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Columnista - 16 septiembre, 2020

Falleció ‘Susy’

Uno de mis hijos, Marlon Andrés, en el año 2006 se fue a estudiar Ingeniería Civil en la UIS en Bucaramanga y allí se especializó. Un año después el segundo hijo, José David, se fue a estudiar medicina a la Universidad del Magdalena y un tercero, Andrés David, cursa Contaduría en la UPC. Hago este […]

Uno de mis hijos, Marlon Andrés, en el año 2006 se fue a estudiar Ingeniería Civil en la UIS en Bucaramanga y allí se especializó. Un año después el segundo hijo, José David, se fue a estudiar medicina a la Universidad del Magdalena y un tercero, Andrés David, cursa Contaduría en la UPC.

Hago este exordio para llevar una cronología de la existencia de ‘Susy’, para tratar de manifestar hoy la grandeza y el amor que se cultiva entre seres humanos y los animales.

Un día, en el 2009, en vacaciones de mitad de año, José David llegó con una pequeña “perrita”, criolla, de color negro, tenía unos lunares blancos en el cuerpo. Jose comentó que se la había regalado su novia en Santa Marta. Nos encariñamos con la perrita y acordamos ponerle por nombre ‘Susy’.  Enseguida hizo amistad con nuestra otra mascota ‘Kiko’, un perrito lanudo y extrovertido.

‘Susy’ empezó a crecer mucho y un día acordamos que teníamos que regalársela a alguien. José David decidió devolvérsela a su novia quien era oriunda de San Andrés, Bolívar. Sin embargo, Marlon Andrés se opuso a que se la llevaran para un pueblito tan lejos, “a pasar trabajo”. Entonces, se quedó.  

Nos encariñamos con ella y la vimos crecer. Mis hijos desde pequeño adoran a los perros.  Acordamos en familia dejarla. Entonces, la llevamos al veterinario. Al año ya no era aquella perrita de 25 centímetros de estatura, ya medía como 60 centímetros. A los meses murió ‘Kiko’ y ‘Susy’ quedó sola.

Desde que llegó le dimos comida casera y huesitos de pollo. Creció fuerte, con una destreza e inteligencia que seguramente deslumbraría a los investigadores: Karl Von Frisch, Piaget, Yerkes y al mismísimo Karl Bühler.

Hace unos días cuando veía las películas “Siempre a tu lado” (Hachiko) y “Marley y yo”, dos historias de perros, recordé a ‘Susy’: obediente, cariñosa, celosa con cada uno de nosotros. Cambiaba de dócil a fiera, para defendernos de algo o de alguien.

Nunca se orinó adentro de la casa. Hacia sus necesidades en el patio, siempre, a pesar de pasar horas encerrada.

Cuando Marlon Andrés y José David llegaban de vacaciones todo cambiaba para ella. Saltaba sobre ellos, los lamía y hasta se orinaba de la alegría por verlos.

‘Susy’ conocía el ruido de mi carro tres casas antes de llegar a la casa. Mi esposa y mis hijos decían: “ya viene el papá” porque ‘Susy’ ladraba.

Conocía nuestras voces y solo se le daba una orden, ella obedecía sin chistar. Cuando se sentaba en el piso o el suelo cruzaba sus patas y ponía su cabeza sobre ellas, era elegante.

Ni en broma aceptaba un juego pesado contra nosotros. Pero, también era respetuosa, comía bien y tomaba mucha agua. Ahora comía solo concentrados.

Once años después, hace pocos días le di su comida a las 8 de la noche, junto a ‘Gorby’ un Beagle orejón que vivió con ella varios meses. Ella lo enseñó a ser leal, sincero y respetuoso, pero no aprendió. También lo enseñó a cuidar.

Esa noche como de costumbre les di su comida. Media hora después ‘Susy’ presentó quebrantos de salud (muy pocas veces se había enfermado).

Llamamos al veterinario, le dimos medicamentos y dos horas después falleció. Se acabó ‘Susy’, la perra generosa, la que cada día nos cubría con sus saberes: ladraba para la comida o para que le diéramos agua. Mis hijos, mi esposa y yo quedamos tristes, la extrañamos, ‘Gorby’ también. Nos dejó varias enseñanzas, la lealtad y el amor. Hasta la próxima semana.   

