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En tiempos de rojos…

Mi reciente viaje a España me dejó 3 experiencias maravillosas adicionales a la profesional: reencontrarme con una Madrid preciosa que pasa por un excelente momento en manos de Díaz Ayuso; el haber visto en vivo y en directo en el Bernabéu un nuevo triunfo de mi querido Real Madrid; y volver a tomarme un café, en Ópera, con ‘Concha’ Álvarez, a quien queremos con el alma desde ese 2010 cuando con su hermana Luisa cuidó como una madre a quien hoy es mi esposa. 

Precisamente Concha hizo de este viaje algo memorable al compartir conmigo, la tarde del viernes 17 de marzo, un dicho español plagado de esa sabiduría popular que se admira auténticamente: “en tiempos de rojos: hambre, miseria y piojos” Qué verdad tan diáfana, qué afirmación tan real, qué comentario tan ajustado a la realidad. Madrid definitivamente está bien gobernada por los conservadores del Partido Popular, pero España no camina bien gracias al comunismo de los rojos del PSOE, de Pedro Sánchez. En España el dicho cobra vigencia.

¿Y Colombia? El país nos lo están robando con un descaro inigualable, sin antecedentes, la izquierda llegó para disparar los niveles de corrupción, para normalizar en el estado los malos manejos, las coimas, el desgreño administrativo; la receta es sencilla: gobernar de espaldas al pueblo -para así apoderarse de los recursos públicos- y aprovechar al máximo, cada segundo de los 4 años en los que el Pacto Histórico tendrá control del ejecutivo. 

Resulta muy doloroso que luego de habernos hablado de cambio, de igualdad, de hacer visible a los nadies y las nadies, entendemos ese concepto: los nadies, las nadies, están robando desde posiciones de poder que les permiten acceder ilimitadamente al erario público para desviarlo a sus arcas, para satisfacer sus intereses. Lo que el Pacto Histórico hace en Colombia, la manera como gestiona la administración pública de carácter nacional, no es diferente a lo que por años ha hecho la izquierda, a menor escala pero con igual éxito, con Bogotá: ¡destrozarla!

Mientras Pirry se queja públicamente del gobierno que ayudó a elegir, como él ya son muchos los colombianos corajudos que reconocen, con dolor de patria y mucha vergüenza, que se equivocaron, que los engañaron y que, gracias a su voto, hoy ven cómo nos acercamos cada día a un abismo profundo del que sólo saldremos al unirnos contra esta dictadura de la ilegalidad. Duele ver cómo hoy nos gobiernan personajes siniestros, sin principios, ávidos de enriquecerse a costa del pueblo que presencia, sin capacidad de reacción, cómo la desinstitucionalización que padecemos carcome al estado que tanto nos costó construir. El gobierno sólo piensa en poner en marcha amnistías para que quienes delinquen “limpien” sus penas y puedan volver a caminar por las calles con la tranquilidad de quien ha resarcido a la sociedad por sus pecados. Triste…

“En tiempos de rojos: hambre, miseria y piojos” Sí son tiempos de rojos, de comunistas, de guerrilleros. Hambre sí tenemos, la inflación y las condiciones macroeconómicas del país muestran claramente en diferentes encuestas que la mayoría de familias colombianas ha tenido que disminuir una comida al día porque no hay plata suficiente para mantener las condiciones que antes disfrutaba. Miseria sí vemos en las calles sucias que dejan a la vista grafitis que han afectado edificios públicos y monumentos vacíos que por años fueron testimonio de nuestra gloriosa historia; abundan ahora en Colombia pedestales que extrañan a los conquistadores de otrora, a quienes fundaron nuestras ciudades y pueblos, a quienes nos descubrieron. Y piojos ya empezamos a tener, de hecho nos rascamos constantemente la cabeza al ver cómo la ministra Corcho, que tiene a su cargo la cartera de la salud, hace todo lo posible por dinamitar nuestro sistema de clínicas, hospitales y eps, catalogado como uno de los mejores del planeta y que muestra una cobertura histórica del 99%. 

Este dicho español está más vigente que nunca en la Colombia que desde agosto pasado está en manos de esos rojos, sinónimos de hambre, miseria y piojos…

Por Jorge Eduardo Ávila

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