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Columnista - 3 julio, 2019

La hija adoptiva más querida de Valledupar

En jueves anterior, un grupo de compositores, escritores y poetas en el Café Calle Grande de Valledupar participaron en una inolvidable velada cultural para rendirle homenaje a Rita Fernández Padilla, la hija adoptiva más querida de Valledupar, autora del himno de la ciudad y de muchas canciones exitosas, maestra de piano y de la concertina, […]

En jueves anterior, un grupo de compositores, escritores y poetas en el Café Calle Grande de Valledupar participaron en una inolvidable velada cultural para rendirle homenaje a Rita Fernández Padilla, la hija adoptiva más querida de Valledupar, autora del himno de la ciudad y de muchas canciones exitosas, maestra de piano y de la concertina, y actual presidente de la Sociedad de Autores y Compositores de Colombia, Sayco.

La velada fue inaugurada por Niriam Avendaño, gerente del Café Calle Grande, y como de maestro de ceremonia el poeta Eduardo Santos Ortega. El veterano cantador de décimas, Joaquín Pertuz Barrios inició el desfile cultural, cantando unas décimas a la homenajeada: “Llega con su acordeón/ en una noche de abril/ con su estampa juvenil/ nos conquista el corazón./ Su romántica canción/ de amor era una plegaria/ florecieron trinitarias/en todo Valledupar/ como una diosa del mar/ vino la Universitaria…”

Quien esto escribe, participó con este texto, Una diosa en la sinfonía azul del mar: Rita Fernández Padilla es una amante de la música y la poesía. La vida en el arte es un despertar, y se despierta mediante la creación por las fuerzas de las impresiones maravillosas. Las imágenes de la sinfonía azul del mar y los ritornelos del viento en el tropezar de las olas, la cautivaron desde su infancia.

Las contemplaciones azules del mar y de la lejanía azul del cielo, pincelaron las páginas de su memoria. Hay un misterio en el color azul, es fresco, y relajante, y en la antigüedad se le asociaba con el infinito, la inmortalidad, la realeza y lo sagrado. El azul está presente en muchas de sus canciones, el Romance Vallenato, que escribe con su primo Alonso Fernández Oñate: Cantole a la sierra/ azul en su lejanía… En la “Grandeza de mi Dios”, dice: El cielo se viste de azul/ se siente fresca la mañana… En el fondo de ese azul está la poesía, que es la lengua materna de la raza humana, y cuando el ser humano descubre la voz de su alma el corazón comienza a cantar.

En su canción “Sombra Perdida”, el corazón habla con la magia del amor y del olvido; de la luz y de la sombra, del tiempo y la nostalgia. Su “Romance de San Andrés”, es una evocación de su infancia por el mar en Santa Marta, y es ella la poeta soñadora, que se transforma en gaviota que se pierde en la altura. Finaliza esta canción con una imagen poética, estremecedora de exquisita belleza: “San Andrés es una esmeralda entre palmas/ que se cayó en el Caribe/ donde el amor se revive/ porque ahí respira el alma”.

Columnista
3 julio, 2019

La hija adoptiva más querida de Valledupar

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Atuesta Mindiola

En jueves anterior, un grupo de compositores, escritores y poetas en el Café Calle Grande de Valledupar participaron en una inolvidable velada cultural para rendirle homenaje a Rita Fernández Padilla, la hija adoptiva más querida de Valledupar, autora del himno de la ciudad y de muchas canciones exitosas, maestra de piano y de la concertina, […]


En jueves anterior, un grupo de compositores, escritores y poetas en el Café Calle Grande de Valledupar participaron en una inolvidable velada cultural para rendirle homenaje a Rita Fernández Padilla, la hija adoptiva más querida de Valledupar, autora del himno de la ciudad y de muchas canciones exitosas, maestra de piano y de la concertina, y actual presidente de la Sociedad de Autores y Compositores de Colombia, Sayco.

La velada fue inaugurada por Niriam Avendaño, gerente del Café Calle Grande, y como de maestro de ceremonia el poeta Eduardo Santos Ortega. El veterano cantador de décimas, Joaquín Pertuz Barrios inició el desfile cultural, cantando unas décimas a la homenajeada: “Llega con su acordeón/ en una noche de abril/ con su estampa juvenil/ nos conquista el corazón./ Su romántica canción/ de amor era una plegaria/ florecieron trinitarias/en todo Valledupar/ como una diosa del mar/ vino la Universitaria…”

Quien esto escribe, participó con este texto, Una diosa en la sinfonía azul del mar: Rita Fernández Padilla es una amante de la música y la poesía. La vida en el arte es un despertar, y se despierta mediante la creación por las fuerzas de las impresiones maravillosas. Las imágenes de la sinfonía azul del mar y los ritornelos del viento en el tropezar de las olas, la cautivaron desde su infancia.

Las contemplaciones azules del mar y de la lejanía azul del cielo, pincelaron las páginas de su memoria. Hay un misterio en el color azul, es fresco, y relajante, y en la antigüedad se le asociaba con el infinito, la inmortalidad, la realeza y lo sagrado. El azul está presente en muchas de sus canciones, el Romance Vallenato, que escribe con su primo Alonso Fernández Oñate: Cantole a la sierra/ azul en su lejanía… En la “Grandeza de mi Dios”, dice: El cielo se viste de azul/ se siente fresca la mañana… En el fondo de ese azul está la poesía, que es la lengua materna de la raza humana, y cuando el ser humano descubre la voz de su alma el corazón comienza a cantar.

En su canción “Sombra Perdida”, el corazón habla con la magia del amor y del olvido; de la luz y de la sombra, del tiempo y la nostalgia. Su “Romance de San Andrés”, es una evocación de su infancia por el mar en Santa Marta, y es ella la poeta soñadora, que se transforma en gaviota que se pierde en la altura. Finaliza esta canción con una imagen poética, estremecedora de exquisita belleza: “San Andrés es una esmeralda entre palmas/ que se cayó en el Caribe/ donde el amor se revive/ porque ahí respira el alma”.