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El perseverante Ernesto

A quien me refiero no es aquel abad de las Cruzadas, católico ferviente que murió en defensa de una causa, tampoco al que se refiere la obra escrita por Óscar Wilde, en una inteligente comedia mordaz y divertidísima contra los prejuicios y convencionalismos sociales, ‘La importancia de llamarse Ernesto’, ni tampoco al apasionante de las juventudes estudiantiles de otros tiempos: el Ché Guevara.

Al Ernesto referido, como su nombre lo indica, significa perseverancia y lucha para vencer, por ello desde muchos años atrás viene ejerciendo la actividad política y social con el solo ánimo de servir bien, con voluntad firme y afecto ciudadano haciendo uso de los valores humanos propios de los nobles de corazón.

Cuando se es político de dignidad y prestancia hay que tener cuidado con lo que se expresa sobre los adversarios y opositores, pues el más mínimo detalle comentado aún en forma ingenua puede causar ofensas.

Por ello en campañas solo hago resaltar las normas de conducta moral, intelectual y religiosas para con la sociedad del candidato o de los candidatos que acompaño, y que normalmente los escojo por los ramos de familiaridad y amistad teniendo en cuenta el servicio humanitario que les haya distinguido para con su comunidad en el combate contra las necesidades de la pobreza.

En estos momentos en nuestro ambiente político, tenemos grandes candidatos aspirantes a los cargos de elección popular, en especial a la Alcaldía y sin lugar a equivocarnos tenemos como lograr una gran selección.

Entre los mejores resalto a Ernesto Orozco Durán, que además de las buenas características ciudadanas que le son inherentes, ha vivido su vida bajo la cultura de la sensibilidad social y humana que caracteriza a las personas de bien, mezcla de conocimientos, dignidad y respeto para manejar  su medio dentro de los mandamientos legales y normas de acción popular, pues como hijo ilustre de vallenatos ilustres, conoce que sus raíces populares con su formación primaria, son la base para lograr una administración municipal de altura dentro de la modestia y humildad, pilares de su sensatez para la toma de decisiones correctas.

La importancia de llamarse Ernesto es que, en este, los prejuicios y convencionalismos sociales no existen, tampoco las falsas apariencias e hipocresías como las que se manifiestan en una sociedad política que lucha por el poder solo para beneficio propio, bajo los lemas de prepotencia, soberbia y despilfarro de la economía pública; además su sentido de protección promete bienestar. 

Mi amigo Ernesto se destaca por ser un individuo algo tímido como también alegre y dispuesto a tratar con todo tipo de personas; es apasionado en lo que le gusta, dedicado a los intereses comunitarios y visionario en los proyectos que emprende, lo que nos indica que habrá una buena administración para con lo público.

¡Suerte mi amigo! y ponga en práctica esta sentencia muy inherente a su personalidad: … “si quieres ganar, acompáñate bien, no sólo llegarás más lejos; también tu obra, si es buena, será reconocida por tus enemigos gratuitos, y perseguidores apasionados, que nunca faltarán en estas contiendas por el poder.”

Contarás siempre con buenos amigos, entre los cuales estaré presente al lado de mi familia, así como yo conté con tu padre y amigos comunes en los años de luchas juveniles en estas tareas de servicio social de ingratitudes con muy pocos reconocimientos al final, que nos enseñaron a servir bien a nuestro entorno, pero bajo el símbolo de la sensibilidad social sin colores políticos, teniendo a la mano el coraje de los valores humanos que nos han caracterizado por siempre.

Por: Fausto Cotes N.

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