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Columnista - 5 abril, 2018

Encuestas electorales, algo de ciencia, algo de trampa

La inferencia estadística, que permite deducir características de una población a través de una muestra, tiene fundamentos científicos con algún margen de error previamente estipulado. En el caso de las encuestas electorales permite conocer la intención de voto de un universo, en un momento dado, sin necesidad de hacer un censo; igual, por una gota […]

La inferencia estadística, que permite deducir características de una población a través de una muestra, tiene fundamentos científicos con algún margen de error previamente estipulado. En el caso de las encuestas electorales permite conocer la intención de voto de un universo, en un momento dado, sin necesidad de hacer un censo; igual, por una gota de sangre podemos saber de cuál tipo es, en vez analizar un litro. Pero al frío y científico método se le pueden hacer trampas. En la más reciente encuesta de Invamer hecha sobre 58 municipios, en su ficha técnica no se dice cuántas de las 1.200 encuestas se diligenciaron en cada uno de ellos, que deben ser proporcionales al censo electoral respectivo y/o a su población; esto es básico porque una condición sine qua non es que cada sujeto tenga la misma probabilidad de ser escogido; este es un país de nacionalidades y las preferencias por uno u otro candidato cambian de región en región así que lo ideal es que se haga un diseño por región ya que no somos homogéneos ni cultural, ni étnicamente.

Por eso, las encuestas fallan. Sería conveniente hacer inferencias regionales. Veamos. En el eje cafetero fueron escogidos 14 municipios que representan el 24.1 % de los 58 seleccionados y el 15.8 % de la población de la muestra de casi 27 millones de habitantes, 54 % del total; esta es la matriz del uribismo: Medellín, Envigado, Bello, Caucasia y otros, generan cualquier sesgo. En el Caribe escogieron 15 municipios con grandes afectaciones “paras” como V/dupar, Magangué, Montería, Corozal, El Retén, Tierralta, Dibulla y Soledad. En el altiplano cundiboyacense fueron incluidos cinco municipios, sin Bogotá, con apenas el 2.4 % del potencial de la muestra. ¿Por qué tan pocos? En Bogotá tampoco sabemos cuántas encuestas se hicieron pese a tener el 30.4 % de la muestra potencial y dónde la correlación política es contraria a la que se da en el eje cafetero. En el nororiente incluyeron 6 municipios de los cuales Cúcuta representa el 41.3 % y es el centro de operaciones de diferentes mafias. Además, las encuestadoras más importantes son todas uribistas; también, falta más información en las fichas técnicas. Podría existir una confabulación y hay muchas razones para creerlo, esto no es ético.

Columnista
5 abril, 2018

Encuestas electorales, algo de ciencia, algo de trampa

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Napoleón de Armas P.

La inferencia estadística, que permite deducir características de una población a través de una muestra, tiene fundamentos científicos con algún margen de error previamente estipulado. En el caso de las encuestas electorales permite conocer la intención de voto de un universo, en un momento dado, sin necesidad de hacer un censo; igual, por una gota […]


La inferencia estadística, que permite deducir características de una población a través de una muestra, tiene fundamentos científicos con algún margen de error previamente estipulado. En el caso de las encuestas electorales permite conocer la intención de voto de un universo, en un momento dado, sin necesidad de hacer un censo; igual, por una gota de sangre podemos saber de cuál tipo es, en vez analizar un litro. Pero al frío y científico método se le pueden hacer trampas. En la más reciente encuesta de Invamer hecha sobre 58 municipios, en su ficha técnica no se dice cuántas de las 1.200 encuestas se diligenciaron en cada uno de ellos, que deben ser proporcionales al censo electoral respectivo y/o a su población; esto es básico porque una condición sine qua non es que cada sujeto tenga la misma probabilidad de ser escogido; este es un país de nacionalidades y las preferencias por uno u otro candidato cambian de región en región así que lo ideal es que se haga un diseño por región ya que no somos homogéneos ni cultural, ni étnicamente.

Por eso, las encuestas fallan. Sería conveniente hacer inferencias regionales. Veamos. En el eje cafetero fueron escogidos 14 municipios que representan el 24.1 % de los 58 seleccionados y el 15.8 % de la población de la muestra de casi 27 millones de habitantes, 54 % del total; esta es la matriz del uribismo: Medellín, Envigado, Bello, Caucasia y otros, generan cualquier sesgo. En el Caribe escogieron 15 municipios con grandes afectaciones “paras” como V/dupar, Magangué, Montería, Corozal, El Retén, Tierralta, Dibulla y Soledad. En el altiplano cundiboyacense fueron incluidos cinco municipios, sin Bogotá, con apenas el 2.4 % del potencial de la muestra. ¿Por qué tan pocos? En Bogotá tampoco sabemos cuántas encuestas se hicieron pese a tener el 30.4 % de la muestra potencial y dónde la correlación política es contraria a la que se da en el eje cafetero. En el nororiente incluyeron 6 municipios de los cuales Cúcuta representa el 41.3 % y es el centro de operaciones de diferentes mafias. Además, las encuestadoras más importantes son todas uribistas; también, falta más información en las fichas técnicas. Podría existir una confabulación y hay muchas razones para creerlo, esto no es ético.