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Editorial - 12 febrero, 2013

Hernando Morón Canales, esos liberales se acabaron ya!

Al celebrar el centenario del nacimiento de Hernando Morón Canales recordamos su personalidad, honestidad y amistad. Su empeño en las ideas de su partido, que entonces definía la agenda pública, la conducción del Estado y los valores más representativos de una sociedad en crecimiento.

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Al celebrar el centenario del nacimiento de Hernando Morón Canales recordamos su personalidad, honestidad y amistad. Su empeño en las ideas de su partido, que entonces definía la agenda pública, la conducción del Estado y los valores más representativos de una sociedad en crecimiento.

Con empeño siguió en sus últimas décadas los liderazgos que entusiasmaban a las masas y entregó su energía más madura a exaltar las banderas de Carlos Lleras Restrepo. Entonces, los jefes naturales del partido, en sus canapés republicanos, en las convenciones, en las páginas de la gran prensa, o en condición de tribunos de acendrada oratoria, exponían sus ideas.  Aún no había aparecido la magia de la televisión y más lejos estaba la provincia de lo que hoy son las redes sociales.

Aquí, al calor de un tinto, recias personalidades como Hernando Morón discutían y defendían sus principios y la política era una devoción, una conversación, un gesto de amistad sin sombras, cálculo y manipulación mediática o personal.

Esa generación que hizo posible el departamento y otras empresas e ideas de desarrollo, estaban dispuestas en las tareas electorales o cívicas a sacrificar su escaso o gran patrimonio económico, según el caso, su tiempo y tranquilidad con tal de hacer valer sus ideas y que las cosa pública municipal o departamental fuera clara y de eficaz servicio popular.

Hoy se remueven en sus tumbas al ver la desolación de su Partido. Enfrentado en lo nacional al surgimiento de nuevas formaciones y a veces temporales movimientos  y liderazgos, creados por olas de insatisfacción crecientes en un país urbano, la confusión ideológica, esa que no tuvo Hernando Morón, el espectáculo de los medios, las redes y las emotividades de la paz o la guerra, perdió sintonía con la comunidad. Las reformas políticas con el fin de fortalecer los partidos, con mecanismos como un nuevo tipo de listas, cifras repartidoras y umbrales, no han sido suficientes para su recuperación. Otros movimientos han conquistado banderas sociales y su honrado esfuerzo por la paz y los derechos humanos, ha cedido, en los últimos 15 años, ante causas oportunistas y el apoyo popular a la guerra del Estado contra sus rivales alzados en armas.

El clientelismo en el Cesar se desenfadó y los líderes entraron, pasando de un lado a otro como camaleones, a ofrecerse al mejor postor y parte principal de su dirigencia prefirió el enriquecimiento personal en lugar de la gloria. Qué lejos estamos de esos liberales de antaño que lo exponían todo frente al espectáculo que hoy dan de pedir comisiones en los contratos de obras públicas que quedan inconclusas, gestionar recursos en las esferas nacionales de gobierno para, al informarle a los mandatarios ejecutores, direccionar a quién se le debe otorgar la contratación o usando la más vil de las maniobras para desaparecer los recursos de una ciudad o un departamento. Fue lo que sucedió cuando el Partido Liberal, qué pena!, trajo a un gobernador a que se robase el departamento o pelechó en la Alcaldía de Valledupar en los últimos años y dejó en bancarrota a la ciudad, como lo estamos padeciendo.

De Hernando Morón Canales, un ciudadano de bien, un liberal de los de antes, un hombre sencillo a quien en los últimos años vimos trabajando para hacer de su familia, como es, un legado de inteligencia y honorabilidad, dijeron sus amigos recordando su labor comercial: “Hernando vende fincas pero nunca su rectitud, su fe liberal y el amor por su pueblo”.

Editorial
12 febrero, 2013

Hernando Morón Canales, esos liberales se acabaron ya!

Al celebrar el centenario del nacimiento de Hernando Morón Canales recordamos su personalidad, honestidad y amistad. Su empeño en las ideas de su partido, que entonces definía la agenda pública, la conducción del Estado y los valores más representativos de una sociedad en crecimiento.


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Al celebrar el centenario del nacimiento de Hernando Morón Canales recordamos su personalidad, honestidad y amistad. Su empeño en las ideas de su partido, que entonces definía la agenda pública, la conducción del Estado y los valores más representativos de una sociedad en crecimiento.

Con empeño siguió en sus últimas décadas los liderazgos que entusiasmaban a las masas y entregó su energía más madura a exaltar las banderas de Carlos Lleras Restrepo. Entonces, los jefes naturales del partido, en sus canapés republicanos, en las convenciones, en las páginas de la gran prensa, o en condición de tribunos de acendrada oratoria, exponían sus ideas.  Aún no había aparecido la magia de la televisión y más lejos estaba la provincia de lo que hoy son las redes sociales.

Aquí, al calor de un tinto, recias personalidades como Hernando Morón discutían y defendían sus principios y la política era una devoción, una conversación, un gesto de amistad sin sombras, cálculo y manipulación mediática o personal.

Esa generación que hizo posible el departamento y otras empresas e ideas de desarrollo, estaban dispuestas en las tareas electorales o cívicas a sacrificar su escaso o gran patrimonio económico, según el caso, su tiempo y tranquilidad con tal de hacer valer sus ideas y que las cosa pública municipal o departamental fuera clara y de eficaz servicio popular.

Hoy se remueven en sus tumbas al ver la desolación de su Partido. Enfrentado en lo nacional al surgimiento de nuevas formaciones y a veces temporales movimientos  y liderazgos, creados por olas de insatisfacción crecientes en un país urbano, la confusión ideológica, esa que no tuvo Hernando Morón, el espectáculo de los medios, las redes y las emotividades de la paz o la guerra, perdió sintonía con la comunidad. Las reformas políticas con el fin de fortalecer los partidos, con mecanismos como un nuevo tipo de listas, cifras repartidoras y umbrales, no han sido suficientes para su recuperación. Otros movimientos han conquistado banderas sociales y su honrado esfuerzo por la paz y los derechos humanos, ha cedido, en los últimos 15 años, ante causas oportunistas y el apoyo popular a la guerra del Estado contra sus rivales alzados en armas.

El clientelismo en el Cesar se desenfadó y los líderes entraron, pasando de un lado a otro como camaleones, a ofrecerse al mejor postor y parte principal de su dirigencia prefirió el enriquecimiento personal en lugar de la gloria. Qué lejos estamos de esos liberales de antaño que lo exponían todo frente al espectáculo que hoy dan de pedir comisiones en los contratos de obras públicas que quedan inconclusas, gestionar recursos en las esferas nacionales de gobierno para, al informarle a los mandatarios ejecutores, direccionar a quién se le debe otorgar la contratación o usando la más vil de las maniobras para desaparecer los recursos de una ciudad o un departamento. Fue lo que sucedió cuando el Partido Liberal, qué pena!, trajo a un gobernador a que se robase el departamento o pelechó en la Alcaldía de Valledupar en los últimos años y dejó en bancarrota a la ciudad, como lo estamos padeciendo.

De Hernando Morón Canales, un ciudadano de bien, un liberal de los de antes, un hombre sencillo a quien en los últimos años vimos trabajando para hacer de su familia, como es, un legado de inteligencia y honorabilidad, dijeron sus amigos recordando su labor comercial: “Hernando vende fincas pero nunca su rectitud, su fe liberal y el amor por su pueblo”.