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Editorial - 6 marzo, 2021

Julio Villazón Baquero

A Julio Villazón se le han reconocido muchas acciones positivas en su vida y seguramente las logró por esa mezcla de atributos en su temperamento y su visión de la función trascendente del hombre en la vida y en la sociedad.

A Julio Villazón se le han reconocido muchas acciones positivas en su vida y seguramente las logró por esa mezcla de atributos en su temperamento y su visión de la función trascendente del hombre en la vida y en la sociedad.

Nacido en una familia modesta logró valorar,  no lo que la riqueza y el dinero significaban en mejoramiento de la calidad de vida de la gente, sino que el conocimiento y la educación marcaban la diferencia en la individualidad, la sociedad, las ciudades y los países. Estudiar, trabajar, vivir,  en la Venezuela opulenta de los años 50’s, donde permaneció una década, y compararla con su terruño pobre y necesitado, hizo que,  al devolverse a su tierra,  dedicara su mejor esfuerzo a contribuir a que sus coterráneos se formaran en instituciones de nivel académico superior  que les permitieran ser profesionales capaces, competentes y honestos.

Un camino largo recorrió hasta concretar esas acciones y, aseguradas sus finanzas familiares, en contraste con la absoluta mayoría de los pudientes del terruño, donó terrenos para construir el Centro de Desarrollo Vecinal, CDV, el colegio Alberto Herazo Palmera y  la Universidad Popular del Cesar.

No  fue suficiente con donar los terrenos; tuvo la decisión para dedicarle parte de su vida a construir la escuela, que  formara niños y jóvenes  con visión de líderes en las diferentes áreas y disciplinas. Le encantó y disfrutó por años, religiosamente, cada día,  cada  semana,  ver cómo se consolidaba su más trascendental proyecto, el Colegio Fundación Bilingüe de Valledupar.  Y la satisfacción cuando la institución y sus estudiantes exhibían en el escenario nacional sus sueños de progreso. 

Disciplinado, visionario, gerente, humano, respetuoso, estudioso de los temas, humilde, fueron  esa mezcla de atributos  que lo acompañaron y que lo hicieron exitoso.

En los actos de definitiva  despedida que le hicieron en el Colegio Bilingüe en pantalla gigante se vieron  fotos de su trayectoria entre 1924 y el 2021, y resaltaron una frase que usaba mucho  :”No lo diga, escríbalo”; se le oyó recomendar también:   “Delegar sin controlar, es claudicar” .

Su mayor aproximación a la política fue en la década de los 80, convirtiéndose en el más sobresaliente amigo de Luis Carlos Galán en el Cesar y liderar su Nuevo Liberalismo, en el que atrajo a jóvenes y rebeldes profesionales que querían producir un cambio en las costumbres y prácticas políticas, como el clientelismo y el uso inveterado del Estado para el enriquecimiento personal, que han desprestigiado  la noble profesión de servir a la comunidad y representar el interés público.  No participó en cargos de elección popular ni fue un funcionario público pero mostró que con el ejercicio sencillo de la vida y la formación de su hogar, junto a su esposa Doris Castro, podía dejar su ejemplo a los vallenatos.

Ese Julio Villazón comprometido con sus propósitos altruistas es un legado que su familia,  y especialmente las nuevas generaciones vallenatas y provincianas,  deben apropiarse, porque solo la educación, la comprensión del otro y la promoción del bien común superan la pobreza.

Editorial
6 marzo, 2021

Julio Villazón Baquero

A Julio Villazón se le han reconocido muchas acciones positivas en su vida y seguramente las logró por esa mezcla de atributos en su temperamento y su visión de la función trascendente del hombre en la vida y en la sociedad.


A Julio Villazón se le han reconocido muchas acciones positivas en su vida y seguramente las logró por esa mezcla de atributos en su temperamento y su visión de la función trascendente del hombre en la vida y en la sociedad.

Nacido en una familia modesta logró valorar,  no lo que la riqueza y el dinero significaban en mejoramiento de la calidad de vida de la gente, sino que el conocimiento y la educación marcaban la diferencia en la individualidad, la sociedad, las ciudades y los países. Estudiar, trabajar, vivir,  en la Venezuela opulenta de los años 50’s, donde permaneció una década, y compararla con su terruño pobre y necesitado, hizo que,  al devolverse a su tierra,  dedicara su mejor esfuerzo a contribuir a que sus coterráneos se formaran en instituciones de nivel académico superior  que les permitieran ser profesionales capaces, competentes y honestos.

Un camino largo recorrió hasta concretar esas acciones y, aseguradas sus finanzas familiares, en contraste con la absoluta mayoría de los pudientes del terruño, donó terrenos para construir el Centro de Desarrollo Vecinal, CDV, el colegio Alberto Herazo Palmera y  la Universidad Popular del Cesar.

No  fue suficiente con donar los terrenos; tuvo la decisión para dedicarle parte de su vida a construir la escuela, que  formara niños y jóvenes  con visión de líderes en las diferentes áreas y disciplinas. Le encantó y disfrutó por años, religiosamente, cada día,  cada  semana,  ver cómo se consolidaba su más trascendental proyecto, el Colegio Fundación Bilingüe de Valledupar.  Y la satisfacción cuando la institución y sus estudiantes exhibían en el escenario nacional sus sueños de progreso. 

Disciplinado, visionario, gerente, humano, respetuoso, estudioso de los temas, humilde, fueron  esa mezcla de atributos  que lo acompañaron y que lo hicieron exitoso.

En los actos de definitiva  despedida que le hicieron en el Colegio Bilingüe en pantalla gigante se vieron  fotos de su trayectoria entre 1924 y el 2021, y resaltaron una frase que usaba mucho  :”No lo diga, escríbalo”; se le oyó recomendar también:   “Delegar sin controlar, es claudicar” .

Su mayor aproximación a la política fue en la década de los 80, convirtiéndose en el más sobresaliente amigo de Luis Carlos Galán en el Cesar y liderar su Nuevo Liberalismo, en el que atrajo a jóvenes y rebeldes profesionales que querían producir un cambio en las costumbres y prácticas políticas, como el clientelismo y el uso inveterado del Estado para el enriquecimiento personal, que han desprestigiado  la noble profesión de servir a la comunidad y representar el interés público.  No participó en cargos de elección popular ni fue un funcionario público pero mostró que con el ejercicio sencillo de la vida y la formación de su hogar, junto a su esposa Doris Castro, podía dejar su ejemplo a los vallenatos.

Ese Julio Villazón comprometido con sus propósitos altruistas es un legado que su familia,  y especialmente las nuevas generaciones vallenatas y provincianas,  deben apropiarse, porque solo la educación, la comprensión del otro y la promoción del bien común superan la pobreza.