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Columnista - 27 junio, 2025

La felicidad pese a todo: elegir luz aun cuando el mundo oscurece

La vida es un misterio hecho de ciclos. Etapas que se abren y se cierran como las estaciones, como el viento que sopla y se desvanece. Hay tiempos de cosecha y tiempos de sequía, momentos de abundancia y otros de escasez.

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La vida es un misterio hecho de ciclos. Etapas que se abren y se cierran como las estaciones, como el viento que sopla y se desvanece. Hay tiempos de cosecha y tiempos de sequía, momentos de abundancia y otros de escasez. Así fue revelado a José, el hijo de Jacob, cuando interpretó los sueños del faraón: siete años de prosperidad serían seguidos por siete años de hambre. Gracias a esa visión y su fe, Egipto se preparó, y mientras el mundo sufría, ellos crecían. Porque la sabiduría no es resistir la tormenta, sino saber construir el refugio cuando brilla el sol.

Sin embargo, el ser humano tiende a olvidar. Olvida la historia, las lecciones, los ciclos. Desperdicia las épocas buenas, malgasta lo ganado, y cuando llega la noche se lamenta como si fuera injusta. Pero no hay injusticia en la vida, solo falta de previsión o falta de fe.

En medio de la dificultad, surge otra sombra aún más peligrosa: la victimización. Ese pensamiento silencioso que nos susurra que cargamos la cruz más pesada, que nadie sufre como nosotros. Nos convierte en prisioneros de nuestra autocompasión, y con ello justificamos quedarnos abajo, sin luchar, sin levantarnos. Pero nadie llega lejos desde el papel de víctima. Solo quien transforma el dolor en impulso logra trascender.

Estoy convencido de que la vida no se trata de evitar los problemas, sino de enfrentarlos con dignidad y propósito. Y que el verdadero éxito no se mide en aplausos, dinero ni trofeos. Se mide en la capacidad de ser feliz sin dañar a nadie en el camino. Porque si tu alegría causa la tristeza de otro, entonces no es alegría… es egoísmo disfrazado de logro.

Ahora bien, ¿qué es la felicidad? Muchos la creen un sentimiento que va y viene, una reacción a lo que ocurre. Pero no. Para mí —y para quien haya sobrevivido a lo impensable— la felicidad es una decisión. Es mirar a la vida a los ojos, aun cuando te ha roto el alma, y decir: “Elijo ser feliz, a pesar de todo”.

Un ejemplo eterno de esto es la película ‘La vida es bella’, de Roberto Benigni. Un padre judío es llevado con su hijo a un campo de concentración nazi. Allí, donde todo debería ser oscuridad, él crea luz con su imaginación: le hace creer al niño que están en un juego, que si logra no ser visto por los soldados ganará un tanque. En medio del horror, este padre convierte el infierno en una fantasía… y salva la infancia de su hijo. Él no controlaba el mundo, pero sí controló su actitud. Y eso lo hizo inmenso.

¿Te parece irreal? Mira la vida real. Una actriz de Hollywood, hermosa, millonaria, famosa… destruida por la depresión. Mientras tanto, Nick Vujicic, un australiano sin brazos ni piernas, está felizmente casado, tiene hijos, escribe libros, da conferencias y vive con pasión. Ella lo tiene todo para ser feliz y no lo logra. Él tiene todas las razones para rendirse… y no lo hace. Entonces, ¿de qué depende todo? De tu mente. De tu elección. El fracaso requiere de mil excusas. El éxito no necesita ninguna explicación, si te ves dando excusas…

Hoy puedes elegir: repetir tu historia de dolor o reescribirla con esperanza. Usar tus cicatrices como excusas… o como medallas. Seguir culpando al destino… o honrar la vida. Pero no olvides: La felicidad no es lo que encuentras. Es lo que decides ser.

Y sí, este articulo lo escribí especialmente para ti.

POR: HERNÁN RESTREPO.

