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Editorial - 8 noviembre, 2023

Hoy más que nunca Emdupar vive las consecuencias de décadas politiqueras

Cuando se creía que todo comenzaba a enrutarse por el camino de la estabilización de la empresa de Servicios Públicos de Valledupar, Emdupar, y porque además se hablaba de un buen entendimiento entre el agente interventor de la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios y los sindicatos de la entidad municipal, surge un enfrentamiento entre las partes que ha dado al traste con la buena negociación que venía en proceso.

Cuando se creía que todo comenzaba a enrutarse por el camino de la estabilización de la empresa de Servicios Públicos de Valledupar, Emdupar, y porque además se hablaba de un buen entendimiento entre el agente interventor de la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios y los sindicatos de la entidad municipal, surge un enfrentamiento entre las partes que ha dado al traste con la buena negociación que venía en proceso.

Desde el momento mismo de la intervención por parte de la ‘Super’, el ambiente que se respiraba en Emdupar era de esperanza, por lo menos eso era lo que aparentemente se reflejaba porque el sindicato y la nueva gerencia interventora parecían hablar el mismo idioma en pro de la recuperación de la empresa y evitar su liquidación definitiva.

Ambas partes se mostraban flexibles y dispuestas a ceder lo que fuera necesario para lograr el objetivo de volver viable a Emdupar, además, algunas cosas comenzaban a mejorar desde el punto de vista administrativo, lo cual se evidenciaba en el pago oportuno a los empleados y contratistas.

Pero al llegar al punto de establecer un acuerdo para firmar con los sindicatos la nueva convención colectiva dentro de la reestructuración que busca salvar la empresa, la cual debía darse este martes 7 de noviembre, todo se derrumbó en razón a que la ‘Super’ exigió eliminar la tabla de indemnización por despido sin justa causa, algo que los sindicatos no aceptaron. He ahí el meollo del asunto.

Se podría decir que la posición de ambas partes es entendible: una interesada en crear condiciones financieras que les permitan hacer viable a la empresa y la otra dispuesta a no perder unos derechos laborales adquiridos por muchos años, pero que representan unos montos presupuestales que no están al alcance de Emdupar.

Es aquí entonces donde surge el interrogante de el ¿por qué la empresa más grande del municipio, en otrora rentable, ha llegado a estos extremos de inviabilidad financiera?

En la respuesta a ese interrogante cabe mucha gente: la clase política dirigente de las últimas dos o tres décadas que solo se acordaba de la empresa para hacer negocios en pro de beneficios particulares, los criterios pocos non sanctos para la escogencia de los gerentes, la posición desmesurada de las directivas sindicales, la cultura del no pago de los servicios por parte de un amplio sector de la ciudadanía, la falta de visión de muchos alcaldes, son entre los factores que acabaron con la entidad considerada la joya de la corona.

En consecuencia, ahora estamos frente a una empresa seriamente amenazada con ser liquidada, una comunidad vallenata que sufre las deficiencias del servicio, un grueso número de trabajadores que ve en riesgo su estabilidad laboral, mientras que muchos contratistas y socios de las diferentes administraciones, que han pasado en estos últimos cuatrenios, lograron significativos dividendos económicos.

Duele decirlo, pero esa es la triste realidad que empaña la buena imagen de una ciudad como Valledupar, caracterizada por su constante auge y proyección.

Editorial
8 noviembre, 2023

Hoy más que nunca Emdupar vive las consecuencias de décadas politiqueras

Cuando se creía que todo comenzaba a enrutarse por el camino de la estabilización de la empresa de Servicios Públicos de Valledupar, Emdupar, y porque además se hablaba de un buen entendimiento entre el agente interventor de la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios y los sindicatos de la entidad municipal, surge un enfrentamiento entre las partes que ha dado al traste con la buena negociación que venía en proceso.


Cuando se creía que todo comenzaba a enrutarse por el camino de la estabilización de la empresa de Servicios Públicos de Valledupar, Emdupar, y porque además se hablaba de un buen entendimiento entre el agente interventor de la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios y los sindicatos de la entidad municipal, surge un enfrentamiento entre las partes que ha dado al traste con la buena negociación que venía en proceso.

Desde el momento mismo de la intervención por parte de la ‘Super’, el ambiente que se respiraba en Emdupar era de esperanza, por lo menos eso era lo que aparentemente se reflejaba porque el sindicato y la nueva gerencia interventora parecían hablar el mismo idioma en pro de la recuperación de la empresa y evitar su liquidación definitiva.

Ambas partes se mostraban flexibles y dispuestas a ceder lo que fuera necesario para lograr el objetivo de volver viable a Emdupar, además, algunas cosas comenzaban a mejorar desde el punto de vista administrativo, lo cual se evidenciaba en el pago oportuno a los empleados y contratistas.

Pero al llegar al punto de establecer un acuerdo para firmar con los sindicatos la nueva convención colectiva dentro de la reestructuración que busca salvar la empresa, la cual debía darse este martes 7 de noviembre, todo se derrumbó en razón a que la ‘Super’ exigió eliminar la tabla de indemnización por despido sin justa causa, algo que los sindicatos no aceptaron. He ahí el meollo del asunto.

Se podría decir que la posición de ambas partes es entendible: una interesada en crear condiciones financieras que les permitan hacer viable a la empresa y la otra dispuesta a no perder unos derechos laborales adquiridos por muchos años, pero que representan unos montos presupuestales que no están al alcance de Emdupar.

Es aquí entonces donde surge el interrogante de el ¿por qué la empresa más grande del municipio, en otrora rentable, ha llegado a estos extremos de inviabilidad financiera?

En la respuesta a ese interrogante cabe mucha gente: la clase política dirigente de las últimas dos o tres décadas que solo se acordaba de la empresa para hacer negocios en pro de beneficios particulares, los criterios pocos non sanctos para la escogencia de los gerentes, la posición desmesurada de las directivas sindicales, la cultura del no pago de los servicios por parte de un amplio sector de la ciudadanía, la falta de visión de muchos alcaldes, son entre los factores que acabaron con la entidad considerada la joya de la corona.

En consecuencia, ahora estamos frente a una empresa seriamente amenazada con ser liquidada, una comunidad vallenata que sufre las deficiencias del servicio, un grueso número de trabajadores que ve en riesgo su estabilidad laboral, mientras que muchos contratistas y socios de las diferentes administraciones, que han pasado en estos últimos cuatrenios, lograron significativos dividendos económicos.

Duele decirlo, pero esa es la triste realidad que empaña la buena imagen de una ciudad como Valledupar, caracterizada por su constante auge y proyección.