Quise empezar este editorial, citando la frase del escritor irlandés Jonathan Swift (1.667-1745), “La mentira se ha democratizado. Humilde, ya no aspira a perpetuarse en la historia. Ha tenido que aprender a coexistir (sic) liberada de las cortapisas morales de otrora, vivificada por una ética mínima”. Enseña esta reflexión que la mentira hace parte de […]
Quise empezar este editorial, citando la frase del escritor irlandés Jonathan Swift (1.667-1745), “La mentira se ha democratizado. Humilde, ya no aspira a perpetuarse en la historia. Ha tenido que aprender a coexistir (sic) liberada de las cortapisas morales de otrora, vivificada por una ética mínima”. Enseña esta reflexión que la mentira hace parte de nuestra democracia, y a quien podría extrañarle. Acaso no fue el presidente Álvaro Uribe Vélez el que manifestó, que en Colombia no hay conflicto armado. Acaso no fue Juan Manuel Santos Calderón, quien siendo candidato a la Presidencia expresó que no iba a subir tarifas, y que lo podía firmar en mármol. Promesa que desde luego incumplió. Sirva pues lo anterior, como introito al tema que hoy nos ocupa, que no es otro, que el del impuesto conocido con el nombre del Cuatro por Mil (4×1000) y que nace a la vida jurídica en el gobierno de Andrés Pastrana Arango, por virtud del Decreto 2331 de 1998 al amparo de la Emergencia Económica, con la finalidad de preservar la estabilidad y la solvencia del sistema financiero de ese momento, y con una vigencia temporal de un (1) año. Vino entonces el terremoto de la zona cafetera y se prolongó el citado tributo por un (1) años más. En el año 2000, el gravamen pasó a ser permanente y subió al 2 x 1000 aplicado a los retiros de cuenta de ahorro y cuenta corriente y a la emisión de cheques de gerencia. Posteriormente se incrementó al 3 x 1000, y en el 2007, en el gobierno de Álvaro Uribe Vélez -segundo cuatrienio-, se elevó, de manera también transitoria, al 4 x 1000.
La citada contribución, completa más de 20 años, y su desmonte no parece estar próximo, aunque con toda seguridad será una promesa de campaña presidencial, al igual que el desmonte de la Ley 100 de 1993, que dio lugar al caótico sistema integral de “inseguridad social”, también será, sin lugar a dudas, otra de las promesas de cualquiera de los futuros candidatos, a saber: German Vargas Lleras, Néstor Humberto Martínez Neira, Gustavo Petro Urrego, Alejandro Ordoñez Maldonado y el que diga Álvaro Uribe. Así las cosas, se tiene plena certeza de la democratización de la mentira en Colombia.
Notas de Cierre: 1-Si alguna crítica se puede hacer a la administración de Franco Ovalle Angarita, es la de no haber resuelto la profunda crisis por la que atraviesa el Idrec.2- ¿Por qué en lugar de pensar en el exabrupto de una sola Corte, disque para que haya una mejor justicia, no pensamos mejor en un Congreso Unicameral, para que haya menos corrupción? [email protected]
Quise empezar este editorial, citando la frase del escritor irlandés Jonathan Swift (1.667-1745), “La mentira se ha democratizado. Humilde, ya no aspira a perpetuarse en la historia. Ha tenido que aprender a coexistir (sic) liberada de las cortapisas morales de otrora, vivificada por una ética mínima”. Enseña esta reflexión que la mentira hace parte de […]
Quise empezar este editorial, citando la frase del escritor irlandés Jonathan Swift (1.667-1745), “La mentira se ha democratizado. Humilde, ya no aspira a perpetuarse en la historia. Ha tenido que aprender a coexistir (sic) liberada de las cortapisas morales de otrora, vivificada por una ética mínima”. Enseña esta reflexión que la mentira hace parte de nuestra democracia, y a quien podría extrañarle. Acaso no fue el presidente Álvaro Uribe Vélez el que manifestó, que en Colombia no hay conflicto armado. Acaso no fue Juan Manuel Santos Calderón, quien siendo candidato a la Presidencia expresó que no iba a subir tarifas, y que lo podía firmar en mármol. Promesa que desde luego incumplió. Sirva pues lo anterior, como introito al tema que hoy nos ocupa, que no es otro, que el del impuesto conocido con el nombre del Cuatro por Mil (4×1000) y que nace a la vida jurídica en el gobierno de Andrés Pastrana Arango, por virtud del Decreto 2331 de 1998 al amparo de la Emergencia Económica, con la finalidad de preservar la estabilidad y la solvencia del sistema financiero de ese momento, y con una vigencia temporal de un (1) año. Vino entonces el terremoto de la zona cafetera y se prolongó el citado tributo por un (1) años más. En el año 2000, el gravamen pasó a ser permanente y subió al 2 x 1000 aplicado a los retiros de cuenta de ahorro y cuenta corriente y a la emisión de cheques de gerencia. Posteriormente se incrementó al 3 x 1000, y en el 2007, en el gobierno de Álvaro Uribe Vélez -segundo cuatrienio-, se elevó, de manera también transitoria, al 4 x 1000.
La citada contribución, completa más de 20 años, y su desmonte no parece estar próximo, aunque con toda seguridad será una promesa de campaña presidencial, al igual que el desmonte de la Ley 100 de 1993, que dio lugar al caótico sistema integral de “inseguridad social”, también será, sin lugar a dudas, otra de las promesas de cualquiera de los futuros candidatos, a saber: German Vargas Lleras, Néstor Humberto Martínez Neira, Gustavo Petro Urrego, Alejandro Ordoñez Maldonado y el que diga Álvaro Uribe. Así las cosas, se tiene plena certeza de la democratización de la mentira en Colombia.
Notas de Cierre: 1-Si alguna crítica se puede hacer a la administración de Franco Ovalle Angarita, es la de no haber resuelto la profunda crisis por la que atraviesa el Idrec.2- ¿Por qué en lugar de pensar en el exabrupto de una sola Corte, disque para que haya una mejor justicia, no pensamos mejor en un Congreso Unicameral, para que haya menos corrupción? [email protected]