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Editorial - 18 octubre, 2018

Escandaloso control político

La Asamblea del Cesar y el Concejo de Valledupar no han sido los mejores escenarios de control político durante los últimos tres años, porque los miembros de estas dos corporaciones se han centrado en rivalidades, acusaciones mutuas y en defenderse de procesos disciplinarios.   Inicialmente nos preocupa que la mayoría de los 19 miembros del […]

La Asamblea del Cesar y el Concejo de Valledupar no han sido los mejores escenarios de control político durante los últimos tres años, porque los miembros de estas dos corporaciones se han centrado en rivalidades, acusaciones mutuas y en defenderse de procesos disciplinarios.  

Inicialmente nos preocupa que la mayoría de los 19 miembros del Concejo han estado en la mira de Procuraduría desde el inicio de su periodo, porque luego de la elección del contralor municipal Álvaro Castilla, se dio la destitución de 15 concejales por 13 años, el 14 de junio de 2016, fallo que luego reversó el mismo Ministerio Público. Sin embargo, por la elección del sucesor  de Castilla, Omar Contreras Socarrás, también hay un proceso disciplinario en curso, que según los procesados les ha representado un fuerte desgaste económico y anímico.  

Con esta situación los coadministradores de Valledupar tienen un constante movimiento entre sus sillas en el cabildo municipal y el banquillo de los acusados, que obviamente no les permite el cumplimiento óptimo de sus obligaciones constitucionales. Aunque sus actuaciones sean cuestionadas, y posteriormente se demuestre que estaban apegadas a la norma, debe haber mayor rigor para deliberar en el marco de la legalidad, porque más allá de los económico o anímico estos personajes tienen la obligación de no defraudar el voto de confianza de los ciudadanos. 

En cuanto a la Asamblea también ha habido una situación que ha marcado una tensa relación entre algunos miembros de la duma departamental. En el ojo del huracán siempre ha estado el diputado Julio Casadiegos Navarro, acusado por sus compañeros de comportamientos inapropiados para la honorabilidad de su cargo, como inasistencias y el escándalo de ¿usted no sabe quién soy yo? No obstante, luego él terminó denunciando un mal ambiente laboral por supuesta persecución de sus homólogos y en días pasados renunció al cargo porque también recibió amenazas de muerte. Aunque polémico, Casadiegos es una baja sensible porque con sus planteamientos críticos, de oposición, a la administración departamental equilibraban la balanza a la hora de los debates. 

Editorial
18 octubre, 2018

Escandaloso control político

La Asamblea del Cesar y el Concejo de Valledupar no han sido los mejores escenarios de control político durante los últimos tres años, porque los miembros de estas dos corporaciones se han centrado en rivalidades, acusaciones mutuas y en defenderse de procesos disciplinarios.   Inicialmente nos preocupa que la mayoría de los 19 miembros del […]


La Asamblea del Cesar y el Concejo de Valledupar no han sido los mejores escenarios de control político durante los últimos tres años, porque los miembros de estas dos corporaciones se han centrado en rivalidades, acusaciones mutuas y en defenderse de procesos disciplinarios.  

Inicialmente nos preocupa que la mayoría de los 19 miembros del Concejo han estado en la mira de Procuraduría desde el inicio de su periodo, porque luego de la elección del contralor municipal Álvaro Castilla, se dio la destitución de 15 concejales por 13 años, el 14 de junio de 2016, fallo que luego reversó el mismo Ministerio Público. Sin embargo, por la elección del sucesor  de Castilla, Omar Contreras Socarrás, también hay un proceso disciplinario en curso, que según los procesados les ha representado un fuerte desgaste económico y anímico.  

Con esta situación los coadministradores de Valledupar tienen un constante movimiento entre sus sillas en el cabildo municipal y el banquillo de los acusados, que obviamente no les permite el cumplimiento óptimo de sus obligaciones constitucionales. Aunque sus actuaciones sean cuestionadas, y posteriormente se demuestre que estaban apegadas a la norma, debe haber mayor rigor para deliberar en el marco de la legalidad, porque más allá de los económico o anímico estos personajes tienen la obligación de no defraudar el voto de confianza de los ciudadanos. 

En cuanto a la Asamblea también ha habido una situación que ha marcado una tensa relación entre algunos miembros de la duma departamental. En el ojo del huracán siempre ha estado el diputado Julio Casadiegos Navarro, acusado por sus compañeros de comportamientos inapropiados para la honorabilidad de su cargo, como inasistencias y el escándalo de ¿usted no sabe quién soy yo? No obstante, luego él terminó denunciando un mal ambiente laboral por supuesta persecución de sus homólogos y en días pasados renunció al cargo porque también recibió amenazas de muerte. Aunque polémico, Casadiegos es una baja sensible porque con sus planteamientos críticos, de oposición, a la administración departamental equilibraban la balanza a la hora de los debates.