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La mirada del mosquito

Ahora viene a mi cabeza un minicuento de Yalal Al-Din Rumi: “Te pareces a un mosquito que se cree importante. Al ver una brizna de paja flotando en un charco de orina de cerdo, el mosquito alza la cabeza y piensa: —Hace mucho tiempo que sueño con el mar y con un barco: ¡y aquí están por fin! —”. Así -como a este insecto-veo a la dirigencia política, a la academia y a la sociedad civil ante el proyecto de la Universidad Nacional sede Cesar.

Hace diez años pudo consolidarse la idea de construir en el Cesar una sede de la UNAL. Después de varias luchas y gestiones se consiguió que la Gobernación comprara el lote (Cristian Moreno Panezo) y firmara un contrato por más de $ 38.000 millones con la Unión Temporal Uninal Cesar, para construir el campus en un plazo de 18 meses: de agosto de 2013 a febrero de 2015 (Luis A. Monsalvo Gnecco). Sin embargo, han pasado 27 meses y los contratistas no han cumplido. El contrato lleva cinco prórrogas, se han invertido $ 58.000 millones y todavía hace falta el 25 % de la obra. La Contraloría General de la República informó sobre un hallazgo fiscal por $ 2.634 millones por pagos de cemento vencido y acero oxidado. Asimismo, estima que la obra podría terminar costando el doble por falta de planeación.

Sí, este proyecto ha desnudado la dejadez y la ceguera de los políticos. Los hechos pueden servir de juez: Moreno Panezo manifestó que compraría el predio y construiría parte de la obra, pero finalmente solo hizo lo primero. Monsalvo Gnecco no dio para elegir a un contratista honesto e idóneo para la ejecución. Franco Ovalle, el gobernador actual, no ha mostrado el suficiente liderazgo y entusiasmo. El resto de la clase dirigente del Departamento luce insensible, ignorante y pequeñita frente al tema. Y, para completar la pirámide de poder, el gobierno central ha exhibido una actitud de desgano, casi de fastidio.

Por otro lado, a la sociedad civil (me incluyo) le ha faltado más perseverancia, dinamismo y sentido crítico. Aunque ha sido una lucha que ha contado con el apoyo de muchos ciudadanos, en especial de algunos cesarenses egresados de la UNAL, es necesaria una organización y una movilización más categórica que garantice un control riguroso durante todas las etapas del proceso. No hay que dejarse meter los dedos en la boca, toca estar ahí, patrullando las jugadas de los políticos. Además, resulta pertinente que la academia regional (UPC, Udes, Área Andina, colegios…) se unan por fin en una sola voz, una voz franca, penetrante y fornida que exteriorice una visión: la Unal puede transformar la historia del Cesar y la Región Caribe.

No se trata de menoscabar el trabajo que muchos han realizado hasta ahora, sino de comprender que hace falta mucho, mucho. La verdadera lucha apenas está iniciando, hay que permanecer con los ojos abiertos (me incluyo).

Una universidad no se cimienta ni se consolida de la noche a la mañana, para dar pasos precisos se debe ser nítido y vigoroso. Por supuesto, no deja de resultar plausible que el rector Ignacio Mantilla anunciara la apertura de la facultad de medicina, que se conformara una veeduría ciudadana para inspeccionar el desarrollo de las obras faltantes, que el contralor general Edgardo Maya por fin encaminara sus ojos hacia el proyecto y que Mauricito Cárdenas, el hombre de la plata en la capital, se comprometiera con $ 10.000 millones para el funcionamiento.

Yalal Al-Din Rumi, escritor nacido el 30 de septiembre de 1207 en Balj, actual Afganistán, nos muestra en su minicuento ‘La mirada del mosquito’ la falta de visión de un tipo que se deja encandilar por la soberbia y la pereza de ir más allá. Así noto a los políticos, a la academia y a la sociedad civil, consideran (quizás consideramos) que han hecho demasiado, que todo está listo o que hace falta poco, pero realmente solo han dejado una brizna de paja flotando en un charco de orina de cerdo.

Por Carlos César Silva

@ccsilva86

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