Muy bien lo dijo Pablo López: “Mi hermano era un alma de Dios. Sencillo, apacible y noble”. Y remató Miguel López… “El Debe era servicial y nunca le hizo mal a nadie”. Estas frases encierran la personalidad del hombre bonachón y amiguero como era Elberto de Jesús López Gutiérrez, Rey Vallenato en 1980. Él siempre estuvo dispuesto a servir a los demás y por eso dentro del folclor vallenato quedaron como testimonio sus ocurrencias y dos canciones que lo pintan de cuerpo entero.
En esas obras musicales tituladas ‘Tres canciones’ de Diomedes Díaz y ‘El regaño’ de Héctor Zuleta, es el protagonista principal. Tiene el papel de mensajero y por la confianza que le tenían los compositores cumplió a cabalidad su misión. Tocó las canciones pedidas en la ventana marroncita y llevó la carta a la amada de Héctor.
Hágame el favor compadre ‘Debe’
llegue a esa ventana marroncita,
toque tres canciones bien bonitas
que a mi no me importa si se ofenden.
Diomedes Díaz ante el toque del acordeón de ‘El Debe’ no solamente se inspiró sino que prometió cantarlas con el alma a esa linda morenita que dormía al lado de esa famosa ventana marroncita ubicada en una de las casas de La Junta, La Guajira, exactamente al lado de la carretera que conduce a Carrizal.
Después de pedirle el favor al acordeonero, Diomedes Díaz hace una exposición en un verso genial que denota su sentimiento:
Dicen que el amor cuando es sincero
es como una nube en primavera,
que devuelve a bueno un aguacero,
agua para sustentar la tierra.
El Diomedes que adornaba sus canciones con frases contundentes estaba enamorado y tuvo la musa precisa para ilustrar en versos ese amor que sentía en su tierra natal. Y contó con el acordeonero que le hizo el dos para completar su episodio amoroso. Ese era ‘El Debe’ López, que todos conocieron.
El regaño
No contento con el primer favor a Diomedes, llegó Héctor Zuleta y le pidió que le llevara un recado a un querido amor que tenía varios días de no verla. ‘El Debe’ no tuvo otra alternativa que cumplir con la misión porque un hombre enamorado es capaz de sacar un puñado de azúcar del fondo del mar o permitir que el día se prolongue hasta que el cariño se desborde como río crecido.
Compadre ‘Debe’ mucho gusto en verlo
seguro estaba de que usted venía
deme razón de la morena mía
que usted si sabe, de su paradero.
Como yo sé que usted es un hombre bueno
voy a pedirle que me haga un servicio
vaya a llevármele este papelito
para saber cuando podemos vernos.
En la primera parte de la canción está explicita la connotación de hombre bueno que tenía ‘El Debe’, pero además servicial. Llevó el papelito porque el asunto no estaba nada bien y Héctor requería que el amor volviera a resplandecer como al comienzo.
En su angustia le pide a ‘El Debe’ que no le fallara porque corría el riesgo de morir de amor.
Compadre ‘Debe’ si la ve le dice
que se conduela de las penas mías,
que Héctor Zuleta se la pasa triste
por el regalo que le dio ese día.
Como coincidencia, las mencionadas canciones tratan de dos morenitas que pusieron a temblar los corazones de Diomedes y Héctor, quienes se desahogaron cantando y tuvieron a su lado a un amigo fiel que se condolió de sus penas.
La famosa ventana
Muchas historias se han tejido alrededor de la famosa ventana marroncita donde Diomedes Díaz hizo pública su declaración de amor a Patricia Isabel Acosta Solano, a quien en esa época le regaló una gran cantidad de canciones.
“Me cantaba con la mayor naturalidad del mundo. Yo era su musa y mi emoción no me cabía en el pecho y más cuando esas historias nuestras se convirtieron en éxito. De ese amor me quedaron mis cuatro bellos hijos y 22 canciones que me regaló con todo el sentimiento que se salía del pentagrama y se metía en mi corazón”, cuenta Patricia Acosta.
Al narrar sobre ‘Tres canciones’ con la que ‘El Debe’ López cumplió a cabalidad su misión hasta llegar a la pasta sonora, dice: “Es una historia real en toda su extensión y que él resumió en una bella canción que hoy es himno de los enamorados y se escucha más que antes. Ese es el milagro del hombre que hacía maravillas con sus cantos”.
Entonces hace referencia a varias de esas canciones: ‘Cariñito de mi vida’, ‘Bendito sea Dios’, ‘El alma en un acordeón’, ‘Tres canciones’, ‘Bonita’, ‘Tu serenata’, ‘Razón sentimental’, ‘Titulo de amor’, ‘El cóndor herido’, ‘Te necesito’, ‘El regreso del cóndor’ y ‘Sin ti’.
De esta manera, con sus letras y melodías Diomedes Díaz le besó el alma a Patricia Acosta, quien se queda pensativa al llegar el proceso del recuerdo donde sus ojos con lágrimas resumen 30 años, 10 como novia y 20 como esposa.
En la propia obra ‘Tres canciones’ o ‘La ventana marroncita’, cuya duración en el disco es de cuatro minutos y 43 segundos, el corista Juan Piña le pregunta: “¿Diomedes, la hembra es muy bonita?”. Y él sin dudarlo responde: “No tiene comparación Juancho”.
En medio de la semblanza musical aparece nuevamente el compadre ‘Debe’ López, el mensajero del acordeón, quien se despidió de la vida el viernes 22 de junio de 2007, dejando en su hoja de vida la grabación en 1977 de la famosa canción que nunca pasa de moda y que comenzó a llevar a la popularidad a Diomedes Díaz, el cual nunca se cansó de agradecerle tanto a él, como a sus hermanos Pablo y Miguel López, quienes fueron claves en sus inicios como compositor y cantante.
Recientemente el excelso cajero Pablo López confesó: “Diomedes, nunca dejó de ser Lopista. Inició su éxito con ‘El Debe’ y lo terminó con Álvaro López”.
Por Juan Rincón Vanegas