Según los resultados de la más reciente encuesta del Centro Nacional de Consultoría, la alcaldía de Valledupar está definida, y por tratarse de esta firma, hay que creerle, la suerte está echada; todos los planetas están alineados. Nunca antes se había presentado tanta asimetría en la intención de voto en Valledupar, tal que ni sumando las preferencias de los demás candidatos, se le podría ganar a Tuto Uhía.
Pero ¿qué encanto tiene este hombre para que, como Rasputín, avasalle a tantos (as)? Rasputín era irresistible con las mujeres pero aquí también sucumbieron los hombres. Tratemos de dar algunas luces para dilucidar este inusitado fenómeno socio político. Tuto no es el más experto en el manejo de lo público ni en formación académica. Si bien tiene algunos atributos físicos, no es un Adonis que embruje a las mujeres.
En valores no está por encima de sus competidores. Si es por juventud, hay otros más jóvenes que él. No tiene la tradición política ni de servicio que sí tienen otros de sus émulos. Sus propuestas no son aquellas que vayan a producir transformaciones en la sociedad, caen en el lugar común que ofrecen sus pares.
Las propuestas que solo sirvan para atender problemas puntuales, como movilidad, servicios públicos u otros, no pasan de ser distractores y falta de iniciativa; esto debe ser el pan coger de los alcaldes. Pura demagogia. Si es porque fue cantante, hay que decir que aquí no triunfó por desafinado, ojalá que en lo administrativo coja el tono. Si es por cristiano, no ha sido coherente con el predicar y el hacer, sus alianzas no son tan claras. “Dime con quién andas y te diré quién eres”, dice el viejo refrán.
Entonces, ¿dónde está el misterio? Que Evelio Daza, un hombre de tanta tradición civilista, no cuaje en esta sociedad de pacotilla no es explicable; que Jhon Valle con sus pergaminos esté relegado no es muy razonable; que Sergio Araujo con una tradición familiar política de relieve y con la estructura del Centro Democrático y no arranque, no tiene lógica; que Jaime González con gran músculo económico y de maquinaria y no pueda subir al podio, es para rippley; que Andrés Arturo, hijo de ex alcalde, con buen soporte económico y buena experiencia familiar en estas lides y no pueda cruzar la meta, es para tirar los naipes. Mucho menos podrán hacerlo Rober, Lina y Pedro Acuña, desprovistos de esos ingredientes malsanos que requiere una aspiración de este tipo.
Todos, menos uno, servirán de fusibles. Así, apaguemos y vámonos. Aquí en Valledupar todos nos conocemos, sabemos cuáles son los alcances de los que hacen fila india en cada una de las campañas políticas. Por eso, hay que hacer un conjuro por la salud de Valledupar, para que esta no se convierta en presa de buitres y de otras catartiformes. O como dirían las beatas y aleluyas, hacer una cadena de oración.
¿Qué se debe hacer? Esta es la pregunta que muchos deben estar estrujando en su cabeza; no es fácil y requiere mucho realismo, no el mágico de Gabo sino el fáctico de Einstein. Mi sugerencia es atrevida, me excusan, pero todos deberían renunciar, los hechos son tozudos, es mejor la humildad. Pero hay que votar, es un derecho y un deber ciudadano.
Para estar tranquilos, votemos en blanco para alcaldía para salvar nuestras responsabilidades con lo que haya de venir y no es por miedo, es por civismo.