Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 26 mayo, 2020

Fabio Zuleta, reflejo de nuestra sociedad

El caso de Fabio Zuleta sigue estremeciendo al país, una escena indignante, es asqueante por decir lo menos, el atropello contra una cultura y en especial contra la mujer wayuu de alguien que se hace llamar humorista al referir: “Yo quiero una chinita, que no tenga pelo y que no se mueva pa’ enseñala y […]

El caso de Fabio Zuleta sigue estremeciendo al país, una escena indignante, es asqueante por decir lo menos, el atropello contra una cultura y en especial contra la mujer wayuu de alguien que se hace llamar humorista al referir: “Yo quiero una chinita, que no tenga pelo y que no se mueva pa’ enseñala y tenela encerrá, que me haga arepa y me rasque la cabeza”, deja mucho que decir. Muchas autoridades y personalidades se han pronunciado al respecto, condenando el hecho. Fabio es el reflejo de una sociedad sin valores, con poca educación, que festeja cualquier patanería y humilla a cualquier minoría, además de estar dominada por el complejo del materialismo y que celebra las cosas mal hechas. Y el tema no es exclusivo de la costa, es en todo el país, hemos perdido la capacidad de asombro con casos tan indignantes como el de hace unos años en Cali, cuando unas “distinguidas” señoras posaron para una revista de moda pero para lograr la foto perfecta ubicaron a unas empleadas afro de fondo sirviendo el té; o recientemente en Bogotá, donde literalmente secuestraron en un edificio del norte de Bogotá a una humilde señora, la obligaron a hacer el trabajo de tres vigilantes; el celador que forzaron a vivir 50 días en el sótano de una bodega; los funcionarios del Ministerio de las TIC que se refirieron a los indígenas que debían ayudar como “brutos e hijueputas”; la tal ‘Epa Colombia’, la misma que atacó una estación de Transmilenio, ahora va y busca unas mujeres trans y las convierte en objeto de burla con tal de ganar seguidores. Esta es una sociedad que está podrida también por el protagonismo.

Pero volvamos a nuestra región donde, para algunos, lo que hizo Fabio es normal, como fue normal cuando Silvestre Dangond le agarró los genitales a un niño en una presentación y nada pasó, se lo festejaron; lo mismo Iván Zuleta (Hijo de Fabio) jugando con armas con sus hijos para hacerlos sentir los ‘chachos’ de la película. Es cultural y hace parte de nuestra idiosincrasia, con ese argumento nos acostumbramos a maltratar a cualquier minoría, ‘gays’, indígenas, discapacitados, afros y los pobres, nos parecen nada que ver; nos creemos de élite y la tal élite es la que más escándalos de corrupción, asesinatos, feminicidios, paramilitarismo, masacres y fraudes a la justicia tiene en su haber, un rosario de delitos que indignarían a cualquier sociedad, pero en esta región son venerados, admirados y, de ñapa, le dan el poder a ‘individuos’ que ni si quieran saben expresarse bien. A este sinvergüenza de Fabio Zuleta hay que iniciarle un proceso, aunque no conduzca a nada, porque el delito no se consumó, pero sí como sanción social, para que entienda que su acto tiene unas consecuencias éticas y morales, no se arregla con una disculpa cínica. Además, si el director del Sistema Cardenal, permite que Fabio continúe de alguna forma estaría avalando su conducta.

Muchos no entienden que la sociedad retrograda y básica está cambiando, hoy cualquier mal proceder se vuelve un ‘tsunami’ con consecuencias a nivel de opinión que a veces son peores que las penales, porque aniquilan cualquier carrera, como está pasando con Fabio Zuleta. Ni el coronavirus, que nos ha demostrado los vulnerables que somos, ha hecho que esta sociedad cambie.

Columnista
26 mayo, 2020

Fabio Zuleta, reflejo de nuestra sociedad

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jacobo Solano Cerchiaro

El caso de Fabio Zuleta sigue estremeciendo al país, una escena indignante, es asqueante por decir lo menos, el atropello contra una cultura y en especial contra la mujer wayuu de alguien que se hace llamar humorista al referir: “Yo quiero una chinita, que no tenga pelo y que no se mueva pa’ enseñala y […]


El caso de Fabio Zuleta sigue estremeciendo al país, una escena indignante, es asqueante por decir lo menos, el atropello contra una cultura y en especial contra la mujer wayuu de alguien que se hace llamar humorista al referir: “Yo quiero una chinita, que no tenga pelo y que no se mueva pa’ enseñala y tenela encerrá, que me haga arepa y me rasque la cabeza”, deja mucho que decir. Muchas autoridades y personalidades se han pronunciado al respecto, condenando el hecho. Fabio es el reflejo de una sociedad sin valores, con poca educación, que festeja cualquier patanería y humilla a cualquier minoría, además de estar dominada por el complejo del materialismo y que celebra las cosas mal hechas. Y el tema no es exclusivo de la costa, es en todo el país, hemos perdido la capacidad de asombro con casos tan indignantes como el de hace unos años en Cali, cuando unas “distinguidas” señoras posaron para una revista de moda pero para lograr la foto perfecta ubicaron a unas empleadas afro de fondo sirviendo el té; o recientemente en Bogotá, donde literalmente secuestraron en un edificio del norte de Bogotá a una humilde señora, la obligaron a hacer el trabajo de tres vigilantes; el celador que forzaron a vivir 50 días en el sótano de una bodega; los funcionarios del Ministerio de las TIC que se refirieron a los indígenas que debían ayudar como “brutos e hijueputas”; la tal ‘Epa Colombia’, la misma que atacó una estación de Transmilenio, ahora va y busca unas mujeres trans y las convierte en objeto de burla con tal de ganar seguidores. Esta es una sociedad que está podrida también por el protagonismo.

Pero volvamos a nuestra región donde, para algunos, lo que hizo Fabio es normal, como fue normal cuando Silvestre Dangond le agarró los genitales a un niño en una presentación y nada pasó, se lo festejaron; lo mismo Iván Zuleta (Hijo de Fabio) jugando con armas con sus hijos para hacerlos sentir los ‘chachos’ de la película. Es cultural y hace parte de nuestra idiosincrasia, con ese argumento nos acostumbramos a maltratar a cualquier minoría, ‘gays’, indígenas, discapacitados, afros y los pobres, nos parecen nada que ver; nos creemos de élite y la tal élite es la que más escándalos de corrupción, asesinatos, feminicidios, paramilitarismo, masacres y fraudes a la justicia tiene en su haber, un rosario de delitos que indignarían a cualquier sociedad, pero en esta región son venerados, admirados y, de ñapa, le dan el poder a ‘individuos’ que ni si quieran saben expresarse bien. A este sinvergüenza de Fabio Zuleta hay que iniciarle un proceso, aunque no conduzca a nada, porque el delito no se consumó, pero sí como sanción social, para que entienda que su acto tiene unas consecuencias éticas y morales, no se arregla con una disculpa cínica. Además, si el director del Sistema Cardenal, permite que Fabio continúe de alguna forma estaría avalando su conducta.

Muchos no entienden que la sociedad retrograda y básica está cambiando, hoy cualquier mal proceder se vuelve un ‘tsunami’ con consecuencias a nivel de opinión que a veces son peores que las penales, porque aniquilan cualquier carrera, como está pasando con Fabio Zuleta. Ni el coronavirus, que nos ha demostrado los vulnerables que somos, ha hecho que esta sociedad cambie.