paciencia, persistencia y grandeza histórica para entender que el legado de Caín y Abel hay que sepultarlo en un arca de infinitas claves donde sus infinitas llaves sean sepultadas y oxidadas por las aguas de nuestro Caribe inmenso. [email protected]