No se había ido el Papa y ya nos hace falta a millones de colombianos, por mi hubiese preferido que se quedara aquí toda la vida, porque en estos cinco días hemos sentido un cambio, algo pasó desde que llegó el Papa a Colombia y seguramente sus enseñanzas harán cambiar a muchos. Francisco desgranó poco […]
No se había ido el Papa y ya nos hace falta a millones de colombianos, por mi hubiese preferido que se quedara aquí toda la vida, porque en estos cinco días hemos sentido un cambio, algo pasó desde que llegó el Papa a Colombia y seguramente sus enseñanzas harán cambiar a muchos.
Francisco desgranó poco a poco su catolicismo y su fe religiosa. Pronunció frases sencillas, llenas de verdades y muy tangibles. Dijo: “Todos somos necesarios para crear y formar la sociedad. Esto no se hace solo con algunos de pura sangre, en un país todos tienen cabida”. Fue directa a los políticos, gobernantes y funcionarios del Estado.
Una sociedad que no sea proclive a la corrupción (entonces no es en Colombia, porque aquí se han robado todo: hospitales, escuelas y colegios, universidades, alimentos para los niños, viviendas, las carreteras y hasta la vida de muchos colombianos.
Sociedad integrada por familias, por personas,” todos somos iguales”, dijo el Papa, pero parecía que se refería a otro planeta, porque aquí en Colombia prevalece la anarquía, el yoismo (de López Michelsen) y el grupismo familiar para sus bolsillos.
“Les pido que escuchen a los pobres, a los que sufren, mírenlos a los ojos y déjense interrogar por sus rostros surcados de dolor y sus manos suplicantes…”. Tampoco aplica en Colombia esta frase, porque aquí pasa lo contrario. Millones de colombianos deambulan por las calles y los campos clamando salud, vivienda y medicina.
Hace poco se unieron los políticos (gobernadores, alcaldes, congresistas y miembros judiciales, con bandas criminales) y masacraron a miles de colombianos de todos los estratos sociales. La sociedad la desbaratan. “¿Podremos vivir juntos? Iguales y diferentes”, (Touraine, Alain 1997).
“Los invito al compromiso, no al cumplo y miento”, esta frase debería estar inserta en la Constitución Nacional y hacer parte del Código Penal con condena a cadena perpetua o la mismísima pena capital para todos aquellos gobernantes que en cuatro años saquean el erario público, acometen obras suntuosas innecesarias y protagonizan dividendos para ellos y sus familias. Hay muchos corruptos sueltos, a los que al parecer la Fiscalía nunca les llegará, esperemos a ver.
“Todo esfuerzo de paz sin un compromiso sincero y de reconciliación siempre será un fracaso…”. Se refirió el Papa a las manifestaciones de colombianos, expresidentes, congresistas y políticos enraizados que son contrarios a esa premisa del Papa. El país está saciado e inerme por la actitud de gobiernistas y opositores quienes por el poder le apuestan a la guerra y no a la paz.
Con su ojo “colombiano” por el golpe que recibió en un accidente en su Papa móvil, Francisco no se arrugó y advirtió a secas, pero de manera contundente: “El diablo entra por los bolsillos, siempre” y remató con la frase: “No hay nadie lo suficientemente perdido que no merezca nuestra solicitud, nuestra cercanía y nuestro perdón”, y volvió a hablar de la sociedad, de unión para sacar adelante los colegios, las universidades y el país.
A vuelta de cinco días quedamos sin Papa, ya nos estábamos acostumbrado a él, a su paciencia y exactitud filosófica, a su creciente vocación pastoral, a su brillantez para decir las cosas y a su inconmensurable alocución.
Qué diferencia tan inmensa frente a los demás sacerdotes; en él hay luz, pudor y sobriedad. Francisco nos dejó su estampa inmaculada, lástima que se haya ido, tan lejos de los colombianos que vivimos con él el tiempo de Dios.
“Y por favor, les pido a ustedes que no se les olvide rezar por mí”, dijo. ¡Gracias Francisco! Hasta la próxima semana.
[email protected] @tiochiro.
