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Columnista - 26 diciembre, 2018

La mermelada tóxica

De los proyectos que tramita el Congreso de la República se suele decir que se sabe lo que entra pero no se sabe lo que sale al final para sanción presidencial. El proyecto de ley acto legislativo no ha sido la excepción, convertido en una verdadera colcha de retazos. Y entre retazo y retazo se […]

De los proyectos que tramita el Congreso de la República se suele decir que se sabe lo que entra pero no se sabe lo que sale al final para sanción presidencial. El proyecto de ley acto legislativo no ha sido la excepción, convertido en una verdadera colcha de retazos. Y entre retazo y retazo se coló un artículo mediante el cual se crea el Fondo de Inversiones de Iniciativa Congresional, el cual importaron del proyecto de acto legislativo de la reforma política.

La iniciativa partió de la senadora del Centro democrático Paloma Valencia y en virtud de la misma el Congreso y los congresistas recobran la iniciativa del gasto que le estaba vedada, pudiendo presentar y aprobar proyectos de inversión específicos. Las críticas no se hicieron esperar, dado que con ello se estarían reviviendo los execrados “auxilios parlamentarios” que tanto se abominan.

La Constituyente de 1991 quiso cortar por lo sano, para evitar que la gangrena de la corrupción corroyera el parlamento y proscribió los auxilios parlamentarios a través del artículo 355 de la Constitución Política. Pero, a poco andar, el lugar de los “auxilios parlamentarios” lo vinieron a ocupar los denominados “fondos de cofinanciación” y el “Fondo Interministerial”. Posteriormente los “fondos de cofinanciación” y el “Fondo Interministerial” mutan y se convierten en los “cupos indicativos”.

Además de la distorsión presupuestal que han significado estas distintas modalidades de asignación de recursos del presupuesto por parte de los congresistas, ahora motejada como “mermelada”, han sido piedra de escándalo por corrupción. Lo que se censura no es el hecho mismo de que los parlamentarios gestionen recursos para que estos sean invertidos en sus regiones, sino la relación incestuosa entre gobierno y Congreso y el entramado corrupto al que han dado lugar. De allí la reacción contra la “mermelada tóxica” en que se han convertido por parte de la ciudadanía.

Ello explica el airado rechazo que ha recibido la aprobación por parte del Congreso de este Fondo, que revive los “auxilios parlamentarios”. Con lo que se acaba de aprobar por parte del Congreso, se está borrando con el codo por parte del partido de gobierno y del Congreso en pleno lo que el cándido Presidente Duque intenta hacer con la mano, cuando sostiene que “con el apoyo del Congreso se aprobó un presupuesto, en el que no hay ni un solo cupo indicativo; lo que demuestra que pueden llegar los recursos transparentemente a las regiones de Colombia”.

Amylkar D. Acosta M1

Columnista
26 diciembre, 2018

La mermelada tóxica

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Amylkar D. Acosta

De los proyectos que tramita el Congreso de la República se suele decir que se sabe lo que entra pero no se sabe lo que sale al final para sanción presidencial. El proyecto de ley acto legislativo no ha sido la excepción, convertido en una verdadera colcha de retazos. Y entre retazo y retazo se […]


De los proyectos que tramita el Congreso de la República se suele decir que se sabe lo que entra pero no se sabe lo que sale al final para sanción presidencial. El proyecto de ley acto legislativo no ha sido la excepción, convertido en una verdadera colcha de retazos. Y entre retazo y retazo se coló un artículo mediante el cual se crea el Fondo de Inversiones de Iniciativa Congresional, el cual importaron del proyecto de acto legislativo de la reforma política.

La iniciativa partió de la senadora del Centro democrático Paloma Valencia y en virtud de la misma el Congreso y los congresistas recobran la iniciativa del gasto que le estaba vedada, pudiendo presentar y aprobar proyectos de inversión específicos. Las críticas no se hicieron esperar, dado que con ello se estarían reviviendo los execrados “auxilios parlamentarios” que tanto se abominan.

La Constituyente de 1991 quiso cortar por lo sano, para evitar que la gangrena de la corrupción corroyera el parlamento y proscribió los auxilios parlamentarios a través del artículo 355 de la Constitución Política. Pero, a poco andar, el lugar de los “auxilios parlamentarios” lo vinieron a ocupar los denominados “fondos de cofinanciación” y el “Fondo Interministerial”. Posteriormente los “fondos de cofinanciación” y el “Fondo Interministerial” mutan y se convierten en los “cupos indicativos”.

Además de la distorsión presupuestal que han significado estas distintas modalidades de asignación de recursos del presupuesto por parte de los congresistas, ahora motejada como “mermelada”, han sido piedra de escándalo por corrupción. Lo que se censura no es el hecho mismo de que los parlamentarios gestionen recursos para que estos sean invertidos en sus regiones, sino la relación incestuosa entre gobierno y Congreso y el entramado corrupto al que han dado lugar. De allí la reacción contra la “mermelada tóxica” en que se han convertido por parte de la ciudadanía.

Ello explica el airado rechazo que ha recibido la aprobación por parte del Congreso de este Fondo, que revive los “auxilios parlamentarios”. Con lo que se acaba de aprobar por parte del Congreso, se está borrando con el codo por parte del partido de gobierno y del Congreso en pleno lo que el cándido Presidente Duque intenta hacer con la mano, cuando sostiene que “con el apoyo del Congreso se aprobó un presupuesto, en el que no hay ni un solo cupo indicativo; lo que demuestra que pueden llegar los recursos transparentemente a las regiones de Colombia”.

Amylkar D. Acosta M1