Mantenerse al día con las declaraciones del presidente estadounidense Donald Trump sobre los aranceles, desde los anuncios reales hasta las amenazas vagas, es una tarea vertiginosa.
Mantenerse al día con las declaraciones del presidente estadounidense Donald Trump sobre los aranceles, desde los anuncios reales hasta las amenazas vagas, es una tarea vertiginosa. Cuando se trata de China, oscila entre aplicar gravámenes cada vez mayores a sus productos e insinuar su deseo de alcanzar un acuerdo comercial gigantesco. En cuanto a otros países, habla de manera ominosa de aranceles grandes que pronto entrarán en vigor. Sería cómico si las consecuencias no fueran tan graves, tanto para Estados Unidos como para el resto del mundo.
La Imposición de aranceles universales a todos los bienes que ingresen a Estados Unidos, podrían, según Moody’s Analytics, reducir el producto interno bruto de Estados Unidos en casi un 3 % en relación con su trayectoria proyectada para 2026, una disminución que casi con certeza significaría una recesión.
La visión del presidente Trump, concibe una América imperial que haga lo que quiera en su rincón del mundo, como lo harán China y Rusia en el suyo. En contraste, la Unión Europea será un blanco especial de hostilidades, ira y depredación porque representa todo lo que parecen querer enterrar: el imperio de la ley, las restricciones a los poderosos, la soberanía igualitaria para los pequeños, el gobierno como baluarte contra la corrupción en lugar de su facilitación, la acción multilateral para abordar las graves crisis ecológicas y climáticas en lugar del expolio gratuito de la Tierra.
Las acciones de Trump han trastocado las relaciones diplomáticas con los principales socios comerciales de Estados Unidos, han hecho tambalear los mercados y han provocado represalias contra los productos estadounidenses. En materia de seguridad está exhortando el rearme en el mundo, no parece inmediato encontrar un nuevo equilibrio, la intuición coexiste con escenarios optimistas y pesimistas, mayor capacidad armamentística y la amenaza acechante presagian la repetición de lo que hizo Rusia a Ucrania. Pertinente recordar, que Trump no titubeó en considerar el uso de la coerción militar o económica como parte de su plan expansionista e imperialista.
Desde que asumió como presidente, Trump se ha dedicado a remodelar el orden mundial. Su decisión de utilizar aranceles para reducir el déficit comercial de Estados Unidos ha acaparado la mayoría de los titulares, pero es sólo la mitad de la historia. Se ha retirado de la Organización Mundial de la Salud y ha desmantelado el Departamento de Ayuda de Estados Unidos. Se especula que podría retirar a Estados Unidos del Banco Mundial, un organismo que Estados Unidos ayudó a crear al final de la Segunda Guerra Mundial.
Los disparos de la guerra comercial impactan en el agónico multilateralismo y apresura la reversa de la globalización. El uso de los aranceles tiene como objetivo reducir el déficit comercial de Estados Unidos, no obstante, la presunción de la fortaleza en realidad es una señal de lo vulnerable que se siente Washington ante el creciente poder económico de China y la amenaza que esto supone para la hegemonía estadounidense.
En los últimos cinco años, el crecimiento mundial se ha visto afectado por una serie de shocks: una pandemia, la guerra en Ucrania y el regreso de la inflación. Se medita mucho sobre cuál podría ser el próximo obstáculo en el camino. A propósito, Lin Jian ministro de Asuntos Exteriores de China ha prometido que China “luchará hasta el final” con Estados Unidos en una “guerra arancelaria, guerra comercial o cualquier otra guerra”.
Por: Luis Elquis Díaz.
Mantenerse al día con las declaraciones del presidente estadounidense Donald Trump sobre los aranceles, desde los anuncios reales hasta las amenazas vagas, es una tarea vertiginosa.
Mantenerse al día con las declaraciones del presidente estadounidense Donald Trump sobre los aranceles, desde los anuncios reales hasta las amenazas vagas, es una tarea vertiginosa. Cuando se trata de China, oscila entre aplicar gravámenes cada vez mayores a sus productos e insinuar su deseo de alcanzar un acuerdo comercial gigantesco. En cuanto a otros países, habla de manera ominosa de aranceles grandes que pronto entrarán en vigor. Sería cómico si las consecuencias no fueran tan graves, tanto para Estados Unidos como para el resto del mundo.
La Imposición de aranceles universales a todos los bienes que ingresen a Estados Unidos, podrían, según Moody’s Analytics, reducir el producto interno bruto de Estados Unidos en casi un 3 % en relación con su trayectoria proyectada para 2026, una disminución que casi con certeza significaría una recesión.
La visión del presidente Trump, concibe una América imperial que haga lo que quiera en su rincón del mundo, como lo harán China y Rusia en el suyo. En contraste, la Unión Europea será un blanco especial de hostilidades, ira y depredación porque representa todo lo que parecen querer enterrar: el imperio de la ley, las restricciones a los poderosos, la soberanía igualitaria para los pequeños, el gobierno como baluarte contra la corrupción en lugar de su facilitación, la acción multilateral para abordar las graves crisis ecológicas y climáticas en lugar del expolio gratuito de la Tierra.
Las acciones de Trump han trastocado las relaciones diplomáticas con los principales socios comerciales de Estados Unidos, han hecho tambalear los mercados y han provocado represalias contra los productos estadounidenses. En materia de seguridad está exhortando el rearme en el mundo, no parece inmediato encontrar un nuevo equilibrio, la intuición coexiste con escenarios optimistas y pesimistas, mayor capacidad armamentística y la amenaza acechante presagian la repetición de lo que hizo Rusia a Ucrania. Pertinente recordar, que Trump no titubeó en considerar el uso de la coerción militar o económica como parte de su plan expansionista e imperialista.
Desde que asumió como presidente, Trump se ha dedicado a remodelar el orden mundial. Su decisión de utilizar aranceles para reducir el déficit comercial de Estados Unidos ha acaparado la mayoría de los titulares, pero es sólo la mitad de la historia. Se ha retirado de la Organización Mundial de la Salud y ha desmantelado el Departamento de Ayuda de Estados Unidos. Se especula que podría retirar a Estados Unidos del Banco Mundial, un organismo que Estados Unidos ayudó a crear al final de la Segunda Guerra Mundial.
Los disparos de la guerra comercial impactan en el agónico multilateralismo y apresura la reversa de la globalización. El uso de los aranceles tiene como objetivo reducir el déficit comercial de Estados Unidos, no obstante, la presunción de la fortaleza en realidad es una señal de lo vulnerable que se siente Washington ante el creciente poder económico de China y la amenaza que esto supone para la hegemonía estadounidense.
En los últimos cinco años, el crecimiento mundial se ha visto afectado por una serie de shocks: una pandemia, la guerra en Ucrania y el regreso de la inflación. Se medita mucho sobre cuál podría ser el próximo obstáculo en el camino. A propósito, Lin Jian ministro de Asuntos Exteriores de China ha prometido que China “luchará hasta el final” con Estados Unidos en una “guerra arancelaria, guerra comercial o cualquier otra guerra”.
Por: Luis Elquis Díaz.