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La indiferencia del Estado

En la Alta Guajira está el segundo índice de desnutrición más alto del mundo, que se convierte en muerte por física hambre. Este triste y vergonzoso panorama contrasta con las grandes riquezas que posee ese fronterizo departamento. Los inocentes e indefensos niños son las principales víctimas de esta cruda realidad que a la distancia parece volverse ajena al gobierno central, ese mismo que maneja los recursos que produce el propio departamento. La igualdad del hombre que se consiguió después de la Revolución Francesa y la Declaración de los Derechos Humanos parece haber excluido a nuestra comunidad indígena de La Guajira, a lo mejor se podría entender ya que nuestro propio Estado la tiene excluida hace mucho años.

Riohacha aparece en el segundo puesto entre las ciudades más pobres de Colombia con el 39.7%, solo la supera Buenaventura con el 49o/o, estas dos ciudades son dueñas del índice más alto de hambre y miseria en nuestro hermoso y folclórico país. Es muy doloroso conocer el dato de un alto funcionario del departamento que habla de una cifra alarmante y preocupante a la vez, más de tres mil niños muertos en los últimos cinco años. ¿Dónde están las normas constitucionales que están vigentes para las comunidades indígenas? ¿Qué han hecho las entidades prestadoras de salud? Los programas a favor de la niñez ¿qué pasa con ellos? El Estado deberá responder por acción y por omisión. Pero hay algo inentendible: Mientras la muerte ronda en esa parte de Colombia por falta de recursos y por mera negligencia, el mismo Estado en otra parte de la geografía estudia la posibilidad de invertir 18 mil millones para vehículos de alta gama que serán utilizados en la seguridad de personalidades colombianas, tan colombianos como nuestros hermanos indígenas, con la diferencia que estos últimos si necesitan seguridad y de toda índole, la más elemental, la alimentaria; y los otros tienen de sobra para que con sus recursos se costeen su propia seguridad, no sería descabellado pensar que si se gastaron cantidades exorbitantes de dineros en sus costosas campañas, no puedan invertir un poquito más y comprar un vehículo para su uso y goce y así evitar como honorables representantes del desangrado Estado, que éste gaste esta cantidad de dinero, en vez de invertirlo en donde verdaderamente se necesita.

Ellos más que nadie conocen la problemática del país y también saben que esa minoría de hambrientos y sedientos con sus pobres votos que también cuentan, los ayudaron a elegirse y así formar parte como padres de esta patria llena de desigualdades. En criminología la corrupción está tipificada como un crimen, criminal no es solamente el que con un arma acaba con el bien jurídico de otra persona, si no el que se apodera indebidamente de los dineros del Estado, y esos mismos dineros que debían utilizarse para la salud por ejemplo, no llegan a su fin y las personas se mueren por falta de atención, porque los hospitales públicos no poseen la capacidad para atenderlos por falta de esos mismos recursos, esa es otra forma simulada de atentar con el principal derecho fundamental que tenemos, la vida.

Por mi formación como ser humano, como profesional, mis neuronas no permiten pensar solo en mí, y que creer que ese problema es solo de ellos. No. si no podemos aportar para la solución, por lo menos no contribuir a que se agudice mucho más el problema, hay que solidarizarnos con nuestros hermanos de ese pobre departamento tan rico.

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Julio Rojas Buendia: