En medio del debate entre la democracia representativa y la democracia directa, entiéndanse por ella, los mecanismos de participación ciudadana consagrados en el artículo 103 y siguientes de la Carta Política; nada más oportuno que recordar la elocuente frase del Dr. Álvaro Gómez Hurtado cuando expresó: “A esta democracia hay que meterle pueblo”.
En medio del debate entre la democracia representativa y la democracia directa, entiéndanse por ella, los mecanismos de participación ciudadana consagrados en el artículo 103 y siguientes de la Carta Política; nada más oportuno que recordar la elocuente frase del Dr. Álvaro Gómez Hurtado cuando expresó: “A esta democracia hay que meterle pueblo”.
Es que, si nos detenemos en el análisis de lo que ha sido nuestro modelo político y el desarrollo de la rama legislativa en Colombia, tendríamos que concluir que existe una falta de representatividad real y efectiva, un distanciamiento palmario entre el Congreso y el ciudadano de a pie, que genera una creciente desconfianza. Hoy las noticias hablan del hundimiento de la Ley de Financiación, del hundimiento de la reforma a la salud, del hundimiento de la reforma laboral, y del hundimiento de la consulta popular, y nos preguntamos si en realidad el Congreso está siendo consecuente con el momento histórico que atraviesa el país, pues parece que se le olvidó que no hace mucho, el pueblo se volcó a las calles, en plena pandemia, protestando frente a una reforma tributaria despiadada, y reclamando del Gobierno, la garantía de sus derechos. Pero, ¿cuál es la causa del distanciamiento entre el Congreso y la ciudadanía? Consideramos que mucho ha tenido que ver el hecho de que el 35 % de los congresistas fueron elegidos por el narcotráfico, en el pasado reciente, y desde entonces los hechos de corrupción son cada vez más frecuentes y notorios.
Un Congreso bicameral, como el nuestro, resulta demasiado oneroso, desde el punto de vista costo-beneficio, y si a ello le sumamos el incumplimiento de su labor legistlativa, más los constantes hundimientos de las reformas sociales que requiere con urgencia el país, llegamos a la conclusión de una evidente crisis de la democracia representativa.
Ahora bien, si hay oposición a las reformas presentadas por el Gobierno, porque no permiten que el pueblo se exprese. O es que eso de que la democracia reside exclusivamente en el pueblo, ¿es pura carreta?
Nota de cierre: Cerró con rotundo éxito la Feria del Libro. Queda demostrado que Valledupar tiene gente para todo. Felicitaciones a nuestro director Juan Carlos Quintero, y a todo su equipo de colaboradores.
Por: Darío Arregocés Baute.
En medio del debate entre la democracia representativa y la democracia directa, entiéndanse por ella, los mecanismos de participación ciudadana consagrados en el artículo 103 y siguientes de la Carta Política; nada más oportuno que recordar la elocuente frase del Dr. Álvaro Gómez Hurtado cuando expresó: “A esta democracia hay que meterle pueblo”.
En medio del debate entre la democracia representativa y la democracia directa, entiéndanse por ella, los mecanismos de participación ciudadana consagrados en el artículo 103 y siguientes de la Carta Política; nada más oportuno que recordar la elocuente frase del Dr. Álvaro Gómez Hurtado cuando expresó: “A esta democracia hay que meterle pueblo”.
Es que, si nos detenemos en el análisis de lo que ha sido nuestro modelo político y el desarrollo de la rama legislativa en Colombia, tendríamos que concluir que existe una falta de representatividad real y efectiva, un distanciamiento palmario entre el Congreso y el ciudadano de a pie, que genera una creciente desconfianza. Hoy las noticias hablan del hundimiento de la Ley de Financiación, del hundimiento de la reforma a la salud, del hundimiento de la reforma laboral, y del hundimiento de la consulta popular, y nos preguntamos si en realidad el Congreso está siendo consecuente con el momento histórico que atraviesa el país, pues parece que se le olvidó que no hace mucho, el pueblo se volcó a las calles, en plena pandemia, protestando frente a una reforma tributaria despiadada, y reclamando del Gobierno, la garantía de sus derechos. Pero, ¿cuál es la causa del distanciamiento entre el Congreso y la ciudadanía? Consideramos que mucho ha tenido que ver el hecho de que el 35 % de los congresistas fueron elegidos por el narcotráfico, en el pasado reciente, y desde entonces los hechos de corrupción son cada vez más frecuentes y notorios.
Un Congreso bicameral, como el nuestro, resulta demasiado oneroso, desde el punto de vista costo-beneficio, y si a ello le sumamos el incumplimiento de su labor legistlativa, más los constantes hundimientos de las reformas sociales que requiere con urgencia el país, llegamos a la conclusión de una evidente crisis de la democracia representativa.
Ahora bien, si hay oposición a las reformas presentadas por el Gobierno, porque no permiten que el pueblo se exprese. O es que eso de que la democracia reside exclusivamente en el pueblo, ¿es pura carreta?
Nota de cierre: Cerró con rotundo éxito la Feria del Libro. Queda demostrado que Valledupar tiene gente para todo. Felicitaciones a nuestro director Juan Carlos Quintero, y a todo su equipo de colaboradores.
Por: Darío Arregocés Baute.