Muy amablemente me reconvenía un amigo sobre algunos asuntos omitidos en la columna publicada el martes anterior, cuyo tema principal fue la movilidad de Valledupar, su evolución en las últimas administraciones y el potencial impacto en el funcionamiento del transporte público colectivo de la ciudad por la compra de 130 buses.
De verdad que la sola apertura de una licitación pública por más de 44 mil millones de pesos para estos fines, más nueve mil novecientos para el componente tecnológico y sistema de información a los usuarios, en una ciudad donde tradicionalmente se ha adolecido de un apropiado parque automotor para prestar un buen servicio público, es suficiente para ilusionarnos de que por fin los usuarios llegaremos en transporte colectivo a equidistancias de nuestra ciudad, bajo criterios de calidad, seguridad y economía.
Las inquietudes surgen al momento de preguntarnos, ¿esos 130 buses rodarán por nuestras calles, tal y como lo vienen haciendo los ‘anaranjados’, parando en cualquier esquina, protagonizando la tropical disputa con otros vehículos por ganar la acera o por desobedecer alguna señal de tránsito o ignorando la alternancia en un semáforo?
Es decir, sin una vía especial ni paraderos exclusivos, diseñados como únicos sitios donde se recoja y descargue el sistema, además de facilitar espacios adecuados a los usuarios de movilidad reducida, porque con la sola tecnología que anuncian en los nuevos automotores es insuficiente para acceder fácilmente a este servicio.
También es importante conocer cómo va a operar el soporte logístico del ejercicio. Por ejemplo, ¿dónde van a estar ubicados los parqueaderos para guardar los buses cuando no estén en los recorridos?, ¿dónde se le harán los mantenimientos para que el parque automotor no se deteriore, debido a su alta frecuencia de uso?, en caso de colisiones, averías de fábrica o por el deterioro normal, ¿cuál será el soporte técnico mecánico para las reparaciones, teniendo en cuenta que son vehículos con tecnología moderna, amigable con el ambiente y en cualquier taller de la ciudad no se pueden hacer?
Surge también la inquietud sobre los costos de operación y su financiamiento. Importante planificar el impacto económico de las tarifas en la familia vallenata, analizando diferentes escenarios financieros, para escoger de ellos el que logre un equilibrio entre los gastos del ejercicio y el retorno monetario por cuenta de pasajes, garantizando por un lado la subsistencia financiera del sistema, pero también defendiendo los recursos familiares, cuyos miembros seguirán movilizándose en la informalidad de una motocicleta, en caso de que el nuevo sistema de transporte público se les vuelva inalcanzable.
La cobertura de rutas también será de transcendental importancia en el éxito del sistema. Hace algún tiempo hablaron de comprar 140 buses, hoy la licitación está abierta para adquirir 130, lo que no se sabe es si con 140 o con 130, o con más o con menos, tendremos cubierto el transporte público colectivo de la ciudad, así exista una alternativa; interesante sería saber, si como medida de choque, ¿han contemplado la posibilidad de utilizar un sistema de alimentadores para los paraderos?
Inquietudes que recorren nuestras calles y que la gerencia del Sistema Integrado de Transporte Público de Valledupar, SIVA, debe resolver oportunamente, para evitar el riesgo de fracaso de otras ciudades. La sostenibilidad al sistema se la dará la planificación con que se ponga a operar, de lo contrario, la cuantiosa inversión solo será un jugoso contrato de suministro de buses, con limitada vigencia, muy parecido a los publicitados bancos de maquinarias y otros gastos que poco o nada impactan en el bienestar de las comunidades. Un abrazo.
@antoniomariaA