Comunicaciones Integrales y su Diario EL PILÓN le desea a todos sus lectores una feliz Navidad, que el Niño Dios llene sus hogares y corazón de alegría para que la paz y la prosperidad reinen siempre entre ustedes.
Plegaria de Navidad
Por Luis Helí Rubio Sandoval
En medio de esta angustia cósmica que aterroriza e entristece déjame buen Jesús rodear tu cuna con mis deseos de paz, con mi ruego y mi oración.
Los hombres están enloquecidos y transformando su corazón es un piélago de dificultades y aberraciones espirituales con su egoísmo, su soberbia, su vanidad, su osadía embriagado por la tecnología alcanzada con diabólica energía olvidando el barro estéril de sus decadentes ideas y su contaminada ilusión que lentamente se consume en el caldero de su iniquidad convirtiéndose en lobo devorándose en su propia miseria.
Hoy es navidad, tiempo de amor, amigo, compañero, hermano misericordioso Niño de Belén.
Tu eres el hombre que ideo la voluntad del cielo para enseñarnos a convivir en la humildad, la cordialidad lejos de toda maldad como preparación para llegar a su reino.
Expulsa de nuestra mente, de nuestro pensamiento el atrayente e insidioso argumento de creer en lo que somos dando la espalda a la solidaridad, la tolerancia, la cordialidad y al indispensable precepto de ser el destinatario de la fe, la esperanza y el amor fraternal.
Transforma nuestra melancolía en decembrina alegría, en gozosa elación, en deliciosa ambrosia.
Aléjanos de la tristeza engendrada por el materialismo.
Transforma nuestro sufrimiento en fuerza liberadora de las amenazas que merodean en nuestro universo.
Convierte nuestra pasiones en inocencia, en bondadosa amistad, en transparente fervor originando una luz, portadora de las bondades del cielo.
Que nuestras madres siempre estén vestidas de nube y que nuestros hijos vivan orientados por aureos sueños y sanas vivencias teñidas de paz.
No más injurias, no mas calumnias ni torpezas ni guerras ni odio ni venganzas, que siempre estemos lejos del impuro rencor.
No queremos una cárcel, ni una jaula estrecha agobiada por la violencia sino un mundo melodioso arrullado por el silbo de la bella amistad y el pudoroso brazo de las estrellas
guiadas por el celeste rito pregonero de gracia y de esperanza.
En esta época de villancicos, de regalos y manjares, oh Buen Pastor prodigioso Niño de Belén envíanos el rocío de tu alegría, la riqueza del hombre bueno y la mano amiga que ofrece ayuda.
El universo desea renunciar a su insolencia, retornar al camino de las rosas para renovar y transformar la brega inútil en trabajo, en fértil labor sin amargura.
Necesitamos salir del peligro para evadir el holocausto y el doloroso naufragio de la vida.
“La temporada en el infierno” debe terminar retornando a la génesis del alma ebria de claridad, sin pena ni dolorosos signos de tristeza.
Permítanos regresar al redil donde reside tu poder donde se bebe el vino de la humildad que purifica y embriaga de paz.
Déjanos oír la voz del cielo cayendo sobre nuestra humildad para abriagarnos de tu amor sin limites y recobrar el “paraíso perdido”.
No más ángeles degollados antes de nacer.
No más ridículos Herodes legalizando el crimen, el delito con populistas, y falaces argumentos.
No permitas la perversión y la desnaturalización del amor con insidiosas razones para legitimar la muerte de los seres inocentes, e indefensos solo protegidos por el amoroso recinto donde la madre ofrece el íntimo amor a la criatura.
La vida es intocable en cualquier estado del ciclo biológico, desde la conjunción celular en el maternal y misterioso arrullo hasta esperar en natural deceso.
Aléjanos de la corruptela, de la nefasta idea que aviva la insensatez pregonera de la unión entre seres confundidos, cercanos a la animalidad, ciegos, alienados bajo el error sentimental de creer, contrariando la naturaleza que es lícito nurlar la lógica del amor entregándose brutalmente a un imposible ético.
No más deviaciones No más irracionalidad.
Destierra la pederastia.
No más aberraciones ni falacias ni escándalos.
Reforma el alma del hombre escribiendo allí de nuevo el pensamiento renovado de tu magisterio, brújula ineludible y necesaria para coronar la meta hacia donde debe navegar la humanidad.
No más trompetas de fuego en el mundo preludiando el caos, la miseria y el miedo no más fusiles apuntando contra las palomas de la paz.
Acaba con las amenazas, la venganza, el rencor y los bélicos cohetes.
Coloca la conciencia humana en la órbita de tu esplendor y enséñanos tu pesebre como el símbolo de la humildad y el poder del corazón.