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Columnista - 21 junio, 2020

Electricaribe del alma: no sé si odiarte o quererte

Desde que hizo su aparición en la costa Caribe colombiana esta empresa de energía española, los costeños hemos tenido que soportar todo tipo de atropellos y abusos entre los que destacan los repetidos, constantes y prolongados cortes del servicio de energía eléctrica los cuales se han ido exacerbando de manera asombrosa en los últimos meses […]

Desde que hizo su aparición en la costa Caribe colombiana esta empresa de energía española, los costeños hemos tenido que soportar todo tipo de atropellos y abusos entre los que destacan los repetidos, constantes y prolongados cortes del servicio de energía eléctrica los cuales se han ido exacerbando de manera asombrosa en los últimos meses desde que anunciaron su partida.
En el mes de septiembre supuestamente dejará de existir esta nefasta empresa para ser reemplazada por la Empresa de Servicios Públicos de Medellín, EPM, una de las pocas empresas públicas exitosas en este país, orgullo paisa y en la cual hemos colocado toda nuestra esperanza para salir de esa ya interminable oscuridad a la que nos tiene sometidos Electricaribe.

Pero mientras eso sucede los usuarios nos hemos ido acostumbrando a aceptar que ella es así, que hay que entenderla porque esa es su forma de ser, como ese mal amor que te está matando, que te humilla y te ultraja pero la traga o la impotencia de no poder dejarlo te sumerge en lo más profundo de tus sentimientos y hace contigo lo que le da la gana.
Así es esta empresa, un mal amor que te indigna, te llena de ira, de coraje, protestas, quemas llantas, la llamas, mandas correos pero nadie te contesta, nada pasa, todo sigue igual. En mi caso llamo entonces a mis amigos (Javier Coronel, Carlos Madero, Nicolás Muñoz, y Kelvin Fuentes) para preguntar por ella y me dicen: “No compadre, aquí tampoco está, pasó hace horas y nos dejó viendo un chispero”.

Te digo, es como ese mal amor que entre más mala vida te da, más te apegas a él. Para contentarte llega con su ímpetu de grandeza, enseñoreada y bella, te pechicha y te convence para te reconcilies con ella y tú le crees, pones el equipo de sonido a todo timbal para presumir su presencia pero que va, pura carreta, pura ilusión, te das cuenta que volvió a irse quizás como dijera Neruda: “De otro. Será de otro. Como antes de mis besos”.
Se va y te deja ahí tirado, llorando de la impotencia y empiezas a ver tu cuerpo humedecido, piensas que son tus lágrimas pero no es así, es un baño sauna para los pobres, gratis y prolongado. Es cuando te das cuenta que Electricaribe es como la felicidad… distante y perdida.

Cuando crees haberla encontrado se te va en un suspiro y si devuelves el cassette de tu existencia te darás cuenta que en los momentos más importantes de tu vida te ha dejado solo, abandonado a tu suerte, pasando pena con tus invitados en los bautizos, cumpleaños, matrimonios, misa, manifestaciones políticas con plaza llena o lo que es peor, en un partido de la selección Colombia o del Junior, cero a cero en los últimos minutos con un penalti en contra. Qué vaina tan bárbara.

Estos episodios son tan frecuentes que ya forman parte de nuestra cotidianidad, de nuestra costumbre y de nuestra idiosincrasia, es entonces cuando te das cuenta que en el fondo ella también es como el hambre, va y vuelve como si nada, como si no hubiese ofendido a nadie, con su cara ‘pelá’, con su carita de yo no fui, ya que ella se puede ir y volver en el desayuno, en el almuerzo, en la cena o en la madrugada sin pedir disculpas a nadie.
Querida Electricaribe, yo ya no sé si odiarte o quererte porque últimamente me has permitido recordar mi infancia en las calles empedradas y llenas de hueco en el barrio San José de Codazzi, cuando no había luz y nos reuníamos por la noche los pelaos de la cuadra encabezados por ‘El pollo’ Alarcón, Alfonso Molina y los hermanos Pachón para mirar hacia el cielo y apostar el que más estrellas contara, se veían divinas, cercanas y nuestras, ahí pasamos largas horas con un mechón de petróleo hasta que el sueño o nuestras madres llegaban por nosotros.

El día de mi cumpleaños, en esa noche esplendorosa te fuiste e invité a mis hijas a mirar el cielo ya no para contar estrellas sino para observar la hermosura y el esplendor de esa magna obra creada por Dios y me di cuenta entonces que tú eres como esos amores que aparentan querer pero que causan mucho daño y aunque nos duela hay que dejarlos ir bien lejos, donde no te perjudiquen. Creo que en España estarás muy bien. Encuéntrate otros marranos que te quieran. Suerte contigo y hasta nunca baby.

