La dura expresión fue usada por el escritor Álvarez Gardeazabal en relación con las consultas votadas en el proceso electoral del pasado 11de marzo. Como se sabe fueron dos las consultas realizadas, la de la derecha, en la que salió triunfador Iván Duque, y la de la izquierda, donde salió vencedor Gustavo Petro.

Pues bien, sucede, que la inconformidad de muchas personas, con la Regisraduria del Estado Civil no solo fue por la falta de tarjetones en algunas mesas de votación, falla que se enmendó con fotocopias, al mejor estilo de Macondo, sino que además se filtró la información confirmada por funcionarios de esta entidad, que da cuenta que los votantes por una y otra consulta, fueron enlistados en formatos diferentes y que dicha documentación reposa, sabrá Dios con qué propósito, en los archivos de la citada entidad. El hecho es considerado como una flagrante violación a la Constitución Política que en su Artículo 258 textualmente expresa: “El voto es un derecho y un deber ciudadano. El Estado velará porque se ejerza sin ningún tipo de coacción y en forma secreta por los ciudadanos….”.

Se quiere hacer por parte de la Registraduria, que este mecanismo, no es violatorio de la Carta Política, por cuanto esa información se mantiene en reserva. Surge, entre otras, la siguiente interrogante: ¿Por qué la Registraduría no informó previamente esta situación? Los organismos internacionales tienen la mirada puesta en este hecho irregular y muy seguramente harán sus respectivos pronunciamientos. A lo anterior, se suman las denuncias presentadas por el candidato a la Presidencia Gustavo Petro, en el sentido de que le hicieron fraude.

Entre tanto, el Consejo Nacional Electoral no ha hecho público ningún pronunciamiento sobre este particular, no obstante ser la autoridad encargada de ejercer inspección, vigilancia y control de la organización electoral. Lo dicho, esto es puro realismo mágico

Ahora bien, los más de nueve millones de colombianos que votaron en la consulta quedaron censados ideológicamente, por lo que es bueno recordar – para que se pueda entender la gravedad del asunto-, lo ocurrido con nuestro Nobel de Literatura, a quien le tocó exiliarse a las carreras en México, por tener supuestos nexos con el movimiento insurgente M-19, en hechos ocurridos en 1981, en vigencia del polémico Estatuto de Seguridad, expedido por el Presidente Turbay, al amparo del estado de sitio. Y sí eso le ocurre a un periodista y escritor como García Márquez, ¿Qué no podrá ocurrir con los ciudadanos de a pie?

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