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Especies invasoras y otras extintas

A raíz de mi artículo anterior, sostuve una agradabilísima charla con mi gran amigo Tomás Darío Gutiérrez Hinojosa, hombre de inteligencia admirable, memoria prodigiosa, quien me agradeció el haberlo mencionada en mi columna y con ello haberle removido sus recuerdos, transportándolo a su época de infancia y adolescencia, allá en Becerril, me recalcó el no haber mencionado a Jairo Hernández, quien según me contó, era un excelso cazador y con mi padre tenían unas faenas en donde cazaban hasta 8 manaos (familia del jabalí) cuando estos cerdos salvajes los había en abundancia y arrasaban con cultivos enteros, por eso era muy común cazarlos.

Tomás me recordó otros nombres de cazadores, como Eduardo Pla y ‘Mingo’ Valle, a nuestra amena charla se nos unió otro más, hoy día “reinsertado” y convertido en un gran ecologista, me refiero a “Chiche” Mestre, quien nos contó que dejó este “deporte”, luego de matar un venado y sentir un enorme peso en su conciencia. Después de hablar largo y tendido sobre cacería, le formulé una pregunta a Gutiérrez Hinojosa sobre un ave que he visto frecuentemente, con un trino y un aspecto muy parecido al de la “María-mulata” pero con un tamaño inferior a esta, aclaro que este pájaro negro, no es la misma “Cocinera” que anteriormente veíamos por ahí, es más la María Mulata es un ave costanera, acá en Valledupar no la hay, pues su hábitat es en la orilla del mar, la única que tenemos fue la que el maestro Grau nos heredó, ubicada en la glorieta. Esta ave, no es endémica de la región y noté su presencia, porque al vivir muchos años a la orilla del mar, me es muy familiar el canto de la María Mulata, y este pariente cercano lo tiene casi igual, según me cuenta Tomás, experto ornitólogo, esta ave migró de los llanos venezolanos y del sur de nuestro país, e incluso la ha llegado a ver en Nabusimake, algo muy extraño, porque su hábitat es a nivel del mar o por debajo de este, y le ha venido quitando espacio a otros pájaros que si son nativos.

Hay otras especies, que no han llegado producto de la migración, sino que erróneamente han sido introducidas por seres humanos, quizás como mascota o de pronto para comercializar los productos que de ellos se derivan, como ocurrió con el terriblemente dañino caracol africano, el cual resulta perjudicial para nuestra salud y personas inescrupulosas lo trajeron para comerciar su baba para usos estéticos.

Lo cierto es que día a día se descubren nuevas especies de flora y fauna, muy a pesar de que muchos aseguran de que entre cielo y tierra no hay nada oculto, el venado de cachos, ese con los cuernos ramificados, prácticamente se extinguió. Me dice Tomás que en la vía de Valledupar-Bosconia, cerca al puente lajas, hace unos meses vieron unos cuantos bebiendo agua en un jagüey  pero nada más fue que los cazadores furtivos se enteraran, y les persiguieron hasta acabarlos, uno de los pocos reductos de esta hermosa especie que queda, es en la región de Carraipia en La Guajira, y según hemos escuchado desde aquí viajan a cazarlos. El Ministerio de Medio Ambiente y las Corporaciones Autónomas deben tomar cartas en el asunto, para salvar estos animales antes de que sea demasiado tarde, como ocurrió con el famoso puerco manao, especie cazada hasta su extinción, ahora solo se ve en amazonas y en Centroamérica.

Por Julio Mario Celedón

 

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