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El principio de precaución

MEDIO AMBIENTE

Por: Henan Maestre Martínez
Valledupar Ciudad Ecológica de Colombia. Recuperemos y conservemos las cuencas de los ríos Guatapurí y Cesar. Hagamos causa común para que el Embalse de los Besotes sea una realidad, es agua para la vida en Valledupar, La Paz y San Diego.

La precaución tiene que ver con el tiempo para pensar en lo que hacemos y evaluar las posibles consecuencias de nuestros actos. Tiempo para debatir a partir de la información contrastada y de conocimientos sólidos. Tiempo para evaluar los riesgos. Un ritmo más pausado.
Un grupo de científicos, en una carta publicada en la revista Nature, señalaba que la claridad en las ideas es más importante que la eficacia y la dirección de la investigación más importante que la velocidad que se le imprime.
Por desgracia, parece que tales ideas son muy minoritarias, en un contexto hiper competitivo en el que cada vez más la ciencia y la tecnología se ponen al servicio de los imperativos de valorización del capital. Para ser visible la dinámica que mueve el desarrollo de la moderna biotecnología basta con visitar las páginas web de las empresas líderes del sector de la llamada “Ciencia de la Vida”: Si quiere tener éxito, una compañía del sector de las ciencias de la vida ha de ser la primera en sacar al mercado un producto.
Por ejemplo, la empresa Monsanto está marcando el paso de la creación de más ideas, mejor y más rápidamente. El éxito se define hoy en términos de creatividad y velocidad. El objetivo es sacar al mercado un torrente de productos únicos y valiosos antes de que lo haga la competencia. El mantenimiento de una ventaja competitiva requiere un constante desarrollo de nuevos productos y han de ser lanzados simultáneamente y poderosamente en múltiples mercados en todo el mundo. Cualquier posición que no sea de primera o segunda marca en el mercado constituye una oportunidad perdida. El desfase entre los avances tecnocientificos y la evolución de la sociedad se agranda. Ciertos analistas señalan que a partir de la ruptura tecnológica de los años sesenta, el desarrollo de la biología molecular y la explosión de la informática han hecho saltar en pedazos la estabilidad general del sistema ciencia – técnica, tornando cada vez más difícil su control por parte de poderes políticos democráticos.
En otras oportunidades hemos expresado que la crisis ecológica es sobre todo un asunto de velocidad y de globalización. Un sistema se devuelve insostenible si a) se acelera demasiado y no hay tiempo de seleccionar las adaptaciones más viables y b) si se globaliza demasiado, es decir, se vuelve incapaz de fracasar en algunas de sus partes sobreviviendo en otras, y se lo juega todo en una sola carta, por así decirlo. Necesitamos tiempo para reaccionar ante nuestros propios actos: el principio de precaución sin esta dimensión temporal, es solo una expresión hueca.
Una tecnociencia fetichizada, en rapidísimo desarrollo pasa a percibirse como el auténtico sujeto de la historia, mientras que los seres humanos rebajados a objetos imponentes, sufren el impacto de procesos que no controlan.
Sin una ralentización del desarrollo tecnológico parece imposible que comunidades democráticas y reflexivas se apropien de la tecnociencia, para que hoy crecientemente sirva del gran capital para reinsertarla dentro de un orden social propiamente humano.

Especialista en Gestión Ambiental

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