Columnista
21 junio, 2020

Electricaribe del alma: no sé si odiarte o quererte

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Gabriel Dario Serna Gomez

Desde que hizo su aparición en la costa Caribe colombiana esta empresa de energía española, los costeños hemos tenido que soportar todo tipo de atropellos y abusos entre los que destacan los repetidos, constantes y prolongados cortes del servicio de energía eléctrica los cuales se han ido exacerbando de manera asombrosa en los últimos meses […]


Desde que hizo su aparición en la costa Caribe colombiana esta empresa de energía española, los costeños hemos tenido que soportar todo tipo de atropellos y abusos entre los que destacan los repetidos, constantes y prolongados cortes del servicio de energía eléctrica los cuales se han ido exacerbando de manera asombrosa en los últimos meses desde que anunciaron su partida.
En el mes de septiembre supuestamente dejará de existir esta nefasta empresa para ser reemplazada por la Empresa de Servicios Públicos de Medellín, EPM, una de las pocas empresas públicas exitosas en este país, orgullo paisa y en la cual hemos colocado toda nuestra esperanza para salir de esa ya interminable oscuridad a la que nos tiene sometidos Electricaribe.

Pero mientras eso sucede los usuarios nos hemos ido acostumbrando a aceptar que ella es así, que hay que entenderla porque esa es su forma de ser, como ese mal amor que te está matando, que te humilla y te ultraja pero la traga o la impotencia de no poder dejarlo te sumerge en lo más profundo de tus sentimientos y hace contigo lo que le da la gana.
Así es esta empresa, un mal amor que te indigna, te llena de ira, de coraje, protestas, quemas llantas, la llamas, mandas correos pero nadie te contesta, nada pasa, todo sigue igual. En mi caso llamo entonces a mis amigos (Javier Coronel, Carlos Madero, Nicolás Muñoz, y Kelvin Fuentes) para preguntar por ella y me dicen: “No compadre, aquí tampoco está, pasó hace horas y nos dejó viendo un chispero”.

Te digo, es como ese mal amor que entre más mala vida te da, más te apegas a él. Para contentarte llega con su ímpetu de grandeza, enseñoreada y bella, te pechicha y te convence para te reconcilies con ella y tú le crees, pones el equipo de sonido a todo timbal para presumir su presencia pero que va, pura carreta, pura ilusión, te das cuenta que volvió a irse quizás como dijera Neruda: “De otro. Será de otro. Como antes de mis besos”.
Se va y te deja ahí tirado, llorando de la impotencia y empiezas a ver tu cuerpo humedecido, piensas que son tus lágrimas pero no es así, es un baño sauna para los pobres, gratis y prolongado. Es cuando te das cuenta que Electricaribe es como la felicidad… distante y perdida.

Cuando crees haberla encontrado se te va en un suspiro y si devuelves el cassette de tu existencia te darás cuenta que en los momentos más importantes de tu vida te ha dejado solo, abandonado a tu suerte, pasando pena con tus invitados en los bautizos, cumpleaños, matrimonios, misa, manifestaciones políticas con plaza llena o lo que es peor, en un partido de la selección Colombia o del Junior, cero a cero en los últimos minutos con un penalti en contra. Qué vaina tan bárbara.

Estos episodios son tan frecuentes que ya forman parte de nuestra cotidianidad, de nuestra costumbre y de nuestra idiosincrasia, es entonces cuando te das cuenta que en el fondo ella también es como el hambre, va y vuelve como si nada, como si no hubiese ofendido a nadie, con su cara ‘pelá’, con su carita de yo no fui, ya que ella se puede ir y volver en el desayuno, en el almuerzo, en la cena o en la madrugada sin pedir disculpas a nadie.
Querida Electricaribe, yo ya no sé si odiarte o quererte porque últimamente me has permitido recordar mi infancia en las calles empedradas y llenas de hueco en el barrio San José de Codazzi, cuando no había luz y nos reuníamos por la noche los pelaos de la cuadra encabezados por ‘El pollo’ Alarcón, Alfonso Molina y los hermanos Pachón para mirar hacia el cielo y apostar el que más estrellas contara, se veían divinas, cercanas y nuestras, ahí pasamos largas horas con un mechón de petróleo hasta que el sueño o nuestras madres llegaban por nosotros.

El día de mi cumpleaños, en esa noche esplendorosa te fuiste e invité a mis hijas a mirar el cielo ya no para contar estrellas sino para observar la hermosura y el esplendor de esa magna obra creada por Dios y me di cuenta entonces que tú eres como esos amores que aparentan querer pero que causan mucho daño y aunque nos duela hay que dejarlos ir bien lejos, donde no te perjudiquen. Creo que en España estarás muy bien. Encuéntrate otros marranos que te quieran. Suerte contigo y hasta nunca baby.