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Columnista - 17 septiembre, 2019

Hacerse valer y valorarse más

Un problema que me preocupa mucho, es la falta de interés generacional por hacer familia, por generar vínculos que nos armonicen, pues el reencuentro de uno mismo con los demás, desde la propia identidad de cada cual, nos ayuda a levantarnos y a reconducir la relación entre análogos, a través del diálogo y la escucha. […]

Un problema que me preocupa mucho, es la falta de interés generacional por hacer familia, por generar vínculos que nos armonicen, pues el reencuentro de uno mismo con los demás, desde la propia identidad de cada cual, nos ayuda a levantarnos y a reconducir la relación entre análogos, a través del diálogo y la escucha. Desde luego, sí importante es que los líderes empresariales tomen medidas que ayuden a enfrentar la emergencia climática, también es vital que otros dirigentes, ya sean sindicales (dimensión social) o religiosos (dimensión espiritual), contribuyan a generar espacios de concordia en un mundo tan diverso, lo que requiere de la confluencia de todos sus moradores.

Sea como fuere, nuestro prójimo ha de estar siempre próximo a nuestros andares. Realmente este es un valor humanístico que está ahí, dirigido a todo el linaje y que debe influir positivamente en nuestro diario de vida, tanto privada como pública. Al fin y al cabo, el porvenir es nuestro a poco que lo cultivemos en la unidad, el respeto y la consideración fraterna.

Precisamente, son estos esfuerzos pacientes y persistentes, los que nos ayudan a superar la división y cualquier confrontación que pueda surgir. El que veintiocho grandes firmas, con una capitalización de mercado total de 1,3 billones de dólares, hayan respondido conjuntamente a un llamamiento para que fijen objetivos ambiciosos antes de la celebración de la Cumbre sobre la Acción Climática, contribuye a esperanzarnos. Lo cierto es que resulta verdaderamente estimulante ver a tantas compañías y marcas diversas elevar con valentía sus objetivos. Sin duda, pienso que la especie humana tiene que hacerse valer más y aprender a valorarse.

A mí, personalmente, siempre me ha parecido que a un semejante solo le puede salvar otro análogo. Aparte del pan de cada día, también necesitamos tener un hombro al menos, en el que apoyarnos cada amanecer, para no morir en la desesperación. De ahí la importancia de ser solidarios con los sufrimientos y anhelos de la gente, muchas veces amedrentados por nuestras propias miserias humanas, que nos impiden ser justos para activar esa reconciliación humana, tan necesaria como sublime.

 Por desgracia, la humanidad no va en el camino correcto de actuar, a manera de fermento en la masa, para construir horizontes que nos fraternicen. A veces uno también se pregunta, ¿para qué nos sirve progresar hacia un dominio cada vez mayor del mundo, si luego somos incapaces de alcanzar el objetivo de eliminar el sida como una amenaza de salud pública en 2030? Tal vez debamos repensar la respuesta a la epidemia, máxime cuando las nuevas infecciones de VIH registraron un aumento del 29% en Europa del Este y Asia Central, del 10% en Oriente Medio y África del Norte y del 7% en América Latina; lo que nos indica la falta de compromiso global que, en ocasiones, no pasa de las palabras, cuando se nos requieren acciones concretas.

Columnista
17 septiembre, 2019

Hacerse valer y valorarse más

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Víctor Corcoba Herrero

Un problema que me preocupa mucho, es la falta de interés generacional por hacer familia, por generar vínculos que nos armonicen, pues el reencuentro de uno mismo con los demás, desde la propia identidad de cada cual, nos ayuda a levantarnos y a reconducir la relación entre análogos, a través del diálogo y la escucha. […]


Un problema que me preocupa mucho, es la falta de interés generacional por hacer familia, por generar vínculos que nos armonicen, pues el reencuentro de uno mismo con los demás, desde la propia identidad de cada cual, nos ayuda a levantarnos y a reconducir la relación entre análogos, a través del diálogo y la escucha. Desde luego, sí importante es que los líderes empresariales tomen medidas que ayuden a enfrentar la emergencia climática, también es vital que otros dirigentes, ya sean sindicales (dimensión social) o religiosos (dimensión espiritual), contribuyan a generar espacios de concordia en un mundo tan diverso, lo que requiere de la confluencia de todos sus moradores.

Sea como fuere, nuestro prójimo ha de estar siempre próximo a nuestros andares. Realmente este es un valor humanístico que está ahí, dirigido a todo el linaje y que debe influir positivamente en nuestro diario de vida, tanto privada como pública. Al fin y al cabo, el porvenir es nuestro a poco que lo cultivemos en la unidad, el respeto y la consideración fraterna.

Precisamente, son estos esfuerzos pacientes y persistentes, los que nos ayudan a superar la división y cualquier confrontación que pueda surgir. El que veintiocho grandes firmas, con una capitalización de mercado total de 1,3 billones de dólares, hayan respondido conjuntamente a un llamamiento para que fijen objetivos ambiciosos antes de la celebración de la Cumbre sobre la Acción Climática, contribuye a esperanzarnos. Lo cierto es que resulta verdaderamente estimulante ver a tantas compañías y marcas diversas elevar con valentía sus objetivos. Sin duda, pienso que la especie humana tiene que hacerse valer más y aprender a valorarse.

A mí, personalmente, siempre me ha parecido que a un semejante solo le puede salvar otro análogo. Aparte del pan de cada día, también necesitamos tener un hombro al menos, en el que apoyarnos cada amanecer, para no morir en la desesperación. De ahí la importancia de ser solidarios con los sufrimientos y anhelos de la gente, muchas veces amedrentados por nuestras propias miserias humanas, que nos impiden ser justos para activar esa reconciliación humana, tan necesaria como sublime.

 Por desgracia, la humanidad no va en el camino correcto de actuar, a manera de fermento en la masa, para construir horizontes que nos fraternicen. A veces uno también se pregunta, ¿para qué nos sirve progresar hacia un dominio cada vez mayor del mundo, si luego somos incapaces de alcanzar el objetivo de eliminar el sida como una amenaza de salud pública en 2030? Tal vez debamos repensar la respuesta a la epidemia, máxime cuando las nuevas infecciones de VIH registraron un aumento del 29% en Europa del Este y Asia Central, del 10% en Oriente Medio y África del Norte y del 7% en América Latina; lo que nos indica la falta de compromiso global que, en ocasiones, no pasa de las palabras, cuando se nos requieren acciones concretas.