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Columnista - 13 enero, 2020

La niña que conmovió al mundo

La niñez es aquella etapa de la vida, marcada por la inocencia, el juego y la alegría. Los niños mientras sean niños, no deberían involucrarse en los conflictos de los adultos, y esta es quizá una de las grandes tragedias de la sociedad contemporánea. Se delega en el niño la responsabilidad de trabajar, o de […]

La niñez es aquella etapa de la vida, marcada por la inocencia, el juego y la alegría. Los niños mientras sean niños, no deberían involucrarse en los conflictos de los adultos, y esta es quizá una de las grandes tragedias de la sociedad contemporánea.

Se delega en el niño la responsabilidad de trabajar, o de cuidar de sus hermanitos menores, o son arrojados a la calle para ejercer la mendicidad, o la prostitución. Nuestras leyes protectoras de la niñez y la juventud, son a menudo avasalladas por la cruel realidad de una sociedad enferma y de un Estado demasiado limitado para enfrentar tanto oprobio.

Finalizando el año 2019, el mundo se estremeció con el discurso de Greta Thunberg una joven escandinava de tan solo 16 años que, con elocuencia suma, le enrostra al mundo su atrevimiento de acudir a la juventud en busca de esperanza, cuando no se emprenden las acciones para salvar el planeta del calentamiento global.

Es que los gases con efecto invernadero, el deshielo de los glaciares, la extinción de la fauna y la flora, la pérdida del agua como recurso natural no renovable, no parecen servir de nada, ante la obcecada e ilimitada codicia humana.

Tenía que ser una joven escandinava la que, ante la Cumbre Climática, en tono enfático y al borde de las lágrimas recriminara a los mandatarios del mundo por haberle robado sus sueños de reducir los gases de efecto invernadero a un 50% y les pide que se dejen de pronunciar discursos retóricos y falaces caracterizados por la inacción.

Comienza un nuevo año, y bueno es meditar acerca de lo que puedo hacer yo, para evitar el daño de nuestra casa común, al decir de Francisco, reciclando la basura, empleando menos tiempo en la ducha, consumiendo bebidas sin el pitillo, reutilizando las bolsas cuando vamos a los almacenes de cadena, no arrojando basura a la calle, y utilizando los pañales de tela.

En fin son muchas, y muy variadas las formas de ayudar, desde lo individual hacia lo colectivo, de lo menos a lo más. ¡Aún estamos a tiempo de salvar el planeta!

Nota de cierre: 24 víctimas mortales, varias docenas de desaparecidos, 5 millones de hectáreas arrasadas, y la cuasi extinción del coala, es el saldo trágico que hasta ahora dejan los incendios forestales en Australia.

Columnista
13 enero, 2020

La niña que conmovió al mundo

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Dario Arregoces

La niñez es aquella etapa de la vida, marcada por la inocencia, el juego y la alegría. Los niños mientras sean niños, no deberían involucrarse en los conflictos de los adultos, y esta es quizá una de las grandes tragedias de la sociedad contemporánea. Se delega en el niño la responsabilidad de trabajar, o de […]


La niñez es aquella etapa de la vida, marcada por la inocencia, el juego y la alegría. Los niños mientras sean niños, no deberían involucrarse en los conflictos de los adultos, y esta es quizá una de las grandes tragedias de la sociedad contemporánea.

Se delega en el niño la responsabilidad de trabajar, o de cuidar de sus hermanitos menores, o son arrojados a la calle para ejercer la mendicidad, o la prostitución. Nuestras leyes protectoras de la niñez y la juventud, son a menudo avasalladas por la cruel realidad de una sociedad enferma y de un Estado demasiado limitado para enfrentar tanto oprobio.

Finalizando el año 2019, el mundo se estremeció con el discurso de Greta Thunberg una joven escandinava de tan solo 16 años que, con elocuencia suma, le enrostra al mundo su atrevimiento de acudir a la juventud en busca de esperanza, cuando no se emprenden las acciones para salvar el planeta del calentamiento global.

Es que los gases con efecto invernadero, el deshielo de los glaciares, la extinción de la fauna y la flora, la pérdida del agua como recurso natural no renovable, no parecen servir de nada, ante la obcecada e ilimitada codicia humana.

Tenía que ser una joven escandinava la que, ante la Cumbre Climática, en tono enfático y al borde de las lágrimas recriminara a los mandatarios del mundo por haberle robado sus sueños de reducir los gases de efecto invernadero a un 50% y les pide que se dejen de pronunciar discursos retóricos y falaces caracterizados por la inacción.

Comienza un nuevo año, y bueno es meditar acerca de lo que puedo hacer yo, para evitar el daño de nuestra casa común, al decir de Francisco, reciclando la basura, empleando menos tiempo en la ducha, consumiendo bebidas sin el pitillo, reutilizando las bolsas cuando vamos a los almacenes de cadena, no arrojando basura a la calle, y utilizando los pañales de tela.

En fin son muchas, y muy variadas las formas de ayudar, desde lo individual hacia lo colectivo, de lo menos a lo más. ¡Aún estamos a tiempo de salvar el planeta!

Nota de cierre: 24 víctimas mortales, varias docenas de desaparecidos, 5 millones de hectáreas arrasadas, y la cuasi extinción del coala, es el saldo trágico que hasta ahora dejan los incendios forestales en Australia.