Columnista
16 septiembre, 2020

Falleció ‘Susy’

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Aquilino Cotes Zuleta

Uno de mis hijos, Marlon Andrés, en el año 2006 se fue a estudiar Ingeniería Civil en la UIS en Bucaramanga y allí se especializó. Un año después el segundo hijo, José David, se fue a estudiar medicina a la Universidad del Magdalena y un tercero, Andrés David, cursa Contaduría en la UPC. Hago este […]


Uno de mis hijos, Marlon Andrés, en el año 2006 se fue a estudiar Ingeniería Civil en la UIS en Bucaramanga y allí se especializó. Un año después el segundo hijo, José David, se fue a estudiar medicina a la Universidad del Magdalena y un tercero, Andrés David, cursa Contaduría en la UPC.

Hago este exordio para llevar una cronología de la existencia de ‘Susy’, para tratar de manifestar hoy la grandeza y el amor que se cultiva entre seres humanos y los animales.

Un día, en el 2009, en vacaciones de mitad de año, José David llegó con una pequeña “perrita”, criolla, de color negro, tenía unos lunares blancos en el cuerpo. Jose comentó que se la había regalado su novia en Santa Marta. Nos encariñamos con la perrita y acordamos ponerle por nombre ‘Susy’.  Enseguida hizo amistad con nuestra otra mascota ‘Kiko’, un perrito lanudo y extrovertido.

‘Susy’ empezó a crecer mucho y un día acordamos que teníamos que regalársela a alguien. José David decidió devolvérsela a su novia quien era oriunda de San Andrés, Bolívar. Sin embargo, Marlon Andrés se opuso a que se la llevaran para un pueblito tan lejos, “a pasar trabajo”. Entonces, se quedó.  

Nos encariñamos con ella y la vimos crecer. Mis hijos desde pequeño adoran a los perros.  Acordamos en familia dejarla. Entonces, la llevamos al veterinario. Al año ya no era aquella perrita de 25 centímetros de estatura, ya medía como 60 centímetros. A los meses murió ‘Kiko’ y ‘Susy’ quedó sola.

Desde que llegó le dimos comida casera y huesitos de pollo. Creció fuerte, con una destreza e inteligencia que seguramente deslumbraría a los investigadores: Karl Von Frisch, Piaget, Yerkes y al mismísimo Karl Bühler.

Hace unos días cuando veía las películas “Siempre a tu lado” (Hachiko) y “Marley y yo”, dos historias de perros, recordé a ‘Susy’: obediente, cariñosa, celosa con cada uno de nosotros. Cambiaba de dócil a fiera, para defendernos de algo o de alguien.

Nunca se orinó adentro de la casa. Hacia sus necesidades en el patio, siempre, a pesar de pasar horas encerrada.

Cuando Marlon Andrés y José David llegaban de vacaciones todo cambiaba para ella. Saltaba sobre ellos, los lamía y hasta se orinaba de la alegría por verlos.

‘Susy’ conocía el ruido de mi carro tres casas antes de llegar a la casa. Mi esposa y mis hijos decían: “ya viene el papá” porque ‘Susy’ ladraba.

Conocía nuestras voces y solo se le daba una orden, ella obedecía sin chistar. Cuando se sentaba en el piso o el suelo cruzaba sus patas y ponía su cabeza sobre ellas, era elegante.

Ni en broma aceptaba un juego pesado contra nosotros. Pero, también era respetuosa, comía bien y tomaba mucha agua. Ahora comía solo concentrados.

Once años después, hace pocos días le di su comida a las 8 de la noche, junto a ‘Gorby’ un Beagle orejón que vivió con ella varios meses. Ella lo enseñó a ser leal, sincero y respetuoso, pero no aprendió. También lo enseñó a cuidar.

Esa noche como de costumbre les di su comida. Media hora después ‘Susy’ presentó quebrantos de salud (muy pocas veces se había enfermado).

Llamamos al veterinario, le dimos medicamentos y dos horas después falleció. Se acabó ‘Susy’, la perra generosa, la que cada día nos cubría con sus saberes: ladraba para la comida o para que le diéramos agua. Mis hijos, mi esposa y yo quedamos tristes, la extrañamos, ‘Gorby’ también. Nos dejó varias enseñanzas, la lealtad y el amor. Hasta la próxima semana.