Por José Gregorio Guerrero
El General Gabriel García Moreno fue presidente del Ecuador de 1861 a 1875 cual monarca absoluto. Le arrebataron la vida cuando ya había ganado su tercer periodo; días antes de su tercera posesión fue asesinado entrando al palacio presidencial, se disponía a subir las escaleras cuando el homicida le disparo en varias ocasiones. El autor del crimen fue identificado como Faustino Lemus Rayo de nacionalidad colombiana (estamos en todo) quien después de ser ultimado a balas por los escoltas del General fue rematado por un cuñado del mandatario llamado Ignacio Alcázar al que después llamaron “El Mata Muertos”. El General García Moreno fue velado sentado en la silla presidencial, vestido de militar, con un bicornio con plumas blancas y varias condecoraciones en el pecho; sin obviar la banda tricolor que llevaría si hubiese estado vivo el día de su posesión. Su corazón fue guardado en una urna y encontrado un siglo después.
De igual forma ciento treinta y ocho años después del disparatado episodio, un núcleo político venezolano personifica los deseos imaginables de un presidente que como el Espíritu Santo muchos saben que existe, pero nadie lo ha visto en persona; alucinan, y hasta lo han visto dando ordenes, mandando papelitos de instrucción a ministros y lideres, lo han visto observando coordenadas en mapas digitales y autorizando expropiaciones; hasta mandándole recados verbales a los niños y mujeres Venezuela. El presidente del silencio, que según el diario español ABC se encuentra postrado en una cama, con respirador artificial al cien porciento, con las cuerdas vocales destrozadas, y un sarcoma maligno haciendo estragos cada segundo que pasa no es más ni menos que un clon del general ecuatoriano, y de un séquitos que se babosean por la primera silla del palacio de Miraflores.
El desgarite comenzó cuando varios de sus ministros viajaron a cuba, y cada uno da una declaración diferente; que está grave, que se deprime, que está feliz mandando desde Cuba; pero la verdad verdadera se la ocultan al pueblo venezolano que se muere de hambre. Chávez no regresa a Venezuela por sus propios medios, duele decirlo pero es una realidad de a puños; pero queda claro que la ambición de poder da para todo, y aún más triste es perder el poder en vida e imposible dejar de ser lo que nunca fue.
Gran lección la que dio el Papa Benedicto XVI haciendo dejación del poder, para que lo reemplace otro con facultades físicas en mejores condiciones. Definitivamente digno de admirar.
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