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Editorial - 12 marzo, 2016

La Mesa de la paz

En la zona corregimental de Valledupar, a escasos 20 minutos, se encuentra una comunidad que ya ha vivido la guerra y la paz. Se trata del corregimiento de La Mesa, donde hace diez años se desmovilizó el exjefe paramilitar Rodrigo Tovar Pupo, alias ‘Jorge 40’, quien entregó sus armas junto a 2.545 hombres del frente […]

En la zona corregimental de Valledupar, a escasos 20 minutos, se encuentra una comunidad que ya ha vivido la guerra y la paz. Se trata del corregimiento de La Mesa, donde hace diez años se desmovilizó el exjefe paramilitar Rodrigo Tovar Pupo, alias ‘Jorge 40’, quien entregó sus armas junto a 2.545 hombres del frente Mártires del Cesar.

La comunidad de La Mesa sabe lo que es vivir con miedo, sometida a las órdenes de un grupo armado ilegal, de ser víctima de los castigos que recibían si no obedecían las directrices de los comandantes que mandaban en la zona, como el temido ‘39’.

Antes de que llegara la época oscura del paramilitarismo, este poblado ya era laboratorio de paz. Allí ubicaron a un grupo de desmovilizados del EPL (Ejército Popular de Liberación) para que realizaran proyectos productivos y se insertaran a la vida civil, como en efecto se cumplió.

La Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR) conmemoró ayer en este corregimiento los 10 años de la desmovilización de las autodefensas en el territorio y de manera simbólica organizó un partido de fútbol con hijos de excombatientes, el cual se llevó a cabo en la cancha donde se hizo el acto multitudinario de desmovilización en el 2010. Fue esa misma cancha donde amarraban a los hombres de la comunidad que no obedecían las órdenes impartidas por los paramilitares, la que se encuentra a pocos metros de la piedra de los lamentos, llamada así porque justo ahí quedaba un retén en el que muchos rogaron por sus vidas, y que hoy está pintada con los colores de la bandera de Colombia.

La Mesa es un modelo para lo que viene, para el anhelado posconflicto, sus habitantes ya están curtidos en esas lides de la reconciliación, del perdón y de la reintegración. Se puede aprender mucho de su experiencia y debería ser punto obligado de partida para los nuevos escenarios.

Los campesinos de la vereda La Cuba- Putumayo, una de las doce veredas del corregimiento de Azúcar Buena (La Mesa) son un prototipo de laboratorio de paz, promovido por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, que a través de proyectos de asistencia técnica capacitó a los campesinos en producción y comercialización de plátano, café, aguacate, tomate y cacao, entre otros. Volvieron a ser productivos y entre todos restauraron el puente que los comunicaba con el casco urbano para sacar sus productos, como símbolo de paz, pues este fue usado por los paramilitares para controlar la salida y la entrada a la zona.

Esta experiencia positiva merece todo el reconocimiento y es digna de emular en otras zonas del departamento del Cesar. La Mesa de la paz está en Valledupar.

Editorial
12 marzo, 2016

La Mesa de la paz

En la zona corregimental de Valledupar, a escasos 20 minutos, se encuentra una comunidad que ya ha vivido la guerra y la paz. Se trata del corregimiento de La Mesa, donde hace diez años se desmovilizó el exjefe paramilitar Rodrigo Tovar Pupo, alias ‘Jorge 40’, quien entregó sus armas junto a 2.545 hombres del frente […]


En la zona corregimental de Valledupar, a escasos 20 minutos, se encuentra una comunidad que ya ha vivido la guerra y la paz. Se trata del corregimiento de La Mesa, donde hace diez años se desmovilizó el exjefe paramilitar Rodrigo Tovar Pupo, alias ‘Jorge 40’, quien entregó sus armas junto a 2.545 hombres del frente Mártires del Cesar.

La comunidad de La Mesa sabe lo que es vivir con miedo, sometida a las órdenes de un grupo armado ilegal, de ser víctima de los castigos que recibían si no obedecían las directrices de los comandantes que mandaban en la zona, como el temido ‘39’.

Antes de que llegara la época oscura del paramilitarismo, este poblado ya era laboratorio de paz. Allí ubicaron a un grupo de desmovilizados del EPL (Ejército Popular de Liberación) para que realizaran proyectos productivos y se insertaran a la vida civil, como en efecto se cumplió.

La Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR) conmemoró ayer en este corregimiento los 10 años de la desmovilización de las autodefensas en el territorio y de manera simbólica organizó un partido de fútbol con hijos de excombatientes, el cual se llevó a cabo en la cancha donde se hizo el acto multitudinario de desmovilización en el 2010. Fue esa misma cancha donde amarraban a los hombres de la comunidad que no obedecían las órdenes impartidas por los paramilitares, la que se encuentra a pocos metros de la piedra de los lamentos, llamada así porque justo ahí quedaba un retén en el que muchos rogaron por sus vidas, y que hoy está pintada con los colores de la bandera de Colombia.

La Mesa es un modelo para lo que viene, para el anhelado posconflicto, sus habitantes ya están curtidos en esas lides de la reconciliación, del perdón y de la reintegración. Se puede aprender mucho de su experiencia y debería ser punto obligado de partida para los nuevos escenarios.

Los campesinos de la vereda La Cuba- Putumayo, una de las doce veredas del corregimiento de Azúcar Buena (La Mesa) son un prototipo de laboratorio de paz, promovido por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, que a través de proyectos de asistencia técnica capacitó a los campesinos en producción y comercialización de plátano, café, aguacate, tomate y cacao, entre otros. Volvieron a ser productivos y entre todos restauraron el puente que los comunicaba con el casco urbano para sacar sus productos, como símbolo de paz, pues este fue usado por los paramilitares para controlar la salida y la entrada a la zona.

Esta experiencia positiva merece todo el reconocimiento y es digna de emular en otras zonas del departamento del Cesar. La Mesa de la paz está en Valledupar.