Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 12 marzo, 2011

Gadafi y el precio de la gasolina

Por: ANTONIO HERNANDEZ GAMARRA Los costos que determinan el precio de la gasolina fluctúan hoy – en buena medida – con las variaciones del precio internacional del petróleo y de la tasa de cambio del peso frente al dólar. Como esas dos variables cambian por muy distintas circunstancias, el precio de la gasolina puede ser […]

Por: ANTONIO HERNANDEZ GAMARRA

Los costos que determinan el precio de la gasolina fluctúan hoy – en buena medida – con las variaciones del precio internacional del petróleo y de la tasa de cambio del peso frente al dólar. Como esas dos variables cambian por muy distintas circunstancias, el precio de la gasolina puede ser muy volátil, lo cual afecta, de muy diversas maneras, muchas actividades económicas y el bolsillo de los consumidores.
Frente a ese hecho se oyen voces que proponen desligarlo del referente internacional  y regularlo sin atención a dicho factor. Recomendación que se debe tomar con mucho cuidado por las repercusiones que  puede tener sobre la asignación de los recursos y sobre la equidad.
El primer pilar del precio de la gasolina es su costo de producción, o sea el ingreso al productor como se dice en la jerga. A ese primer factor se debe añadir la remuneración a quienes la transportan y la distribuyen, y los impuestos que la gravan, para obtener el precio final al consumidor.
Mientras que, por razones económicas, es saludable calcular el ingreso al productor con base en el precio internacional de largo plazo, pues de lo contrario se subestima su valor y se propicia un consumo excesivo, no tiene ninguna razón de ser que los costos internos de transporte y distribución, y los impuestos, se aten a dicho precio como hoy en teoría sucede.
Por lo tanto, para evitar fluctuaciones indeseables sería conveniente establecer un precio internacional de referencia, variable sólo cuando exista evidencia sólida de un cambio sostenido en los precios del mercado, de suerte que las fluctuaciones hacia arriba y hacia abajo en el muy corto plazo no se tuvieran en cuenta para fijar el precio interno cada mes. Alternativamente, se podría establecer una banda, con amplitud definida, de suerte que las variaciones dentro de ella no afectaran el precio interno y el excedente o déficit que se generasen las desviaciones por fuera de ella se compensasen en el tiempo, como se intentó con la expedición del Decreto 4839 de 2008 cuya normatividad no se ha cumplido.
Además, es deseable establecer los impuestos – en especial la sobretasa – como un monto fijo y no como proporción del precio de referencia. Un impuesto específico de esa naturaleza tendría la ventaja de que no sería un factor de inestabilidad en el precio interno y también le daría estabilidad a los ingresos tributarios que por ese concepto recaudan los departamentos y demás entidades territoriales. Además, el impuesto específico sería mucho más claro para determinar la estructura de costos y evitaría manipulaciones del precio de referencia para fijar los impuestos, como todo indica hoy sucede.
Si así se hiciera la política impositiva sobre la gasolina podría discutirse en términos mucho más claros, y establecerse con propósitos redistributivos, ya que su progresividad sería más evidente dado que son los sectores de ingresos más altos los que consumen más gasolina. Si esa propuesta se analizara, y llegara a aplicarse, el sistema de precios ganaría mucho como instrumento para guiar la asignación de los recursos en la economía y las perturbaciones transitorias en los precios internacionales – incluidas las que han tenido como origen el despotismo del coronel Gadafi – no afectarían el discurrir de nuestra economía.

Columnista
12 marzo, 2011

Gadafi y el precio de la gasolina

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Antonio Hernandez Gamarra

Por: ANTONIO HERNANDEZ GAMARRA Los costos que determinan el precio de la gasolina fluctúan hoy – en buena medida – con las variaciones del precio internacional del petróleo y de la tasa de cambio del peso frente al dólar. Como esas dos variables cambian por muy distintas circunstancias, el precio de la gasolina puede ser […]


Por: ANTONIO HERNANDEZ GAMARRA

Los costos que determinan el precio de la gasolina fluctúan hoy – en buena medida – con las variaciones del precio internacional del petróleo y de la tasa de cambio del peso frente al dólar. Como esas dos variables cambian por muy distintas circunstancias, el precio de la gasolina puede ser muy volátil, lo cual afecta, de muy diversas maneras, muchas actividades económicas y el bolsillo de los consumidores.
Frente a ese hecho se oyen voces que proponen desligarlo del referente internacional  y regularlo sin atención a dicho factor. Recomendación que se debe tomar con mucho cuidado por las repercusiones que  puede tener sobre la asignación de los recursos y sobre la equidad.
El primer pilar del precio de la gasolina es su costo de producción, o sea el ingreso al productor como se dice en la jerga. A ese primer factor se debe añadir la remuneración a quienes la transportan y la distribuyen, y los impuestos que la gravan, para obtener el precio final al consumidor.
Mientras que, por razones económicas, es saludable calcular el ingreso al productor con base en el precio internacional de largo plazo, pues de lo contrario se subestima su valor y se propicia un consumo excesivo, no tiene ninguna razón de ser que los costos internos de transporte y distribución, y los impuestos, se aten a dicho precio como hoy en teoría sucede.
Por lo tanto, para evitar fluctuaciones indeseables sería conveniente establecer un precio internacional de referencia, variable sólo cuando exista evidencia sólida de un cambio sostenido en los precios del mercado, de suerte que las fluctuaciones hacia arriba y hacia abajo en el muy corto plazo no se tuvieran en cuenta para fijar el precio interno cada mes. Alternativamente, se podría establecer una banda, con amplitud definida, de suerte que las variaciones dentro de ella no afectaran el precio interno y el excedente o déficit que se generasen las desviaciones por fuera de ella se compensasen en el tiempo, como se intentó con la expedición del Decreto 4839 de 2008 cuya normatividad no se ha cumplido.
Además, es deseable establecer los impuestos – en especial la sobretasa – como un monto fijo y no como proporción del precio de referencia. Un impuesto específico de esa naturaleza tendría la ventaja de que no sería un factor de inestabilidad en el precio interno y también le daría estabilidad a los ingresos tributarios que por ese concepto recaudan los departamentos y demás entidades territoriales. Además, el impuesto específico sería mucho más claro para determinar la estructura de costos y evitaría manipulaciones del precio de referencia para fijar los impuestos, como todo indica hoy sucede.
Si así se hiciera la política impositiva sobre la gasolina podría discutirse en términos mucho más claros, y establecerse con propósitos redistributivos, ya que su progresividad sería más evidente dado que son los sectores de ingresos más altos los que consumen más gasolina. Si esa propuesta se analizara, y llegara a aplicarse, el sistema de precios ganaría mucho como instrumento para guiar la asignación de los recursos en la economía y las perturbaciones transitorias en los precios internacionales – incluidas las que han tenido como origen el despotismo del coronel Gadafi – no afectarían el discurrir de nuestra economía.