Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 7 julio, 2020

La educación: vocación o simplemente un negocio

Este año 2020, va a quedar registrado como el año que dejó al desnudo una cantidad de circunstancias que a pesar de ser medianamente interpretadas o que sencillamente se percibían pero se dejaban pasar por alto, vaya usted a saber si por conveniencias o porque en este mundo caribe nos encanta vivir de  apariencias, nadie […]

Este año 2020, va a quedar registrado como el año que dejó al desnudo una cantidad de circunstancias que a pesar de ser medianamente interpretadas o que sencillamente se percibían pero se dejaban pasar por alto, vaya usted a saber si por conveniencias o porque en este mundo caribe nos encanta vivir de  apariencias, nadie nunca dijo nada;  todo bien como el Pibe.  

Este año, particularmente especial, inició con el cambio de gobierno. Cuando esto pasa, los primeros meses son duros para todo el mundo, especialmente para los contratistas que deben esperar a que se ajusten las cargas y luego, si su sentido político los ayuda, mirar si lo pueden apoyar con un contratico. Desafortunadamente el año comenzó a torcerse y la pandemia nada que permitió que se  nivelara  por ninguna parte.

Así están hoy muchos padres de familia que venían, “pilando por el afrecho” para poder pagar las pensiones de sus hijos, entre otras cosas exageradamente caras. Muchas promesas, demasiado argumento de parte del gobierno para “tranquilizar” a los padres de familia, a los dueños de instituciones educativas, a los docentes y pare de contar;  nada pasa,  hoy después de ver desfilar los meses de  marzo, abril, mayo y junio y con algunos días del mes de julio, observamos varias cosas: primero, que desde luego no hay políticas serias de ayuda a los padres de familia que se encuentran insolventes, la gran mayoría, con ofertas de créditos de Icetex que en nada aportan a solucionar la crisis económica de los desesperados padres;  dos, algunos dueños de colegios se han mostrado reacios  a brindar apoyo a la población desempleada, muchos padres han solicitado que se les reajuste las pensiones y se les brinde porcentajes de descuento y el no rotundo hace eco en sus maltratados bolsillos; puede más el ánimo de lucro empresarial que la vocación de formar, el deber de enseñar, el dar una educación de calidad es algo que brilla por su ausencia; tres, la improvisación en el desarrollo de las actividades, de modo virtual,  los ha hecho caer en imprecisiones por desconocimiento y por no gastar en adecuados programas que ayuden a brindar una educación óptima.

A pesar de todo esto, los costos de las pensiones no bajan, se les sigue exigiendo pago oportuno a los padres de familia, el seguimiento a los docentes es nulo, hay muchos docentes que la tecnología los atropella y los padres de familia evidencian falencias en el aprendizaje de sus hijos. ¿Quién le pone el cascabel al gato? Los días pasan, la pandemia haciendo casi su agosto y las empresas educativas viendo que el negocio se les quiere derrumbar.

La solución es cobrarle al pobre pueblo,  ese pueblo que en transición de estrato tres a cuatro son invisibles ante el Gobierno, pues para este nivel no hay apoyo ni hay nada. Y mientras tanto sin contrato, sin empleo y sin nadie que les brinde la mano que entre el diablo y escoja. A los padres de familia afectados, como dice un reconocido eslogan periodístico por ahí, no se queden callados… ¡denuncien! Los medios de comunicación son un buen medio.   Sólo Eso.

Columnista
7 julio, 2020

La educación: vocación o simplemente un negocio

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Eduardo S. Ortega Vergara

Este año 2020, va a quedar registrado como el año que dejó al desnudo una cantidad de circunstancias que a pesar de ser medianamente interpretadas o que sencillamente se percibían pero se dejaban pasar por alto, vaya usted a saber si por conveniencias o porque en este mundo caribe nos encanta vivir de  apariencias, nadie […]


Este año 2020, va a quedar registrado como el año que dejó al desnudo una cantidad de circunstancias que a pesar de ser medianamente interpretadas o que sencillamente se percibían pero se dejaban pasar por alto, vaya usted a saber si por conveniencias o porque en este mundo caribe nos encanta vivir de  apariencias, nadie nunca dijo nada;  todo bien como el Pibe.  

Este año, particularmente especial, inició con el cambio de gobierno. Cuando esto pasa, los primeros meses son duros para todo el mundo, especialmente para los contratistas que deben esperar a que se ajusten las cargas y luego, si su sentido político los ayuda, mirar si lo pueden apoyar con un contratico. Desafortunadamente el año comenzó a torcerse y la pandemia nada que permitió que se  nivelara  por ninguna parte.

Así están hoy muchos padres de familia que venían, “pilando por el afrecho” para poder pagar las pensiones de sus hijos, entre otras cosas exageradamente caras. Muchas promesas, demasiado argumento de parte del gobierno para “tranquilizar” a los padres de familia, a los dueños de instituciones educativas, a los docentes y pare de contar;  nada pasa,  hoy después de ver desfilar los meses de  marzo, abril, mayo y junio y con algunos días del mes de julio, observamos varias cosas: primero, que desde luego no hay políticas serias de ayuda a los padres de familia que se encuentran insolventes, la gran mayoría, con ofertas de créditos de Icetex que en nada aportan a solucionar la crisis económica de los desesperados padres;  dos, algunos dueños de colegios se han mostrado reacios  a brindar apoyo a la población desempleada, muchos padres han solicitado que se les reajuste las pensiones y se les brinde porcentajes de descuento y el no rotundo hace eco en sus maltratados bolsillos; puede más el ánimo de lucro empresarial que la vocación de formar, el deber de enseñar, el dar una educación de calidad es algo que brilla por su ausencia; tres, la improvisación en el desarrollo de las actividades, de modo virtual,  los ha hecho caer en imprecisiones por desconocimiento y por no gastar en adecuados programas que ayuden a brindar una educación óptima.

A pesar de todo esto, los costos de las pensiones no bajan, se les sigue exigiendo pago oportuno a los padres de familia, el seguimiento a los docentes es nulo, hay muchos docentes que la tecnología los atropella y los padres de familia evidencian falencias en el aprendizaje de sus hijos. ¿Quién le pone el cascabel al gato? Los días pasan, la pandemia haciendo casi su agosto y las empresas educativas viendo que el negocio se les quiere derrumbar.

La solución es cobrarle al pobre pueblo,  ese pueblo que en transición de estrato tres a cuatro son invisibles ante el Gobierno, pues para este nivel no hay apoyo ni hay nada. Y mientras tanto sin contrato, sin empleo y sin nadie que les brinde la mano que entre el diablo y escoja. A los padres de familia afectados, como dice un reconocido eslogan periodístico por ahí, no se queden callados… ¡denuncien! Los medios de comunicación son un buen medio.   Sólo Eso.