El ser existencial, el ser ahí, el Da-sein, el hombre, es un ser para la muerte. Ese es su principal problema, y por eso se angustia. Puede vivir muchos años, pero finalmente muere. No obstante ser la muerte un hecho oscuro, negativo, de suyo preocupante, Heidegger lo considera positivo: una pedagogía para la vida. Pensar […]
El ser existencial, el ser ahí, el Da-sein, el hombre, es un ser para la muerte. Ese es su principal problema, y por eso se angustia. Puede vivir muchos años, pero finalmente muere.
No obstante ser la muerte un hecho oscuro, negativo, de suyo preocupante, Heidegger lo considera positivo: una pedagogía para la vida. Pensar la vida es pensar la muerte y pensar la muerte es pensar la vida. Si vives bien mueres bien. Si vives mal mueres mal. Obsérvese, cómo nuevamente hay semejanza teleológica entre la filosofía y la religión. Son verdades que no se contradicen. Por ello, justamente, Santo Tomás de Aquino encontró tanta afinidad entre la filosofía aristotélica y la fe cristiana. En la historia de las ideas eso se ha denominado el corpus aristotélico- tomista.
Tomar la muerte en serio en orden a la vida, hacer lo que se debe y no dejar de hacerlo, Heidegger lo denomina ser hombre auténtico, y viceversa, inauténtico. Esto no necesariamente tiene una referencia moral, no, la inautenticidad comporta una actitud contraria a otra también realizable no necesariamente moral.
Por qué hay algo (Ser) en vez de nada, se pregunta Heidegger. Esta es exactamente la misma pregunta que en el siglo XVII se había formulado el filósofo alemán Leibniz. Precisamente porque hay algo (Ser), en vez de nada, el hombre es responsable respecto de sus actos y corresponsable socialmente.
Heidegger se pregunta por qué el ente humano ha olvidado al Ser (con mayúscula), ese Ser que está en todo, aunque invisible, pero que nos envuelve. Y se responde: porque el hombre se ha dedicado al dominio de los entes, de las cosas, porque el hombre se ha cosificado, se ha mundanizado, se ha dedicado enteramente al mundo de los objetos, frivolidades y pasatiempos, también al de la tecnología enajenante, especialmente la de los medios masivos de comunicación, haciéndose inauténtico, abandonando al Ser, que lo orienta en una vida seria.
Finalmente, cuando se trata de Heidegger hay un aspecto de su biografía que ningún comentador soslaya, el de su relación con el partido socialista nazi. En el gobierno de este partido, con Adolfo Hitler a la cabeza, Heidegger fue propuesto para ocupar la rectoría de la universidad de Berlín, ofrecimiento que declinó, pero en cambio aceptó la rectoría de la de Friburgo, en la que permaneció unos pocos meses y luego renunció. Al acto de posesión concurrió el canciller Hitler, objeto de elogio del discurso de Heidegger.
De todos modos, en su libro Ser y Tiempo, algunos estudiosos ven nazismo, otros no.
Nota: Si visitas Santa Marta ve al teatro Cajamag Pepe Vives Campo, presenta comedias, dramas, danzas, etc. ¿Cuándo tendremos uno semejante en Valledupar?
El ser existencial, el ser ahí, el Da-sein, el hombre, es un ser para la muerte. Ese es su principal problema, y por eso se angustia. Puede vivir muchos años, pero finalmente muere. No obstante ser la muerte un hecho oscuro, negativo, de suyo preocupante, Heidegger lo considera positivo: una pedagogía para la vida. Pensar […]
El ser existencial, el ser ahí, el Da-sein, el hombre, es un ser para la muerte. Ese es su principal problema, y por eso se angustia. Puede vivir muchos años, pero finalmente muere.
No obstante ser la muerte un hecho oscuro, negativo, de suyo preocupante, Heidegger lo considera positivo: una pedagogía para la vida. Pensar la vida es pensar la muerte y pensar la muerte es pensar la vida. Si vives bien mueres bien. Si vives mal mueres mal. Obsérvese, cómo nuevamente hay semejanza teleológica entre la filosofía y la religión. Son verdades que no se contradicen. Por ello, justamente, Santo Tomás de Aquino encontró tanta afinidad entre la filosofía aristotélica y la fe cristiana. En la historia de las ideas eso se ha denominado el corpus aristotélico- tomista.
Tomar la muerte en serio en orden a la vida, hacer lo que se debe y no dejar de hacerlo, Heidegger lo denomina ser hombre auténtico, y viceversa, inauténtico. Esto no necesariamente tiene una referencia moral, no, la inautenticidad comporta una actitud contraria a otra también realizable no necesariamente moral.
Por qué hay algo (Ser) en vez de nada, se pregunta Heidegger. Esta es exactamente la misma pregunta que en el siglo XVII se había formulado el filósofo alemán Leibniz. Precisamente porque hay algo (Ser), en vez de nada, el hombre es responsable respecto de sus actos y corresponsable socialmente.
Heidegger se pregunta por qué el ente humano ha olvidado al Ser (con mayúscula), ese Ser que está en todo, aunque invisible, pero que nos envuelve. Y se responde: porque el hombre se ha dedicado al dominio de los entes, de las cosas, porque el hombre se ha cosificado, se ha mundanizado, se ha dedicado enteramente al mundo de los objetos, frivolidades y pasatiempos, también al de la tecnología enajenante, especialmente la de los medios masivos de comunicación, haciéndose inauténtico, abandonando al Ser, que lo orienta en una vida seria.
Finalmente, cuando se trata de Heidegger hay un aspecto de su biografía que ningún comentador soslaya, el de su relación con el partido socialista nazi. En el gobierno de este partido, con Adolfo Hitler a la cabeza, Heidegger fue propuesto para ocupar la rectoría de la universidad de Berlín, ofrecimiento que declinó, pero en cambio aceptó la rectoría de la de Friburgo, en la que permaneció unos pocos meses y luego renunció. Al acto de posesión concurrió el canciller Hitler, objeto de elogio del discurso de Heidegger.
De todos modos, en su libro Ser y Tiempo, algunos estudiosos ven nazismo, otros no.
Nota: Si visitas Santa Marta ve al teatro Cajamag Pepe Vives Campo, presenta comedias, dramas, danzas, etc. ¿Cuándo tendremos uno semejante en Valledupar?