Por Aquilino Cotes Zuleta
No se había ido el Papa y ya nos hace falta a millones de colombianos, por mi hubiese preferido que se quedara aquí toda la vida, porque en estos cinco días hemos sentido un cambio, algo pasó desde que llegó el Papa a Colombia y seguramente sus enseñanzas harán cambiar a muchos. Francisco desgranó poco […]
No se había ido el Papa y ya nos hace falta a millones de colombianos, por mi hubiese preferido que se quedara aquí toda la vida, porque en estos cinco días hemos sentido un cambio, algo pasó desde que llegó el Papa a Colombia y seguramente sus enseñanzas harán cambiar a muchos.
Francisco desgranó poco a poco su catolicismo y su fe religiosa. Pronunció frases sencillas, llenas de verdades y muy tangibles. Dijo: “Todos somos necesarios para crear y formar la sociedad. Esto no se hace solo con algunos de pura sangre, en un país todos tienen cabida”. Fue directa a los políticos, gobernantes y funcionarios del Estado.
Una sociedad que no sea proclive a la corrupción (entonces no es en Colombia, porque aquí se han robado todo: hospitales, escuelas y colegios, universidades, alimentos para los niños, viviendas, las carreteras y hasta la vida de muchos colombianos.
Sociedad integrada por familias, por personas,” todos somos iguales”, dijo el Papa, pero parecía que se refería a otro planeta, porque aquí en Colombia prevalece la anarquía, el yoismo (de López Michelsen) y el grupismo familiar para sus bolsillos.
“Les pido que escuchen a los pobres, a los que sufren, mírenlos a los ojos y déjense interrogar por sus rostros surcados de dolor y sus manos suplicantes…”. Tampoco aplica en Colombia esta frase, porque aquí pasa lo contrario. Millones de colombianos deambulan por las calles y los campos clamando salud, vivienda y medicina.
Hace poco se unieron los políticos (gobernadores, alcaldes, congresistas y miembros judiciales, con bandas criminales) y masacraron a miles de colombianos de todos los estratos sociales. La sociedad la desbaratan. “¿Podremos vivir juntos? Iguales y diferentes”, (Touraine, Alain 1997).
“Los invito al compromiso, no al cumplo y miento”, esta frase debería estar inserta en la Constitución Nacional y hacer parte del Código Penal con condena a cadena perpetua o la mismísima pena capital para todos aquellos gobernantes que en cuatro años saquean el erario público, acometen obras suntuosas innecesarias y protagonizan dividendos para ellos y sus familias. Hay muchos corruptos sueltos, a los que al parecer la Fiscalía nunca les llegará, esperemos a ver.
“Todo esfuerzo de paz sin un compromiso sincero y de reconciliación siempre será un fracaso…”. Se refirió el Papa a las manifestaciones de colombianos, expresidentes, congresistas y políticos enraizados que son contrarios a esa premisa del Papa. El país está saciado e inerme por la actitud de gobiernistas y opositores quienes por el poder le apuestan a la guerra y no a la paz.
Con su ojo “colombiano” por el golpe que recibió en un accidente en su Papa móvil, Francisco no se arrugó y advirtió a secas, pero de manera contundente: “El diablo entra por los bolsillos, siempre” y remató con la frase: “No hay nadie lo suficientemente perdido que no merezca nuestra solicitud, nuestra cercanía y nuestro perdón”, y volvió a hablar de la sociedad, de unión para sacar adelante los colegios, las universidades y el país.
A vuelta de cinco días quedamos sin Papa, ya nos estábamos acostumbrado a él, a su paciencia y exactitud filosófica, a su creciente vocación pastoral, a su brillantez para decir las cosas y a su inconmensurable alocución.
Qué diferencia tan inmensa frente a los demás sacerdotes; en él hay luz, pudor y sobriedad. Francisco nos dejó su estampa inmaculada, lástima que se haya ido, tan lejos de los colombianos que vivimos con él el tiempo de Dios.
“Y por favor, les pido a ustedes que no se les olvide rezar por mí”, dijo. ¡Gracias Francisco! Hasta la próxima semana.
[email protected] @tiochiro.
Por Aquilino Cotes Zuleta