Publicidad
Categorías
Categorías
Judicial - 15 diciembre, 2013

El ‘sucreño’ que casi se roba 20 mil millones

Este mes se cumplen 13 años de un frustrado robo multimillonario a una empresa transportadora de valores de Valledupar, a través de un túnel. Vecinos del barrio Obrero recordaron la historia.

Boton Wpp

Los primeros días de diciembre de 2000, un hombre de mediana estatura, trigueño, de más de 50 años y buenos modales, se acercó a Armando Mendoza Costa quien se tomaba unas cervezas en la tienda La Meta, del barrio Obrero de Valledupar.

El hombre le dijo que venía de Sucre y que pretendía vincularse a la avicultura, y para esto le propuso comprar la esquina, propiedad de los Mendoza, y en donde aún funciona el negocio, El Pollo Manaurero; nadie se imaginó en esas cuadras que el “sucreño” y otros cinco personajes de los que nunca se supo nada más, tenían como objetivo robarse más de 15 mil millones de pesos que resguardaba celosamente la empresa transportadora de Tomas Greg & Son, a media cuadra.

El negocio se determinó en 80 millones de pesos, los interesados adelantaron 10 millones e iniciaron la mudanza, tal vez el 3 de diciembre de aquella época. “Trajeron una cantidad de sacos vacíos de alimento para pollos, dijeron que lo primero que iban a hacer era cambiar la casa alzar el techo para hacer un cuarto frío. Uno solo vino y puso la cara por todos”, dijo Ángel Mendoza, que atendía el negocio.

Las cosas transcurrían dentro de la rutinaria cotidianidad del barrio Obrero, a excepción de los nuevos vecinos que durante el día escuchaban música a todo volumen; uno de ellos bebía constantemente en la tienda de la esquina mientras observaba los carros blindados pasar llenos de dinero, y entrar a la empresa transportadora.

Las ventanas del “Pollo Manaurero” permanecían forradas con sábanas, los “cachacos” siempre adentro estudiando las artes de la avicultura, pero los sacos de purina que trajeron los llenaban de arena y piedras, que guardaban en una habitación de la casa, en donde luego del 18 de diciembre la policía halló mangueras, palas, y un tanque de oxígeno, según manifestó el Fiscal Helber Mendoza, miembro de la familia de comerciantes que tenía en venta la casa.

“Ellos eran una topos que pretendían hacer un hueco y salir al otro lado; eran una banda que venía de Medellín y Bogotá. El trabajo se les facilitó porque por donde empezaron el túnel había una poza séptica hace muchos años”, dijo Helber.

En medio de aguas negras y el suelo empedrado del centro de Valledupar se abrieron paso por más de 15 metros los ‘topos’, con un objetivo claro: más de 15 mil millones de pesos que la empresa transportadora ‘Tomas Gregg & Son’ mantenía en sus bóvedas producto de los movimientos bancarios de rutina.

Pero los ladrones no contaban con que en donde concluyó el túnel, hace varias décadas pasó una acequia que cuando se secó, fue llenada falsamente por unos fabricantes de cohetes de pólvora que habitaron la casa, en donde funcionaria después la empresa transportadora de valores.

“Ellos cogieron equivocado el camino del túnel y tuvieron que devolverse. Hundieron el piso de los Maziri”, dijo Ángel Mendoza.

“Los perjudicados fuimos nosotros”

Luis Eduardo Mazziri es propietario de la casa en medio del “Pollo Manaurero” y la empresa Tomas Greg & Son, encima del túnel que construyeron los delincuentes. Hoy se puede observar en la cocina y cuarto de la vivienda el hundimiento del piso, puesto que a varios centímetros de profundidad el túnel sigue ahí.

“No entiendo porque no hubo capturas porque un empleado se dio cuenta del túnel cuando un carro de valores se hundió. La casa de nosotros tiene grietas, el piso se hunde y tenemos temor de que algún día se hunda más. Siempre he querido demandar al Estado pero no sé si hay tiempo todavía”, dijo Mazziri.