Columnista
27 junio, 2025

La felicidad pese a todo: elegir luz aun cuando el mundo oscurece

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Hernán José Restrepo Muñoz

La vida es un misterio hecho de ciclos. Etapas que se abren y se cierran como las estaciones, como el viento que sopla y se desvanece. Hay tiempos de cosecha y tiempos de sequía, momentos de abundancia y otros de escasez.


La vida es un misterio hecho de ciclos. Etapas que se abren y se cierran como las estaciones, como el viento que sopla y se desvanece. Hay tiempos de cosecha y tiempos de sequía, momentos de abundancia y otros de escasez. Así fue revelado a José, el hijo de Jacob, cuando interpretó los sueños del faraón: siete años de prosperidad serían seguidos por siete años de hambre. Gracias a esa visión y su fe, Egipto se preparó, y mientras el mundo sufría, ellos crecían. Porque la sabiduría no es resistir la tormenta, sino saber construir el refugio cuando brilla el sol.

Sin embargo, el ser humano tiende a olvidar. Olvida la historia, las lecciones, los ciclos. Desperdicia las épocas buenas, malgasta lo ganado, y cuando llega la noche se lamenta como si fuera injusta. Pero no hay injusticia en la vida, solo falta de previsión o falta de fe.

En medio de la dificultad, surge otra sombra aún más peligrosa: la victimización. Ese pensamiento silencioso que nos susurra que cargamos la cruz más pesada, que nadie sufre como nosotros. Nos convierte en prisioneros de nuestra autocompasión, y con ello justificamos quedarnos abajo, sin luchar, sin levantarnos. Pero nadie llega lejos desde el papel de víctima. Solo quien transforma el dolor en impulso logra trascender.

Estoy convencido de que la vida no se trata de evitar los problemas, sino de enfrentarlos con dignidad y propósito. Y que el verdadero éxito no se mide en aplausos, dinero ni trofeos. Se mide en la capacidad de ser feliz sin dañar a nadie en el camino. Porque si tu alegría causa la tristeza de otro, entonces no es alegría… es egoísmo disfrazado de logro.

Ahora bien, ¿qué es la felicidad? Muchos la creen un sentimiento que va y viene, una reacción a lo que ocurre. Pero no. Para mí —y para quien haya sobrevivido a lo impensable— la felicidad es una decisión. Es mirar a la vida a los ojos, aun cuando te ha roto el alma, y decir: “Elijo ser feliz, a pesar de todo”.

Un ejemplo eterno de esto es la película ‘La vida es bella’, de Roberto Benigni. Un padre judío es llevado con su hijo a un campo de concentración nazi. Allí, donde todo debería ser oscuridad, él crea luz con su imaginación: le hace creer al niño que están en un juego, que si logra no ser visto por los soldados ganará un tanque. En medio del horror, este padre convierte el infierno en una fantasía… y salva la infancia de su hijo. Él no controlaba el mundo, pero sí controló su actitud. Y eso lo hizo inmenso.

¿Te parece irreal? Mira la vida real. Una actriz de Hollywood, hermosa, millonaria, famosa… destruida por la depresión. Mientras tanto, Nick Vujicic, un australiano sin brazos ni piernas, está felizmente casado, tiene hijos, escribe libros, da conferencias y vive con pasión. Ella lo tiene todo para ser feliz y no lo logra. Él tiene todas las razones para rendirse… y no lo hace. Entonces, ¿de qué depende todo? De tu mente. De tu elección. El fracaso requiere de mil excusas. El éxito no necesita ninguna explicación, si te ves dando excusas…

Hoy puedes elegir: repetir tu historia de dolor o reescribirla con esperanza. Usar tus cicatrices como excusas… o como medallas. Seguir culpando al destino… o honrar la vida. Pero no olvides: La felicidad no es lo que encuentras. Es lo que decides ser.

Y sí, este articulo lo escribí especialmente para ti.

POR: HERNÁN RESTREPO.