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Editorial - 19 febrero, 2020

La batería sanitaria escolar

Esta semana presentamos el informe: ‘Las necesidades en infraestructura de los colegios públicos de Valledupar’ y por ello consultamos al secretario de Educación, Iván Bolaños, quien por supuesto recordó que el gobierno de Mello Castro González está en la construcción del Plan de Desarrollo y en el documento quedarán consignadas las necesidades de los planteles; por consiguiente, habrá inversiones.

Esta semana presentamos el informe: ‘Las necesidades en infraestructura de los colegios públicos de Valledupar’ y por ello consultamos al secretario de Educación, Iván Bolaños, quien por supuesto recordó que el gobierno de Mello Castro González está en la construcción del Plan de Desarrollo y en el documento quedarán consignadas las necesidades de los planteles; por consiguiente, habrá inversiones.

Sin embargo, nos llama la atención que además de todo lo que tiene que ver con paredes, techos, fachadas, pintura, ornato, y elementos como tableros, monitores, televisores, entre otros, sobresale un lugar por su deterioro: la batería sanitaria.

Desde que EL PILÓN existe como diario, hace más de 25 años, hemos publicado un gran número de informes que dan cuenta de cómo este lugar de las escuelas es uno de los que más requiere de intervención. El mantenimiento, la reparación y el cambio de la batería sanitaria es de las inversiones que más se exigen y de las que más se hacen necesarias. ¿Por qué?

Tal vez nos ha faltado ser más preventivos, propositivos. Generalmente la comunidad educativa se queja del estado de su batería sanitaria y los medios acudimos, como debe ser, a escuchar a la población. Pero, ¿existe o ha existido un programa de fomento al cuidado de la batería sanitaria? Resulta que es uno de los sitios que por sus características y uso requiere de mayor cuidado. Es foco de infecciones, y definitivamente su apariencia y cuidado denotan la cultura de quienes los usan, y ahí si debemos reconocer que nuestras escuelas públicas dan una difícil batalla.

El tema es sensible pero merece toda la atención del mundo. Una cosa es que el Gobierno no invierta hace años en una batería sanitaria y que no pueda presentar excusa, y otra muy distinta es el lamentable uso que se le da a este lugar en las escuelas.

La pared y la muralla son el papel del canalla” es una de las frases más célebres de las escuelas públicas al referirnos a las instalaciones maltratadas por el grafiti y el deterioro.

Invitamos a todas las escuelas públicas a implementar una estrategia agresiva y continua de cuidado de la batería sanitaria, por principios de higiene, que redundan en salubridad y comodidad. Qué bueno sería conoce una interesante metodología para el buen uso de la batería sanitaria por parte de escuelas del municipio.

Al fin de cuentas, con recursos de los contribuyentes, es decir, todos nosotros, se reinvierte todo el tiempo en inodoros, cisternas, grifería, pintura, baldosas, paredes que podrían durar más. Esto daría como resultado una conducta de conservación y respeto por los bienes públicos en los estudiantes. Las universidades no se salvan.

Editorial
19 febrero, 2020

La batería sanitaria escolar

Esta semana presentamos el informe: ‘Las necesidades en infraestructura de los colegios públicos de Valledupar’ y por ello consultamos al secretario de Educación, Iván Bolaños, quien por supuesto recordó que el gobierno de Mello Castro González está en la construcción del Plan de Desarrollo y en el documento quedarán consignadas las necesidades de los planteles; por consiguiente, habrá inversiones.


Esta semana presentamos el informe: ‘Las necesidades en infraestructura de los colegios públicos de Valledupar’ y por ello consultamos al secretario de Educación, Iván Bolaños, quien por supuesto recordó que el gobierno de Mello Castro González está en la construcción del Plan de Desarrollo y en el documento quedarán consignadas las necesidades de los planteles; por consiguiente, habrá inversiones.

Sin embargo, nos llama la atención que además de todo lo que tiene que ver con paredes, techos, fachadas, pintura, ornato, y elementos como tableros, monitores, televisores, entre otros, sobresale un lugar por su deterioro: la batería sanitaria.

Desde que EL PILÓN existe como diario, hace más de 25 años, hemos publicado un gran número de informes que dan cuenta de cómo este lugar de las escuelas es uno de los que más requiere de intervención. El mantenimiento, la reparación y el cambio de la batería sanitaria es de las inversiones que más se exigen y de las que más se hacen necesarias. ¿Por qué?

Tal vez nos ha faltado ser más preventivos, propositivos. Generalmente la comunidad educativa se queja del estado de su batería sanitaria y los medios acudimos, como debe ser, a escuchar a la población. Pero, ¿existe o ha existido un programa de fomento al cuidado de la batería sanitaria? Resulta que es uno de los sitios que por sus características y uso requiere de mayor cuidado. Es foco de infecciones, y definitivamente su apariencia y cuidado denotan la cultura de quienes los usan, y ahí si debemos reconocer que nuestras escuelas públicas dan una difícil batalla.

El tema es sensible pero merece toda la atención del mundo. Una cosa es que el Gobierno no invierta hace años en una batería sanitaria y que no pueda presentar excusa, y otra muy distinta es el lamentable uso que se le da a este lugar en las escuelas.

La pared y la muralla son el papel del canalla” es una de las frases más célebres de las escuelas públicas al referirnos a las instalaciones maltratadas por el grafiti y el deterioro.

Invitamos a todas las escuelas públicas a implementar una estrategia agresiva y continua de cuidado de la batería sanitaria, por principios de higiene, que redundan en salubridad y comodidad. Qué bueno sería conoce una interesante metodología para el buen uso de la batería sanitaria por parte de escuelas del municipio.

Al fin de cuentas, con recursos de los contribuyentes, es decir, todos nosotros, se reinvierte todo el tiempo en inodoros, cisternas, grifería, pintura, baldosas, paredes que podrían durar más. Esto daría como resultado una conducta de conservación y respeto por los bienes públicos en los estudiantes. Las universidades no se salvan.