Los pillaron

Durante quince días sin descanso la banda de seis o más personas, se dedicó a cavar el túnel a tal punto de llenar 200 sacos con arena y piedra, y quemar con frecuencia basura en el patio hasta molestar a los vecinos. Al parecer tuvieron la mala suerte de que ese preciso día, entrara al garaje de la empresa un carro transportador que hace tiempos no llegaba al lugar. “Eso fue como a las 8 o 9 de la mañana, cuando el carro se hundió porque debajo estaba el túnel. Si ellos hubieran reforzado el túnel quizá coronan el robo “, dijo Luis Eduardo Mazziri.

Eso fue el lunes 18 de diciembre. Cuál sería la sorpresa de la empresa transportadora al ver bajo tierra elementos como palas, abanicos, picos, y otros enseres, además de un largo túnel que venía desde quién sabe dónde; de inmediato llamaron a las autoridades y los allanamientos comenzaron.

EL PILÓN registró los hechos en aquella oportunidad en sus publicaciones del 18 y 20 de diciembre de 2000, cuando la empresa Tomas Greg & Son confirmó el intento de robo, de la misma manera lo hizo la Policía Nacional.

Al parecer el túnel terminaba en el puesto de control de la empresa desde donde se desactivarían alarmas y otros aspectos de seguridad; el robo según la comandancia de policía de la época, sería consumado el 24 de diciembre en medios de las fiestas navideñas.

Un túnel de 10 millones

Los ‘topos’ salieron como ‘palomas’, y volaron tan lejos que nadie supo al fin de dónde venían y para dónde se fueron. Lo único que dejaron fue los sacos con piedra y arena extraídas del túnel que les costó 10 millones de pesos. La familia Mendoza que para esos días se había mudado cerca, recuperó su vivienda luego de un largo proceso con la Fiscalía y con los millones que invirtieron los ladrones en su proyecto de robo, iniciaron trabajos para dejar la casa como estaba y botar todo el material sacado del túnel.

La ironía de la vida; los Mendoza luego de su preocupación en medio de aquel suceso, ganaron diez millones; los Maziri quedaron sobre un túnel de más de un metro de profundidad y cerca de 18 metros de largo, y la empresa transportadora se salvó de una navidad amarga. Hoy las cosas siguen igual, puesto que el túnel fue apenas sellado, pero nunca llenaron la cavidad, cosa que preocupa a la familia Maziri por las grietas y hundimientos en su hogar.

Por Andrés Llamas Nova

[email protected]

Judicial
15 diciembre, 2013

El ‘sucreño’ que casi se roba 20 mil millones

Este mes se cumplen 13 años de un frustrado robo multimillonario a una empresa transportadora de valores de Valledupar, a través de un túnel. Vecinos del barrio Obrero recordaron la historia.


Boton Wpp

Los primeros días de diciembre de 2000, un hombre de mediana estatura, trigueño, de más de 50 años y buenos modales, se acercó a Armando Mendoza Costa quien se tomaba unas cervezas en la tienda La Meta, del barrio Obrero de Valledupar.

El hombre le dijo que venía de Sucre y que pretendía vincularse a la avicultura, y para esto le propuso comprar la esquina, propiedad de los Mendoza, y en donde aún funciona el negocio, El Pollo Manaurero; nadie se imaginó en esas cuadras que el “sucreño” y otros cinco personajes de los que nunca se supo nada más, tenían como objetivo robarse más de 15 mil millones de pesos que resguardaba celosamente la empresa transportadora de Tomas Greg & Son, a media cuadra.

El negocio se determinó en 80 millones de pesos, los interesados adelantaron 10 millones e iniciaron la mudanza, tal vez el 3 de diciembre de aquella época. “Trajeron una cantidad de sacos vacíos de alimento para pollos, dijeron que lo primero que iban a hacer era cambiar la casa alzar el techo para hacer un cuarto frío. Uno solo vino y puso la cara por todos”, dijo Ángel Mendoza, que atendía el negocio.

Las cosas transcurrían dentro de la rutinaria cotidianidad del barrio Obrero, a excepción de los nuevos vecinos que durante el día escuchaban música a todo volumen; uno de ellos bebía constantemente en la tienda de la esquina mientras observaba los carros blindados pasar llenos de dinero, y entrar a la empresa transportadora.

Las ventanas del “Pollo Manaurero” permanecían forradas con sábanas, los “cachacos” siempre adentro estudiando las artes de la avicultura, pero los sacos de purina que trajeron los llenaban de arena y piedras, que guardaban en una habitación de la casa, en donde luego del 18 de diciembre la policía halló mangueras, palas, y un tanque de oxígeno, según manifestó el Fiscal Helber Mendoza, miembro de la familia de comerciantes que tenía en venta la casa.

“Ellos eran una topos que pretendían hacer un hueco y salir al otro lado; eran una banda que venía de Medellín y Bogotá. El trabajo se les facilitó porque por donde empezaron el túnel había una poza séptica hace muchos años”, dijo Helber.

En medio de aguas negras y el suelo empedrado del centro de Valledupar se abrieron paso por más de 15 metros los ‘topos’, con un objetivo claro: más de 15 mil millones de pesos que la empresa transportadora ‘Tomas Gregg & Son’ mantenía en sus bóvedas producto de los movimientos bancarios de rutina.

Pero los ladrones no contaban con que en donde concluyó el túnel, hace varias décadas pasó una acequia que cuando se secó, fue llenada falsamente por unos fabricantes de cohetes de pólvora que habitaron la casa, en donde funcionaria después la empresa transportadora de valores.

“Ellos cogieron equivocado el camino del túnel y tuvieron que devolverse. Hundieron el piso de los Maziri”, dijo Ángel Mendoza.

“Los perjudicados fuimos nosotros”

Luis Eduardo Mazziri es propietario de la casa en medio del “Pollo Manaurero” y la empresa Tomas Greg & Son, encima del túnel que construyeron los delincuentes. Hoy se puede observar en la cocina y cuarto de la vivienda el hundimiento del piso, puesto que a varios centímetros de profundidad el túnel sigue ahí.

“No entiendo porque no hubo capturas porque un empleado se dio cuenta del túnel cuando un carro de valores se hundió. La casa de nosotros tiene grietas, el piso se hunde y tenemos temor de que algún día se hunda más. Siempre he querido demandar al Estado pero no sé si hay tiempo todavía”, dijo Mazziri.

Los pillaron

Durante quince días sin descanso la banda de seis o más personas, se dedicó a cavar el túnel a tal punto de llenar 200 sacos con arena y piedra, y quemar con frecuencia basura en el patio hasta molestar a los vecinos. Al parecer tuvieron la mala suerte de que ese preciso día, entrara al garaje de la empresa un carro transportador que hace tiempos no llegaba al lugar. “Eso fue como a las 8 o 9 de la mañana, cuando el carro se hundió porque debajo estaba el túnel. Si ellos hubieran reforzado el túnel quizá coronan el robo “, dijo Luis Eduardo Mazziri.

Eso fue el lunes 18 de diciembre. Cuál sería la sorpresa de la empresa transportadora al ver bajo tierra elementos como palas, abanicos, picos, y otros enseres, además de un largo túnel que venía desde quién sabe dónde; de inmediato llamaron a las autoridades y los allanamientos comenzaron.

EL PILÓN registró los hechos en aquella oportunidad en sus publicaciones del 18 y 20 de diciembre de 2000, cuando la empresa Tomas Greg & Son confirmó el intento de robo, de la misma manera lo hizo la Policía Nacional.

Al parecer el túnel terminaba en el puesto de control de la empresa desde donde se desactivarían alarmas y otros aspectos de seguridad; el robo según la comandancia de policía de la época, sería consumado el 24 de diciembre en medios de las fiestas navideñas.

Un túnel de 10 millones

Los ‘topos’ salieron como ‘palomas’, y volaron tan lejos que nadie supo al fin de dónde venían y para dónde se fueron. Lo único que dejaron fue los sacos con piedra y arena extraídas del túnel que les costó 10 millones de pesos. La familia Mendoza que para esos días se había mudado cerca, recuperó su vivienda luego de un largo proceso con la Fiscalía y con los millones que invirtieron los ladrones en su proyecto de robo, iniciaron trabajos para dejar la casa como estaba y botar todo el material sacado del túnel.

La ironía de la vida; los Mendoza luego de su preocupación en medio de aquel suceso, ganaron diez millones; los Maziri quedaron sobre un túnel de más de un metro de profundidad y cerca de 18 metros de largo, y la empresa transportadora se salvó de una navidad amarga. Hoy las cosas siguen igual, puesto que el túnel fue apenas sellado, pero nunca llenaron la cavidad, cosa que preocupa a la familia Maziri por las grietas y hundimientos en su hogar.

Por Andrés Llamas Nova

[email protected]